Gran transacci¨®n
Podemos repite la arcaica estrategia de la crispaci¨®n: un nuevo Pacto del Tinell contra Rajoy
El rey ha muerto, viva el rey. Traducido al escenario post 20-D: el bipartidismo ha muerto, viva la confrontaci¨®n bipolar. Pues s¨®lo hay dos alternativas antag¨®nicas: Gobierno del PP gracias a la abstenci¨®n del PSOE o frente popular de la izquierda con los soberanistas. Y la salida de nuevas elecciones que algunos preconizan no har¨ªa m¨¢s que profundizar la polarizaci¨®n, con un PP recrecido tras reabsorber a Ciudadanos frente al bloque popular integrado que Podemos liderar¨ªa para entonces. Un escenario de pluralismo polarizado (como el teorizado por Hallin y Mancini) que nos devuelve a los tiempos de la gran crispaci¨®n, cuando el Pacto del Tinell pretendi¨® excluir al PP.
Todo ello a causa del sectarismo de nuestros pol¨ªticos, cuyo miope af¨¢n de poder s¨®lo les impulsa a destruir el juego del rival a cualquier precio, por lesivo que resulte para el inter¨¦s general. Es la estrategia de la crispaci¨®n: el habitus pol¨ªtico heredado que yo denomin¨¦ ¡°ideolog¨ªa espa?ola¡± y que ahora llaman ¡°vieja pol¨ªtica¡± para diferenciarla de la que supuestamente habr¨ªan de traernos los partidos emergentes. Pero no hay tal, pues los modos y maneras de lucha por el poder que ahora esgrime Podemos no hacen m¨¢s que reproducir de forma corregida y aumentada la arcaica estrategia de la crispaci¨®n. De ah¨ª el nuevo Pacto del Tinell que ahora se propone contra Rajoy.
Podemos reclama a la vez una reforma constitucional y un cord¨®n sanitario para excluir al PP
Pero olvidemos el oportunismo de corto plazo para recordar cu¨¢les son los verdaderos problemas de nuestro pa¨ªs, que atraviesa una grave crisis institucional para cuya resoluci¨®n se precisa una profunda reforma constitucional, como condici¨®n necesaria para la regeneraci¨®n democr¨¢tica. Una reforma constitucional que est¨¢ en el programa pol¨ªtico de todos los partidos y que el propio Podemos ofrece al PSOE como base para pactar. Pero aqu¨ª aparece una flagrante contradicci¨®n pues, a la vez que se solicita proceder a la reforma constitucional, al mismo tiempo, se reclama un cord¨®n sanitario para excluir al PP. Y eso implica ocultar que para reformar la Constituci¨®n hace falta un consenso un¨¢nime, y no porque as¨ª lo exijan nuestras leyes sino por pura l¨®gica pol¨ªtica, pues las reglas de juego s¨®lo se pueden reformar por consenso. Lo que exige incluir al PP en el proceso de negociaci¨®n.
Por eso me parece que las dos alternativas que ahora se ofrecen ¡ªo gran coalici¨®n a la alemana o frente de izquierdas a la portuguesa¡ª constituyen un dilema falaz. Pues en lugar de esas dos salidas en falso lo que necesitamos es una gran transacci¨®n, que sirva de llave maestra para abrir la segunda transici¨®n hacia la regeneraci¨®n democr¨¢tica. Una gran transacci¨®n en la que participen todos, desde el PP hasta Podemos y los nacionalistas catalanes y vascos, para poder acordar entre todos un nuevo consenso constitucional capaz de sustituir al ya envejecido de 1978. Y si para abrir esa etapa de transacci¨®n multilateral hace falta negociar con el PP, permitiendo a cambio que siga gobernando, pues adelante: todo con tal de salir del actual callej¨®n sin salida que condena a nuestra democracia a la impotencia.
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