Desacato.cat
La reacci¨®n de rechazo ante tan irresponsable aventurerismo deber¨ªa proceder de Catalu?a
?Se est¨¢ sobreactuando ante la propuesta de insumisi¨®n anticonstitucional que aprobar¨¢ el Parlament catal¨¢n? Golpe de Estado, se lo est¨¢ llamando, aunque mejor ser¨ªa decir autogolpe, ya que tambi¨¦n violar¨¢ el vigente Estatut. Otras voces m¨¢s templadas hablan de huida hacia delante, aunque se trata m¨¢s bien de destruir hacia atr¨¢s, en una pol¨ªtica de tierra quemada. En realidad, estamos ante la cr¨®nica de un desacato anunciado que tiene mucho de golpe medi¨¢tico, destinado a reforzar m¨¢s la hegemon¨ªa cultural del independentismo. Demasiados catalanes se dejar¨¢n impresionar por ese gesto publicitario de rebeld¨ªa ¨¦pica con que les ciegan sus secuestradores, cayendo v¨ªctimas del s¨ªndrome de Estocolmo. Y el contraataque unitario organizado por La Moncloa no har¨¢ m¨¢s que atizar el fuego heroico del ardor sedicioso, en ese desigual combate entre el truculento radicalismo de los activistas y la sensata prudencia de los moderados.
En todo caso, lo que s¨ª resulta inadmisible es que una asamblea legislativa se comporte como una asamblea universitaria, proclamando su delirante insumisi¨®n ante el ordenamiento legal establecido. Como dir¨ªa Lenin, el extremismo es la enfermedad infantil del nacionalismo. La desobediencia civil s¨®lo la pueden ejercer los ciudadanos y exponi¨¦ndose a las sanciones penales. Pero nunca sus representantes electos ni mucho menos las autoridades p¨²blicas. Y confundir ambos planos infringiendo la legalidad desde el Parlamento significa violar las reglas de juego y caer a sabiendas en el fraude de ley, lo que implica el retorno a la barbarie incivil. Algo que iguala a la casta secesionista no con el digno modelo escoc¨¦s o quebequ¨¦s sino con la indigna Liga Norte padana o lombarda, reforzando el paralelismo que ya ha quedado establecido entre la corrupci¨®n de las famiglias Pujol y Bossi.
?Qu¨¦ esperanza nos queda? Es evidente que la confrontaci¨®n entre Madrid y Barcelona resultar¨¢ contraproducente, pues la reacci¨®n de rechazo ante tan irresponsable aventurerismo deber¨ªa proceder de la propia Catalu?a. Es preciso que el fraudulento Mas abandone de una vez el terreno de juego expulsado no por la CUP sino por el propio p¨²blico, asqueado de tanta trampa y juego sucio. Y entretanto llega ese necesario momento, hay que abrir canales de di¨¢logo a fin de negociar el d¨ªa de despu¨¦s, cuando haya que reconstruir el arrasado solar catal¨¢n. Una negociaci¨®n de reforma constitucional que debe incluir el derecho a decidir tal como fue planteado y aceptado por el propio Constitucional en su sentencia del 25 de marzo de 2014. Pero lo que nunca se puede pactar en una negociaci¨®n as¨ª es nada que signifique avalar, consentir o asumir la violaci¨®n de la legalidad. Jam¨¢s se debe ofrecer impunidad a la pol¨ªtica de forzar la ley, ni siquiera como precio a pagar para restablecer la convivencia civil. Por eso resulta imperativo que Artur Mas abandone el escenario pol¨ªtico.
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