Alea iacta est
Un domingo es un domingo es un domingo, que dir¨ªa Gertrude Stein, aunque este sea el domingo del siglo. El que puede cambiar la pendular cadencia de un pa¨ªs acostumbrado al dos eran dos los partidos en el Gobierno. Y un domingo es sagrado, aunque solo se crea en la propia gloria y en la del pr¨®jimo. ?Es o no gloriosa esta estampa de paisanos bajo los ficus de la plaza de Correos de Alicante dej¨¢ndose acariciar por el mismo sol de todos los inviernos? Ah¨ª est¨¢n, arrullados por la misma paloma que simboliza la paz y el mismo beb¨¦ que encarna el futuro desde que el mundo es mundo. Casi dan ganas de levantar el ¨ªndice y pedir otra de ca?as, Manolo, antes o despu¨¦s de resolver la papeleta. La suerte est¨¢ echada.
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