El espa?olito extraordinario

Antes de ser candidato a la presidencia del Gobierno, Albert Rivera hizo todo para llegar a ser eso, y de ah¨ª se pueden calibrar las ganas con que la coger¨ªa. En ambici¨®n no le supera ning¨²n rival, dicho sin pensar que eso sea malo. Tal vez se le acerca Pablo Iglesias, pero a ¨¦l le ha entrado a ¨²ltima hora, cuando ha visto que un milagro era posible. Para Rivera fue imposible siempre, pero no se rindi¨®. Ni Mariano Rajoy, cuyo paso m¨¢s arriesgado fue dejar su plaza de registrador de la propiedad en Santa Pola, ni Pedro S¨¢nchez, que sobrevivi¨® y encima gan¨® unas primarias del PSOE, han demostrado mayor capacidad de sacrificio.

Albert Rivera, es sabido, es uno que sali¨® en bolas en los carteles electorales y fue jurado de El comecocos. Todo un programa de televisi¨®n. Tambi¨¦n se plantaba tan pancho a hablar en castellano en el Parlamento catal¨¢n mientras todos le hac¨ªan risitas y ha estado al borde de la desaparici¨®n pol¨ªtica varios meses, o incluso a?os, de su carrera. Bien mirado, ha sido as¨ª la mayor¨ªa del tiempo. Pero ahora es su momento. Cualquier resultado ser¨¢ bueno y de todos modos sea el que sea lo explicar¨¢ muy bien.

Lo peor que tiene Albert Rivera, o quiz¨¢ en su oficio es lo mejor, es que no se sabe nunca lo que est¨¢ pensando. Un poco como le pasa a su partido. Pero por alguna raz¨®n tiene a veces una mirada triste, como uno que para su edad ha vivido mucho. Eso no se ensaya, lo tienes o no lo tienes.

Tiene pinta de empoll¨®n, de capit¨¢n del equipo de debate y de empleado de La Caixa, y es normal porque ha sido las tres cosas. Tambi¨¦n campe¨®n de nataci¨®n. Pero su mayor ¨¦xito ha sido el de pol¨ªtico autodidacta y construir su partido, Ciudadanos, en torno a ¨¦l, el ciudadano Rivera, que es el nuevo espa?olito, un tipo normal haciendo cosas extraordinarias, como ¨¦l dice, y hasta ahora es verdad. Habr¨¢ que ver si finalmente llega al poder, que es una ordinariez.