Rajoy el humano
El presidente sale indemne de la campa?a (y del plasma) mostrando su lado personal, reaccionando con categor¨ªa en Pontevedra¡ y haciendo trampas
Por m¨¦ritos propios, m¨¦ritos accidentales y dem¨¦ritos ajenos, Mariano Rajoy ha sobrevivido a la campa?a haci¨¦ndose hombre, es decir, rompiendo la cuarta pared con galanura y convirtiendo el parto del plasma en una ocasi¨®n providencial para humanizarse.
Un hombre mesurado, sensato, ha parecido Rajoy cuando golpe¨® su rostro aquel exaltado y corpulento mocet¨®n de 17 a?os. Aplomo de torero viejo opon¨ªa Rajoy al espont¨¢neo. Se levantaba de la cornada sin mirarse. Y moderaba el apasionamiento con que sus rapsodas pretend¨ªan convertirlo en el m¨¢rtir de una escalada subversiva.
Hemos visto al presidente sufrir y sudar estas ¨²ltimas semanas. Lo hemos visto como un tipo entra?able en el sof¨¢ de Bert¨ªn. Y campechano en la mesa camilla de la Campos. Rajoy ha logrado incluso reponerse al momento m¨¢s dif¨ªcil de la campa?a: el asedio verbal de Pedro S¨¢nchez delante de 9,8 millones de espectadores.
Se le desorbitaba el ojo a Rajoy y le temblaba el pie izquierdo como a un escolar en apuros. Se le mudaba la color, que dir¨ªa un revistero decimon¨®nico. Y pretend¨ªa ¡ª?consegu¨ªa?¡ª desde un victimismo impostado que sus votantes percibieran que mano de piedra S¨¢nchez estaba sacudiendo a un se?or mayor.
Por eso la prensa m¨¢s leal al presidente ha resuelto que el adjetivo indecente, un KO metaf¨®rico, predispuso el KO concreto de Pontevedra. Una conclusi¨®n temeraria de la que ha abjurado el propio Rajoy. Y no s¨®lo porque ¨¦l mismo particip¨® de la refriega verbal creando un insulto ¡ª¡°ruiz¡±¡ª y prodigando otro muchos m¨¢s graves que ¡°indecente¡± ¡ªlamentable, deleznable, miserable, ruin¡ª, sino porque el relato de la espiral es una manipulaci¨®n y porque distanciarse de ella le ha otorgado grandeza.
Era una cualidad que no le hab¨ªan visto de manera tan elocuente sus votantes. Un Rajoy que elude el papel de v¨ªctima y que antepone la responsabilidad. Un jefe de Gobierno zarandeado, vulnerable, que despierta la solidaridad y el abrazo de los ciudadanos.
Tambi¨¦n pudo con ellos cuando se supon¨ªa que iban a proporcionarle una encerrona. Me refiero al programa de La Sexta Noche. Le desaconsejaron sus asesores acudir a la cueva del diablo. Le previnieron del azufre, del aquelarre que iban a organizarle. Y Rajoy sali¨® airoso: preg¨²ntenme lo que quieran, que ya respondo yo lo que me da la gana.
Pues ocurre que este Rajoy tan humano, ¡°humano demasiado humano¡± dir¨ªa Nietzsche, tambi¨¦n lo ha sido para hacer trampas. Trampas como valerse a su antojo de la TV p¨²blica, de eludir el debate con sus adversarios. Trampas como mandar al frente a Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, sabiendo que a ella no iban a abrumarla con la corrupci¨®n ¡ªpor edad, por generaci¨®n, por implicaci¨®n¡ª a diferencia de Pedro S¨¢nchez en el mano a mano.
Trampas y ardides. Ninguno tan h¨¢bil como plantear la campa?a en los t¨¦rminos de una pelea entre segundos. Tanto se zarandeaban entre ellos Iglesias, Rivera y S¨¢nchez, tanto reluc¨ªa en el pecho la medalla de oro del campe¨®n. Con una paradoja y un escarmiento: Rajoy va a ganar las elecciones, pero es el candidato que menos opciones tiene de gobernar.
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