El legado de seis presidentes
Luces y sombras de los jefes de Gobierno de la democracia
Lo acontecido nunca fue inevitable y siempre pudo haber sido de otra manera. En ello, mucho tiene que ver la acci¨®n individual de las personas. En el transcurrir de la historia, la acci¨®n de quienes sustentan las m¨¢ximas responsabilidades ¨Ccon sus luces y sombras- tiene, por acci¨®n u omisi¨®n, una importancia esencial en el curso de los acontecimientos. Sus biograf¨ªas, sus filias y fobias, sus pasiones, virtudes, errores y horrores, inciden en el devenir de los acontecimientos. As¨ª ha sido tambi¨¦n en el caso espa?ol en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas. Ahora que estamos revisitando la historia reciente de nuestro pa¨ªs, conviene no perder de vista esos detalles que resultan esenciales para comprender lo sucedido.
Adolfo Su¨¢rez Gonz¨¢lez (Cebreros, ?vila, 1932- Madrid, 2014)
Fue un pol¨ªtico intuitivo y seductor, un conseguidor de los m¨¢s dif¨ªciles objetivos pol¨ªticos gracias a su habilidad para manejar la informaci¨®n como instrumento de poder, un ¡°chusquero de la pol¨ªtica¡±, como se autodefini¨®. Nacido en ?vila, la ambici¨®n fue uno de los motores fundamentales de su carrera pol¨ªtica. Iniciada en el tardofranquismo (lleg¨® a ser ministro del Movimiento en 1975), si en los ¨²ltimos a?os de la Dictadura ser miembro del Opus Dei ¨Cluego abandonar¨ªa esta instituci¨®n- le ayud¨® en sus aspiraciones, con el inicio de la democracia, establecer su residencia en Puerta de Hierro y frecuentar los restaurantes de moda, le dio la presencia que necesitaba en el momento en que aspiraba a jugar alg¨²n papel relevante en la nueva etapa pol¨ªtica que se abri¨® en 1975.
Hombre de extraordinaria simpat¨ªa, Su¨¢rez tuvo un enorme atractivo personal. Su juventud, que sintonizaba con la aspiraci¨®n de varias generaciones que esperaban el cambio, tambi¨¦n le ayud¨® decisivamente a lograr el respaldo de la ciudadan¨ªa en las urnas. ¡°No soy experto en nada, pero creo que soy un buen pol¨ªtico¡±, dijo en una entrevista a finales de los setenta, y dec¨ªa bien. Durante el periodo previo a las primeras elecciones democr¨¢ticas en m¨¢s de 40 a?os (15 de junio de 1977), supo trasladar a interlocutores de posiciones ideol¨®gicas opuestas lo que quer¨ªan escuchar sin explicitarlo. Su audacia se manifest¨® en c¨®mo supo manejar los sobreentendidos de sus conversaciones para llegar a los prop¨®sitos que se hab¨ªa marcado. Especialmente relevante fue la reuni¨®n que mantuvo con la c¨²pula del Ej¨¦rcito de la que algunos de sus asistentes infirieron de las palabras del presidente un compromiso impl¨ªcito para no legalizar al Partido Comunista de Espa?a algo que, sin embargo, suceder¨ªa poco despu¨¦s, en abril de 1977. Con su ¨¢cida y aguda inteligencia, Alfonso Guerra calific¨® esta capacidad suya como propia de un ¡°tah¨²r del Mississipi, con su chaleco y su reloj¡±.
Sus ¨²ltimos tiempos en la Moncloa fueron muy ingratos. Se le someti¨® a una estrategia de acoso y derribo desde fuera ¨Cespecialmente desde el PSOE-, pero tambi¨¦n desde dentro de su propio partido
Los logros pol¨ªticos de Su¨¢rez han sido decisivos para nuestra historia reciente. Con coraje y el apoyo de algunos colaboradores fundamentales ¨CTorcuato Fern¨¢ndez Miranda, singularmente- supo implantar la reforma del sistema pol¨ªtico eludiendo la ruptura en el paso de la Dictadura a la democracia. Su empat¨ªa personal y ante las c¨¢maras, as¨ª como su determinaci¨®n, le ayudaron en algunos de los pasos de muy dif¨ªcil consecuci¨®n que se dieron entre 1975 y 1980: amnist¨ªas de presos pol¨ªticos, legalizaci¨®n de partidos y sindicatos o convocatoria de elecciones. Con todo, su legado se asocia especialmente a una palabra: el consenso como valor fundamental para llegar a una Constituci¨®n de todos en 1978. El contexto para acometer todos esos cambios no solo no era sencillo, sino que se asemejaba a la tormenta perfecta. Junto con la mayor ofensiva etarra de la historia ¨C277 asesinatos entre 1975 y 1980-, los efectos de la crisis econ¨®mica internacional de 1973 se hicieron sentir con especial crudeza en los momentos iniciales de la democracia, lo que llev¨® al equipo econ¨®mico de Su¨¢rez a promover en 1977 los Pactos de la Moncloa que supusieron el concurso de los principales actores econ¨®micos ¨Csindicatos, empresarios, sector p¨²blico y privado- para lograr la estabilizaci¨®n y relanzamiento de la econom¨ªa. Sus ¨²ltimos tiempos en la Moncloa fueron muy ingratos. Se le someti¨® a una estrategia de acoso y derribo desde fuera ¨Cespecialmente duros fueron los ataques desde el PSOE-, pero tambi¨¦n desde dentro de su propio partido, la UCD, que, desintegrada en facciones enfrentadas entre s¨ª, llevaron a Su¨¢rez a perder su respaldo y a dimitir en enero de 1981, cediendo la Jefatura del Gobierno a Leopoldo Calvo-Sotelo.
Leopoldo Calvo Sotelo (Madrid, 1926- Pozuelo de Alarc¨®n, Madrid, 2008)
Cuando se produjo el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, en las Cortes se estaba votando la investidura de Calvo Sotelo como nuevo presidente del Gobierno, cargo que ocupar¨ªa hasta la llegada de los socialistas al poder en las elecciones de octubre del a?o siguiente. Su perfil intelectual le presentaba como una figura gris, que contrastaba con el atractivo de Su¨¢rez. Nacido en Madrid, ingeniero, fue un hombre de gran cultura jur¨ªdica y humanista, que hab¨ªa sido Procurador en Cortes durante el franquismo. Reconocido mon¨¢rquico, su perfil t¨¦cnico se hab¨ªa acentuado como resultado de su propia experiencia dentro de los gabinetes de su predecesor como ministro de Obras P¨²blicas, Relaciones con las Comunidades Europeas y Vicepresidente Segundo del Gobierno para Asuntos Econ¨®micos.
Entre sus actuaciones pol¨ªticas m¨¢s importantes estuvo la exterior pues, con la decisi¨®n de su gobierno de entrar en la OTAN en mayo de 1982, se normalizaba el alineamiento pol¨ªtico de Espa?a dentro del bloque occidental que se opon¨ªa a la URSS. Esa decisi¨®n conllev¨® una enorme controversia social y fue utilizada por la oposici¨®n socialista para debilitar su gobierno bajo el eslogan ¡°OTAN, de entrada no¡± (parad¨®jicamente, luego ser¨ªa el gobierno de Felipe Gonz¨¢lez quien pedir¨ªa el s¨ª a la entrada en la OTAN en el refer¨¦ndum que se celebr¨® en marzo de 1986). Tambi¨¦n fue de la mayor relevancia que, tras el golpe de Estado, se restableciera el curso de las decisiones pol¨ªticas de calado que hab¨ªan sido tomadas a?os atr¨¢s. Entre las m¨¢s importantes destacaron la ley del divorcio ¨Cvinculada al ministro Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez- o el impulso de la reestructuraci¨®n del poder pol¨ªtico y territorial de Espa?a en el Estado Auton¨®mico, con la aprobaci¨®n, durante su gobierno, de los Estatutos de buena parte del pa¨ªs.
Felipe Gonz¨¢lez (Sevilla, 1942)
La hist¨®rica victoria en octubre de 1982 del PSOE de Felipe Gonz¨¢lez llev¨® a la izquierda, por primera vez en la historia, a un gobierno en solitario y exitoso. De origen humilde, fue el ¨²nico de sus cuatro hermanos que estudi¨® carrera universitaria, era miembro de las Juventudes Socialistas desde los veinte a?os. Isidoro en la clandestinidad, cuando se aproxim¨® el momento del cambio, por su carisma personal, se fue erigiendo en el l¨ªder que el PSOE eligi¨® como Secretario General en su XXVI Congreso, celebrado en Suresnes en 1974 ¨Cfrente a Nicol¨¢s Redondo (padre), que lideraba la UGT, el sindicato del partido, y que lleg¨® a aquella cita como favorito-. Iniciada la Transici¨®n, Felipe Gonz¨¢lez dio muestras de su talla pol¨ªtica al percatarse y valorar correctamente la voluntad cierta del Rey y Su¨¢rez de poner en marcha una democracia en Espa?a sin ning¨²n tipo de limitaci¨®n. En esos a?os finales de los setenta fue tambi¨¦n decisiva su audacia para renunciar al marxismo como ideolog¨ªa oficial del PSOE y orientarlo finalmente hacia un perfil vinculado a la socialdemocracia europea que ser¨ªa la ideolog¨ªa que inspirar¨ªa su acci¨®n de gobierno entre 1982 y 1996.
La emp¨¢tica personalidad y el hiperliderazgo que desarroll¨® tuvieron como consecuencia que el Gobierno llegara a identificarse con su persona y con lo que se dio en conocer como el felipismo
Con los gobiernos socialistas, Espa?a logr¨® la plena implantaci¨®n del Estado de Bienestar tras superar con ¨¦xito una serie de reformas estructurales complejas y dif¨ªciles que ven¨ªan lastrando el desarrollo espa?ol desde hac¨ªa d¨¦cadas. Puso en marcha una pol¨ªtica liberalizadora para desmantelar el peso del Estado franquista en determinadas ¨¢reas estrat¨¦gicas y en el tejido industrial espa?ol. Aunque dura y muy contestada en la calle ¨Ccomo ilustr¨® la masivamente seguida Huelga General de 1988 en cuya convocatoria particip¨® la propia UGT- la reconversi¨®n industrial fue, en t¨¦rminos generales, un ¨¦xito que lograr¨ªa relanzar la econom¨ªa de algunas de las zonas m¨¢s afectadas por ella, como el Pa¨ªs Vasco. Tras el golpe de Estado, se puso en marcha la reforma militar que, actualizando algunas de las ideas que hab¨ªa apuntado Aza?a, logr¨® convertir en poco tiempo al ej¨¦rcito de una amenaza en un cuerpo profesionalizado.
Tambi¨¦n fue por entonces cuando la lucha contra ETA comenz¨® a ser visiblemente eficaz. Los Pactos de Ajuria Enea ¨Cque reafirmaba el compromiso de las fuerzas pol¨ªticas con la democracia y contra el terrorismo-, as¨ª como la captura de la c¨²pula de la banda terrorista en Bidart en 1992, fueron hitos indispensables en la larga batalla que libr¨® la sociedad espa?ola con la banda. En lo exterior, los Gabinetes de Felipe Gonz¨¢lez culminaron la entrada de Espa?a en la Comunidad Econ¨®mica Europea en junio de 1985, con lo que se apuntalaba en un sentido amplio y pleno la europeizaci¨®n de Espa?a a la que hab¨ªa apelado Ortega 75 a?os antes. Y tambi¨¦n se impuls¨® la pol¨ªtica de relaci¨®n privilegiada con Am¨¦rica Latina que se plasm¨® en las Cumbres Iberoamericanas que se celebraron anualmente y que dotaron de un papel relevante a Espa?a en la zona y ante el mundo. La modernizaci¨®n de las infraestructuras que se visualiz¨® en torno a los Juegos Ol¨ªmpicos celebrados en Barcelona y la Exposici¨®n Universal de Sevilla, ambos en 1992, proyectaron una nueva imagen de Espa?a ¨Cmoderna, abierta y din¨¢mica- al mundo entero.
En ese contexto, la emp¨¢tica personalidad y el hiperliderazgo que Felipe Gonz¨¢lez desarroll¨® en el Gobierno y en el partido tuvieron como consecuencia que este llegara a identificarse con su persona y con lo que se dio en conocer como el felipismo. Al igual que hab¨ªa sucedido con Su¨¢rez, los ¨²ltimos a?os de los socialistas en el poder no fueron sencillos. Su gesti¨®n econ¨®mica dio s¨ªntomas de agotamiento con la crisis que afect¨® al pa¨ªs a comienzos de los a?os noventa. Junto con ella, el inicio del proceso judicial contra la c¨²pula del Ministerio del Interior por los GAL (guerra sucia contra ETA de comienzos de los a?os ochenta) y la sucesi¨®n de nuevos esc¨¢ndalos de corrupci¨®n (financiaci¨®n ilegal del partido, apropiaci¨®n de fondos reservados del director de la Guardia Civil, caso Ibercorp en el que se vio envuelto el Gobernador del Banco de Espa?a, entre otros) mostraban a un Felipe Gonz¨¢lez extenuado y a un gobierno desgastado por el poder.
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar L¨®pez (Madrid, 1953)
Con la llegada a la Moncloa en 1996 de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, adem¨¢s de producirse la alternancia en el poder propia de las democracias consolidadas, tuvo lugar un relevo generacional en la pol¨ªtica espa?ola. Por vez primera iba a estar protagonizada por personalidades que no hab¨ªan participado directamente en la alta pol¨ªtica durante la Transici¨®n. Eso tendr¨ªa como consecuencia en a?os venideros ¨Ccon las presidencias de Zapatero y Rajoy- la paulatina ruptura de algunos de los pactos esenciales alcanzados hasta entonces en cuestiones como el posicionamiento de Espa?a en el exterior o la vertebraci¨®n territorial de Estado.
Aznar es un hombre de semblante serio, nada carism¨¢tico, cuyo perfil t¨¦cnico y el acierto en lo econ¨®mico de su primer gobierno le llev¨® a obtener mayor¨ªa absoluta en su segunda legislatura. Durante su mandato, Espa?a asisti¨® a la etapa de mayor crecimiento econ¨®mico y de creaci¨®n de empleo de su historia. La integraci¨®n de Espa?a en la uni¨®n monetaria europea fue reflejo de esa buena gesti¨®n. Si en un inicio, y tras el brutal asesinato del concejal popular Miguel ?ngel Blanco, punto de inflexi¨®n en el cambio de clima moral en el Pa¨ªs Vasco, su firmeza contra el nacionalismo vasco suscit¨® el apoyo de la mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa ¨Clas elecciones auton¨®micas de 2001 se interpretaron en clave constitucionalistas vs nacionalistas-, su agrio enfrentamiento con el lehendakari Ibarretxe, en el que ambos mantuvieron posturas maximalistas, comenz¨® a quebrar el consenso obtenido con las otras fuerzas constitucionalistas.
Con todo, fue su giro exterior hacia una pol¨ªtica atlantista y proestadounidense ¨Ccuyo ¨²ltimo reflejo fue el apoyo de Espa?a a la intervenci¨®n brit¨¢nica y norteamericana en Irak con una ampl¨ªsima oposici¨®n de la ciudadan¨ªa espa?ola- el que llev¨®, tras los terribles atentados yihadistas en Madrid el 11 de marzo de 2014, a que el Partido Popular perdiera las elecciones tres d¨ªas m¨¢s tarde. La gesti¨®n de la informaci¨®n que Aznar y su gobierno hicieron durante los d¨ªas que transcurrieron desde los atentados hasta la jornada electoral mostraron a un presidente y un partido desarbolados, sin capacidad para elaborar un discurso con altura miras y visi¨®n de Estado, que dieron informaci¨®n contradictoria si no interesada ¨Cal menos en un inicio-, y que no supieron, ante el mayor atentado terrorista jam¨¢s sufrido en la historia de Europa, convertir aquel crimen en motivo de unidad de un pa¨ªs que hab¨ªa sido ferozmente agredido.
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero (Valladolid, 1960)
Cuando de nuevo ascendi¨® al poder el PSOE, una nueva generaci¨®n se hab¨ªa hecho con las riendas del partido. Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero represent¨® un socialismo, en t¨¦rminos hist¨®ricos e ideol¨®gicos, cuando menos difuso. Su aceptaci¨®n de la preminencia de los derechos hist¨®ricos de los territorios por encima de la radical igualdad de la ciudadan¨ªa, con independencia de donde se hubiera nacido o vivido, llev¨® a la revisi¨®n del Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a en 2006 y, tras casi una d¨¦cada de escaso entendimiento, primero, y de enfrentamiento abierto a partir de 2011, entre el gobierno central y la Generalitat, a la declaraci¨®n de independencia del Parlamento de Catalunya a la que hemos asistido estos d¨ªas.
Por el contrario, su sensibilidad hacia temas sociales, como la igualdad de g¨¦nero o la ampliaci¨®n de los derechos c¨ªvicos ciudadanos, que alcanzaron su expresi¨®n m¨¢s evidente y celebrada en cuestiones como la legalizaci¨®n del matrimonio entre personas del mismo sexo -en lo que Espa?a fue pionera-, la reforma de la ley del aborto o del divorcio, fueron algunas de sus m¨¢s distinguidas acciones. De la fr¨¢gil consistencia de su inicial postura de apaciguamiento frente a ETA ¨Ccon funestos resultados- pas¨®, de la mano de Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, a recuperar la pol¨ªtica de lucha total contra la banda que tuvo, como punto final, uno de los mejores legados de la era Zapatero: el anuncio de ETA del ¡°cese definitivo de su actividad armada¡± el 20 de octubre de 2011, un mes antes de que el PSOE perdiera las elecciones generales despu¨¦s de una calamitosa gesti¨®n de la crisis financiera internacional que se hab¨ªa desencadenado tras el verano de 2008.
Mariano Rajoy Brey (Santiago de Compostela, 1955)
Cuando Mariano Rajoy alcanz¨® la Jefatura del Gobierno en noviembre de 2011, hubo de hacer frente a la posible quiebra de la econom¨ªa espa?ola. Hombre vinculado al mundo pol¨ªtico desde comienzos de los a?os ochenta, hab¨ªa pasado por buena parte de las estructuras de la Administraci¨®n. Aunque h¨¢bil parlamentario, su perfil p¨²blico discreto y gris, su tendencia a la inmovilidad como sistema en pol¨ªtica y la mala gesti¨®n de la comunicaci¨®n, ha llevado a su partido a la paradoja de que, tras lograr que Espa?a no siguiera la senda de las econom¨ªas griega o portuguesa, cuando se aproximan las elecciones generales del pr¨®ximo 20 de diciembre, la ciudadan¨ªa no solo no valora la gesti¨®n econ¨®mica de su gobierno (seg¨²n datos de Metroscopia de manera sostenida en torno al 60% de los espa?oles no le atribuyen ese m¨¦rito), sino que los sondeos apuntan a que su partido ha perdido cerca de la mitad del apoyo que recibi¨® en 2011. Con una acci¨®n de gobierno muy centrada en lo econ¨®mico,
Rajoy no ha logrado conectar con la calle y ha visto como, fruto de los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que han afectado al PP ¨Cfundamentalmente la trama G¨¹rtel-, el descr¨¦dito se ha extendido sobre el sistema lo que ha llevado a una aspiraci¨®n generalizada de regeneraci¨®n y reforma entre la ciudadan¨ªa que ha hecho emerger con fuerza a otras fuerzas pol¨ªticas como Ciudadanos y Podemos. Pronto veremos c¨®mo se traduce el fin del bipartidismo tal como lo hab¨ªamos entendido en la aritm¨¦tica parlamentaria.
Antonio L¨®pez Vega es historiador y dirige la publicaci¨®n ¡°Pulso de Espa?a¡± de Metroscopia.
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