?Naciones del Reino Unido de Espa?a?
El acomodo de Catalu?a o el Pa¨ªs Vasco en Espa?a puede girar alrededor del concepto naci¨®n, pero como todas las palabras, esta est¨¢ cargada de interpretaciones y de pol¨ªtica
¡°Yo me comprometer¨ªa a alcanzar un acuerdo de reforma constitucional con el PSOE en 48 horas¡±, asegura el diputado del Partido Popular Gabriel Elorriaga. ¡°La democracia espa?ola requiere reformas profundas. No hace falta una causa general sobre la Constituci¨®n, pero hay que dar un impulso de reacci¨®n democr¨¢tica y avanzaremos mucho castigando con rapidez a los que roban. Debemos dar la batalla por la reforma constitucional, combatir la narrativa victimista y del privilegio¡±, enfatiza Ignacio Astarloa, ex secretario de Estado para la Seguridad y profesor de Derecho Constitucional.
EL PP no est¨¢ en contra de la reforma, no, al menos, de una cierta reforma constitucional, aunque en pleno desaf¨ªo secesionista y a pocas semanas de las elecciones generales, no ve condiciones pol¨ªticas para darle su espaldarazo. ¡°Lo que veo es un debate nacionalista sobre c¨®mo burlar al Tribunal Constitucional, veo que el reconocimiento de la identidad y la lengua y todos los recursos que los espa?oles pusimos en 1978 han sido utilizados no para la integraci¨®n sino para fabricar independentistas¡±, afirma Elorriaga. Los populares temen que un gesto de su parte sea interpretado como concesi¨®n al chantaje independentista y desconf¨ªan, adem¨¢s, de la utilizaci¨®n del t¨¦rmino naci¨®n, el concepto tot¨¦mico sobre el que los nacionalismos catal¨¢n y vasco erigen un pretendido derecho a la formaci¨®n de un Estado. No pocos juristas que buscan una salida constitucional a la actual situaci¨®n inspir¨¢ndose en la f¨®rmula ¡°suficiente para Catalu?a y aceptable para Espa?a¡± creen, sin embargo, que la palabra naci¨®n debe hacerse expl¨ªcita por el alto valor simb¨®lico que posee en los nacionalismos catal¨¢n y vasco, aunque convenientemente desacralizada y formulada en clave cultural.
¡°El concepto de naci¨®n ha sido reformulado y modernizado profundamente. De hecho, el Consejo de Europa dice que no es un concepto pol¨ªtico, fundamento de la soberan¨ªa, sino un sentimiento personal de pertenencia a una comunidad cultural, ling¨¹¨ªstica o de otro tipo. Eso significa que una comunidad asentada en un territorio puede incluir a personas con diferentes sentimientos de pertenencia nacional y que es perfectamente posible compatibilizar el sentimiento de pertenencia a una naci¨®n cultural y a la naci¨®n c¨ªvica que la integra¡±, explica Alberto L¨®pez Basaguren, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad del Pa¨ªs Vasco. En la sentencia del 31/2010 del 28 de junio en la que abord¨® la Reforma del Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a, el Tribunal Constitucional ya rebati¨® en un tono seco y contundente el concepto pol¨ªtico de naci¨®n que manejan los nacionalistas: ¡°De la naci¨®n puede, en efecto, hablarse como una realidad cultural, hist¨®rica, ling¨¹¨ªstica, sociol¨®gica y hasta religiosa. Pero la naci¨®n que aqu¨ª importa es ¨²nica y exclusivamente la naci¨®n en sentido jur¨ªdico-constitucional. Y en ese espec¨ªfico sentido, la Constituci¨®n no conoce otra que la naci¨®n espa?ola¡±.
Francisco Rubio Llorente, expresidente del Consejo de Estado, abunda en esos fundamentos: ¡°Un pilar clave de la reforma es ponerse de acuerdo sobre lo que entendemos por naci¨®n espa?ola. No habr¨ªa inconveniente en aceptar que Catalu?a es una realidad nacional, pero siempre que se entendiera por naci¨®n una entidad que no implique el derecho a la creaci¨®n de un Estado. Al igual que Reino Unido, Espa?a englobar¨ªa a una serie de naciones que llevan siglos viviendo juntas. La Constituci¨®n actual ya da a entender que somos una naci¨®n de naciones aunque me parece que no se ha hecho pedagog¨ªa sobre eso¡±, apostilla. El gran jurista toca as¨ª el nervio de lo que algunos constitucionalistas proponen como mito fundacional del Espa?a: la existencia de una naci¨®n mayoritaria y otras minoritarias que quieren vivir juntas.
El tiempo ha venido a demostrar que la definici¨®n de Espa?a como ¡°naci¨®n de naciones¡±, alumbrada en su d¨ªa por el ensayista Anselmo Carretero, fue un hallazgo feliz que desde el punto de vista t¨¦cnico-jur¨ªdico permite ahora abordar sin tanto estr¨¦pito el car¨¢cter plurinacional del Estado. Pero otra cosa es la reacci¨®n pol¨ªtica del sistema y de la opini¨®n p¨²blica. ?Resultar¨ªa escandaloso establecer en el T¨ªtulo Preliminar de la nueva Constituci¨®n que Espa?a es un Estado plurinacional que integra las realidades nacionales de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco o, como en el caso de Quebec, servir¨ªa una solemne resoluci¨®n parlamentaria proclamando que los quebequeses (catalanes y vascos) constituyen una naci¨®n dentro de Canad¨¢ (Espa?a)? Tampoco Jos¨¦ Mar¨ªa Gil Robles, expresidente del Parlamento Europeo y dirigente del PP, ver¨ªa un problema en el t¨¦rmino naci¨®n si quedara circunscrito al ¨¢mbito simb¨®lico. ¡°Esa imagen como de las mu?ecas rusas: Catalu?a dentro de Espa?a, Espa?a dentro de Europa, me parece estupenda¡±, comenta. Al igual que otros pol¨ªticos del PP, recela de las propuestas de crear estatutos espec¨ªficos para Catalu?a y Euskadi. ¡°Cuando se quieren crear espa?oles de primera es porque va a haber espa?oles de segunda¡±, indica.
Es la asimetr¨ªa, derivada de la singularidad, la que puede hacer descarrillar el proyecto de reforma pese a que la gran mayor¨ªa de los juristas descartan que la particularidad pueda traducirse en privilegios o ventajas econ¨®micas en una Espa?a federal. ¡°Todo federalismo tiene partes heterog¨¦neas, pero una cosa son las asimetr¨ªas de facto y otras las de iure (por derecho), que como en el caso del r¨¦gimen foral permiten establecer diferencias estructurales¡±, apunta Josep Maria Castell¨¢. ¡°La singularidad de Catalu?a y Euskadi deber¨ªa estar acompa?ada de un trato competencial diferencial. Ampliar las competencias exclusivas o concurrentes en materias como la organizaci¨®n territorial, educaci¨®n, cultura, justicia, r¨¦gimen de lengua propia, derecho civil o seguridad no tiene por qu¨¦ verse como privilegio, pero s¨ª, se trata de una cuesti¨®n delicada¡±, admite Joaqu¨ªn Tornos, jurista catal¨¢n que forma parte del grupo de expertos consultados por el PSOE. Autor de un ensayo comparativo Escocia-Catalu?a, Joaqu¨ªn Tornos se suma al numeroso grupo de constitucionalistas que respaldan la aplicaci¨®n del principio de ordinalidad financiera y plantean un nuevo c¨¢lculo del cupo vasco para que tambi¨¦n Euskadi d¨¦ cumplida cuenta de la solidaridad. Aunque muchos de ellos consideran que el r¨¦gimen foral es un cuerpo extra?o al constitucionalismo, pocos reclaman en estos momentos la eliminaci¨®n del Concierto Econ¨®mico Vasco y del Convenio navarro.
Precisamente, mientras el secesionismo catal¨¢n declara infructuosa la reforma, el nacionalismo vasco emite se?ales de que quiere estar presente en los consensos que vayan labr¨¢ndose. En los foros de debate, el representante de la ejecutiva del PNV I?aki Goikoetxea transmite la idea de que su partido busca un acomodo razonable en el futuro marco constitucional. Se trata de conjurar el riesgo de que las autonom¨ªas fiscales vasca y navarra acaben pagando los platos rotos, pero no deja de ser revelador que el nacionalismo vasco asuma el concepto de la ¡°Espa?a plurinacional¡± y no rechace negociar en t¨¦rminos de solidaridad el montante del cupo.
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