Rebeli¨®n en ¡®Villadesahucios¡¯
El pueblo de Espa?a m¨¢s hipotecado con el 'boom' del ladrillo, donde 54 familias esperan su desalojo, planta cara a la banca
La historia del boom del ladrillo se resume en las cuadriculadas calles de Villanueva de la Torre (Guadalajara), un pueblo de chal¨¦s unifamiliares construido a golpe de hipoteca. El municipio creci¨® a la orilla de la A-2 en la ¨¦poca del cr¨¦dito f¨¢cil. A apenas 50 kil¨®metros del centro de Madrid, a 16 de Alcal¨¢ de Henares y a 12 de Guadalajara, se convirti¨® en la ciudad dormitorio ideal gracias al suelo barato. La localidad se erigi¨® en apenas unos a?os como la m¨¢s hipotecada de Espa?a: el 87% de las viviendas ten¨ªa un pr¨¦stamo inmobiliario. Pero entonces la burbuja pinch¨®. La crisis dispar¨® el paro. Y la combinaci¨®n de estos factores se tradujo en una ola de impagos y desahucios. Actualmente, seg¨²n los datos recabados por el Ayuntamiento, 54 familias esperan la orden de desalojo del banco.
Pero los vecinos no piensan abrir tan f¨¢cilmente la puerta de sus casas a las entidades financieras. Los tres partidos presentes en el pleno ¡ªAhora Villanueva, partido en el gobierno, PP y PSOE¡ª aprobaron a finales de agosto por unanimidad la creaci¨®n de una comisi¨®n de defensa y apoyo a los damnificados. "Ya hemos habilitado un despacho para que las plataformas sociales los atiendan. Ahora, el segundo paso es la mediaci¨®n jur¨ªdica", relata la alcaldesa, Vanessa S¨¢nchez. Ella misma, regidora desde las pasadas elecciones municipales, ha sufrido en sus carnes el drama de los desahucios. "Mis padres se encuentran afectados".
Tambi¨¦n Miguel Lanzarote, de 63 a?os. Su historia se escribe con la letra del efecto domin¨® "endiablado" de los avales. Antes de que estallara la crisis, su hijo Rub¨¦n se quiso cambiar de casa con su mujer e hijo. "As¨ª que fue a Bancaja y le dieron una hipoteca puente". Es decir, pese a que ya ten¨ªa un pr¨¦stamo sobre su primera vivienda, le concedieron un segundo mientras vend¨ªa la que dejaba. Pero los planes le fallaron al estallar la burbuja. El mercado inmobiliario se le resisti¨®. Se qued¨® en paro. Y el relato concluye parcialmente cuando le arrebataron sus dos casas entre 2012 y 2013.
"Termin¨® separ¨¢ndose y volvi¨® a casa. Totalmente deprimido", cuenta Lanzarote, que sufri¨® un ictus "a ra¨ªz de los problemas" de su hijo y que asumi¨® el protagonismo hace medio a?o. "Lleg¨® una carta de Bankia en la que nos reclamaba 51.000 euros por los costes de los precedimientos de aquellos desahucios y por los intereses. Se los pide a mi hijo. Pero como yo le aval¨¦, si no pago me embargar¨¢n hasta la casa", apostilla este pensionista, que recibe una paga de 1.300 euros. El ¨²nico ingreso que tienen y con el que afrontan los 450 euros de la hipoteca de su domicilio, los recibos y ayuda a su segundo hijo, tambi¨¦n en paro. "Echa cuentas. Con lo que sobra vivimos Rub¨¦n, mi mujer y yo".
El municipio pas¨® de 300 vecinos en 1998 a cerca de 6.000 en 2008
Lejos queda ya el d¨ªa en que aterrizaron en Villanueva, hace 15 a?os. La familia lleg¨® cuando los vecinos de este pueblo, de apenas 320 habitantes en 1998, empezaban a multiplicarse. Casi 1.000 personas al a?o desembarcaban en las nuevas urbanizaciones que se expand¨ªan por los 11 kil¨®metros cuadrados que ocupan el t¨¦rmino municipal. En 2008, el n¨²mero de residentes roz¨® los 6.000. Y el pueblo acumulaba r¨¦cords: la localidad espa?ola con la media de edad m¨¢s joven (30,4 a?os) o el porcentaje de nacimientos m¨¢s alto.
Un crecimiento artificial que ha dejado v¨ªctimas a medida que avanzaba la coyuntura econ¨®mica. "Hemos tenido un ¨ªndice de desahucios alt¨ªsimo en estos a?os", apunta la alcaldesa. "Pedimos encarecidamente a los Ayuntamientos que den un paso al frente y presionen a los bancos", subraya Pilar G¨®mez, de Stop Desahucios Alcal¨¢, colectivo que apoya a los damnificados en este pueblo guadalajare?o. A esta asociaci¨®n tambi¨¦n pertenece ?ngeles Vaquerizo, de 53 a?os, que lleva cuatro a?os luchando con su banco en Villanueva. Dej¨® de pagar la hipoteca y subastaron la vivienda. Pero ella resiste dentro: "Pido la daci¨®n en pago y un alquiler social".
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