Espa?a: ?otro 98?
Las crisis hist¨®ricas han producido eclosiones ideol¨®gicas donde la pregunta central consisti¨® en conocer las causas de una decadencia demasiado real
Las crisis hist¨®ricas espa?olas han producido eclosiones ideol¨®gicas donde la pregunta central consisti¨® en conocer las causas de una decadencia demasiado real, a falta de una actuaci¨®n eficaz del Estado. Tal vez la centralidad de la cuesti¨®n econ¨®mica hizo que en la de 1600 las reflexiones de muchos de los buscadores individuales de soluciones, los llamados arbitristas, aportasen diagn¨®sticos aun hoy v¨¢lidos. En la del 98, en cambio, la convergencia de factores pol¨ªticos, econ¨®micos y culturales, en un pa¨ªs sin economistas, favoreci¨® la deriva del regeneracionismo hacia ese "empirismo de corto vuelo" que lamentara Manuel Aza?a. Hubo excepciones egregias, como Ortega o el primer Maeztu, que confirman la regla.
Ahora corremos el riesgo de repetir el 98, tanto en lo que concierne a la amputaci¨®n territorial como en lo que toca a las reflexiones pol¨ªticas, de nuevo sobre el tel¨®n de fondo del vac¨ªo mental de la clase pol¨ªtica. Es cierto que algunos constitucionalistas ¡ªBlanco Vald¨¦s, Mu?oz Machado, Carreras¡ª se han volcado a la hora de aportar ideas cr¨ªticas y soluciones t¨¦cnicas a la crisis de nuestro Estado. Pero la mayor¨ªa se han ausentado del debate, lo mismo que polit¨®logos, historiadores y economistas. Han aparecido en cambio, y ya abundan, quienes se adornan con generalizaciones acad¨¦micas como forma de eludir el compromiso sobre temas tan poco rentables para la imagen personal como es la secesi¨®n de Catalu?a. Cuanta m¨¢s equidistancia, mejor, seg¨²n vimos en el panorama del ¨²ltimo Babelia.
La trayectoria seguida desde 1975 permite fijar con claridad los problemas concretos, no el problema de Espa?a. El balance no es desde?able: la mayor¨ªa de los espa?oles viven mejor, son m¨¢s cultos y son discretos ciudadanos. La democracia, que no la organizaci¨®n territorial del Estado, es mejorable, pero funciona, y la mejor prueba es c¨®mo el aparente b¨²nker de los dos grandes partidos se agrieta ante la presi¨®n de los votos y los reci¨¦n llegados. Desde las elecciones de diciembre se abrir¨¢ la posibilidad de corregir el incremento de la desigualdad bajo el PP, y de emprender por fin la lucha contra una corrupci¨®n inserta en nuestro sistema, pero que no afecta a su estructura, aunque s¨ª a la vida pol¨ªtica.
Nacionalismos arraigados y la inevitable construcci¨®n del Estado de las autonom¨ªas a golpe de demandas sucesivas, han determinado su p¨¦simo funcionamiento. E impulsado las presiones centr¨ªfugas, hoy la catalana al borde de la fractura. De ah¨ª la urgencia de una reforma constitucional que configure un Estado federal bien delimitado en su estructura interna y en sus aspectos fiscales, habida cuenta de la inevitable r¨¦mora vasca. Y abierto, no a singularidades, sino a consolidar la democracia y a dar respuesta a demandas, autodeterminaci¨®n incluida, una vez establecido. Falta tiempo.
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