Roquetas: tres historias y un crimen
La Guardia Civil ha detenido a tres j¨®venes de etnia gitana presumiblemente relacionados con el asesinato del guineano apu?alado la madrugada de Navidad
Todo crimen tiene al menos dos historias, la de la v¨ªctima y la del verdugo. En este caso, tiene al menos tres. El cuerpo de 41 a?os de Amisao Nadjabarar yace desde la madrugada del d¨ªa de Navidad en el Instituto Anat¨®mico Forense de Almer¨ªa. Presenta "varias pu?aladas, tres o cuatro", seg¨²n los investigadores, "en costado y est¨®mago". Hasta all¨ª fue a buscarlo su hermano Tom¨¢s el s¨¢bado pasado, reci¨¦n llegado de celebrar la Nochebuena en Albacete con su familia y acompa?ado de un jefe de la comandancia de la Guardia Civil. "Solo le vi la cara y el torso, con profundas heridas circulares, entiendo que por motivo del an¨¢lisis del forense", cuenta.
Aunque a¨²n no se conocen los resultados de la autopsia, parece que muri¨® "desangrado como un perro", en palabras de Julio Costa, primo del fallecido y presidente de la Asociaci¨®n Guineanos Unidos de Almer¨ªa.
El alcalde de Roquetas de Mar, Gabriel Amat, tambi¨¦n presidente del PP almeriense, de la Diputaci¨®n y un experto en esquivar a la justicia en los muchos casos de corrupci¨®n que le atenazan, ya se ha apresurado a hablar de "incidente aislado" y a ofrecer ayuda para sufragar los gastos de la repatriaci¨®n del cad¨¢ver hasta Canchungo, un pueblecito al noroeste de Guinea Bissau, desde donde vino a Espa?a Amisao hace casi nueve a?os.
"Nos ha costado mucho lograr la convivencia en un pueblo con 30.000 inmigrantes de 110 nacionalidades, ahora est¨¢ todo tranquilo, hay que dejar que la Guardia Civil termine de trabajar y tambi¨¦n a los jueces, pero nadie puede tomarse la justicia por su mano", dice Amat al hilo de los disturbios que se sucedieron tras la muerte de Amisao, cuando un grupo de sus compatriotas tom¨® las calles y prendieron fuego a varios contenedores. Cuatro fueron detenidos tras los altercados y despu¨¦s puestos en libertad". Y tres j¨®venes de etnia gitana eran detenidos este jueves como "presuntos implicados en el crimen". Pero lo cierto es que la calma es a¨²n tensa y que los guineanos se re¨²nen y hablan de "conflicto interracial" y anuncian movilizaciones hasta que no se sepa qui¨¦n es el culpable.
"Amisao lleg¨® en un pesquero hasta Canarias", relata su hermano Tom¨¢s. "Despu¨¦s se fue a Madrid a buscar trabajo y estuvo all¨ª con un primo hasta que en 2008 se acab¨® el trabajo en la construcci¨®n por la crisis y se vino a La Mojonera, al lado de Roquetas, donde ha vivido en el cortijo del agricultor para el que trabajaba hasta ahora".
Todo el mundo sabe que ha muerto, menos Dominga, su madre, su mujer y sus cinco hijos de entre 14 y dos a?os, a los que mandaba dinero mensualmente. "Llaman y no les cogemos el tel¨¦fono", confiesa Tom¨¢s con los ojos henchidos de l¨¢grimas. Y hasta ah¨ª la historia de la v¨ªctima.
La del asesino o los asesinos, en cambio, est¨¢ a¨²n llena de inc¨®gnitas, pese a los tres ¨²ltimos arrestados. Se sabe, por los testigos, que el criminal es "un joven de raza blanca". Que no conoc¨ªa a Amisao". Que presumiblemente viv¨ªa en "el bloque de la Shell", como se conoce al edificio colindante con la gasolinera de esa marca, donde realojaron a una treintena de familias gitanas hace cinco a?os, tras demoler las casas que ocupaban en el centro de Roquetas.
All¨ª, a escasos metros de donde tuvo lugar la reyerta, detuvieron los agentes a los presuntos culpables, horas despu¨¦s de que los investigadores asegurasen: "Lo tenemos centrado pero pertenece a un clan muy extenso y est¨¢ escondido con alg¨²n familiar o familiares que le encubren", comentaba uno de los guardias movilizados para esclarecer el caso desde Sevilla, Madrid y Zaragoza hasta este pueblo del poniente almeriense flanqueado por dos mares: el Mediterr¨¢neo y el de pl¨¢sticos de los invernaderos. "Esta fuera de la provincia", aseguraban.
La operaci¨®n sigue abierta y bajo secreto de sumario. No se descartan nuevas detenciones. El delegado del gobierno de Andaluc¨ªa, Antonio Sanz, tras anunciar los arrestos, manten¨ªa las reservas sobre los tres presuntos culpables: "El grado de implicaci¨®n deber¨¢ determinarlo el juez".
El llamado "bloque de la Shell" est¨¢ a las afueras del pueblo y desde la madrugada del d¨ªa de Navidad era una especie de fort¨ªn levantado a base de cordones de seguridad y coches patrulla de la Guardia Civil que limitaban todos los accesos. Nadie entraba ni sal¨ªa sin que se le controlase la documentaci¨®n. "No nos dejan salir, esto es un gueto", se quejaba Manuel, vecino del edificio, un vendedor ambulante que cambi¨® una casa de alquiler en C¨®rdoba por tres pisos de protecci¨®n oficial para toda la familia. Nadie se?alaba a nadie. Muchos estaban en la calle pero nadie vio nada. Y en el pueblo todo quedaba a reducido a que "un gitano ha matado a un moreno". Pero no es la primera vez. Ya en 2008 muri¨® de modo muy parecido un senegal¨¦s, y en la memoria colectiva de unos y otros, resucitan de forma difusa otros tres casos.
Tierra de nadie
El bloque de la discordia esta en tierra de nadie. No pertenece ni al barrio Joaquinico, donde se concentran otras familias gitanas; ni a la zona de las 200 viviendas, donde vive la mayor parte de los ciudadanos subsaharianos que encontraron trabajo hace a?os bajo los invernaderos sobre los que ha crecido esta poblaci¨®n del poniente almeriense econ¨®mica y demogr¨¢ficamente. Hoy Roquetas cuenta con entre 90.000 y 95.000 almas --en funci¨®n de si se cuentan los inmigrantes irregulares--, de las que un 30% son extranjeras. Y aqu¨ª viene la tercera historia de este crimen.
La comunidad inmigrante mayoritaria es la rumana, seguida de la marroqu¨ª y la subsahariana. Muchos de los primeros se dedicaron durante a?os a trabajar en cuadrillas en la construcci¨®n, pero lleg¨® la crisis del ladrillo y miraron hacia la vega, donde ya se hab¨ªan ido asentando de uno en uno senegaleses, guineanos, nigerianos... La competitividad laboral no ha ayudado a mejorar las relaciones entre dos etnias.
"Los morenos vienen aqu¨ª buscando a las putas de los cortijos de al lado, esto es un ir y venir de gente y tenemos ni?os", se queja Juan, vecino del bloque. Otros hablan de "una familia conflictiva" y de que "cobraban por pasar por sus dominios". Al final ocurri¨® lo que muchos esperaban. Unos se encontraron en el lugar de paso de los otros. "Todos sab¨ªamos que ese era un punto caliente, a nadie le ha extra?ado lo sucedido", apunta Juan Pablo Yakubiuk, concejal de Izquierda Unida del municipio.
La calle del Valle de La Orotava flanquea uno de los laterales del edificio. Es paralela a la carretera que va de Roquetas a La Mojonera, y se pierde en un camino entre cortijos e invernaderos. A escasos 500 metros del bloque ocupado por las familias gitanas, hay dos viviendas de campo de planta baja reconvertidas en prost¨ªbulos, donde principalmente trabajan prostitutas nigerianas. Las noches son un trasiego de hombres que acuden en busca de los favores sexuales de esas mujeres. "Yo no lo he visto", dice el alcalde Amat, "pero mandar¨¦ a Sanidad a que haga una inspecci¨®n", agrega.
En la madrugada del 25 de diciembre, Amisao ven¨ªa con otros tres amigos por ese camino. Iban en dos coches. Al llegar a la altura del edificio de los gitanos, se encontraron con que otros dos veh¨ªculos les cortaban el paso. ?l iba de copiloto y, "al ver que no se apartaban se baj¨® para ver que pasaba", seg¨²n la versi¨®n de sus acompa?antes. La osad¨ªa le cost¨® la vida. La respuesta de uno de los aludidos, en plena celebraci¨®n callejera de la Nochebuena, fue un rosario de pu?aladas.
Los compatriotas guineanos huyeron del lugar asustados, aunque a uno le dio tiempo a tomar la matr¨ªcula de uno de los coches que les imped¨ªa el paso. El asesino y sus acompa?antes se esfumaron. Amisao qued¨® tendido en el suelo, mientras llegaban la ambulancia y la polic¨ªa, alertadas desde la gasolinera cercana por sus amigos. Lo encontraron aun con vida, pero muri¨® antes de que pudieran llev¨¢rselo, dejando un reguero de sangre en aquella esquina, aun visible.
Los incidentes posteriores abrieron los telediarios el d¨ªa de Navidad y ocuparon las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos. Los compa?eros de Amisao apedrearon el bloque de viviendas de los gitanos y quisieron comprar gasolina para prenderle fuego. La Guardia Civil, para templar los ¨¢nimos en lo que ya era un polvor¨ªn, les prometi¨® apresar al culpable en las horas siguientes. Pero no fue as¨ª. Y entonces, a los amigos de la v¨ªctima se unieron muchos de los subsaharianos de las 200 viviendas que volvieron a tomar las calles de forma violenta, rompiendo escaparates y mobiliario urbano en el centro de la ciudad a modo de protesta. Una semana despu¨¦s, hay tres detenidos pero la tensi¨®n persiste. Los guineanos advierten: "No habr¨¢ paz hasta que no haya justicia".
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