Anticipando la frustraci¨®n
La frustraci¨®n y el desacuerdo de amplias capas de la sociedad catalana por su relaci¨®n con Madrid es innegable
Para colmar sus notorias ambiciones, Pablo Iglesias ha forjado una alianza en Catalunya que puede resultar tan fruct¨ªfera como peligrosa. La frustraci¨®n y el desacuerdo de amplias capas de la sociedad catalana por su relaci¨®n con Madrid es innegable. El mero hecho de que exista tal demanda indica que debe ser atendida. Pero hacerlo sin partir de presupuestos realistas no har¨¢ sino constatar que tampoco Podemos es capaz de superar el muro contra el que la izquierda lleva a?os estrell¨¢ndose.
Hace m¨¢s de una d¨¦cada el acuerdo m¨²ltiple entre el PSOE de Zapatero, el PSC de Maragall, ERC e ICV empujaba al mismo tiempo una agenda social y otra de autogobierno de Catalunya. Pero el nuevo Estatuto de Autonom¨ªa fue severamente diezmado en Madrid. Primero, en el Congreso, bajo la batuta de un hist¨®rico del socialismo andaluz, Alfonso Guerra. Despu¨¦s, en un Tribunal Constitucional dominado por los conservadores. Como consecuencia, Zapatero perdi¨® el apoyo de ERC, mientras el PSC se ve¨ªa sometido a una tensi¨®n sin precedentes entre su pulsi¨®n catalanista y sus votantes ajenos al nacionalismo, en su mayor¨ªa clase obrera del cintur¨®n rojo metropolitano de Barcelona. El PSOE de hoy no puede permitirse volver a tal dilema, lo que hace inasumible la exigencia de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n.
El problema no se limita a las organizaciones de ¨¢mbito estatal. Un partido tan netamente independentista y de izquierdas como la CUP acaba de someterse a un dilema que casi lo parte en dos. De hecho, al ser preguntados por una hipot¨¦tica alianza entre la formaci¨®n anticapitalista y una variante de las candidaturas mixtas integradas por Podemos en Catalunya, las facciones de las CUP mantienen sus diferencias: quienes dec¨ªan que no a Mas dar¨ªan el s¨ª a semejante pacto, y viceversa.
La moraleja es clara. Llevar adelante de manera simult¨¢nea una ¡°revoluci¨®n¡± social y otra nacional requiere de mayor¨ªas que parecen ser mutuamente excluyentes. Ahora y en el futuro. Si el d¨ªa de ma?ana Podemos consiguiese gobernar gracias a una coalici¨®n con fuerzas nacionalistas bajo la promesa del refer¨¦ndum, cabe preguntarse c¨®mo la cumplir¨ªa sin contar con la improbable mayor¨ªa necesaria en el Congreso. Y qu¨¦ tensiones se crear¨ªan entre el n¨²cleo de un partido que naci¨® para luchar en la arena econ¨®mica y social, m¨¢s que en la territorial, y un sat¨¦lite catal¨¢n que define su propia trayectoria, como tanto subraya Ada Colau.
Ahora mismo, Iglesias y sus aliados parten de posiciones que est¨¢n m¨¢s lejos que cerca del centro pol¨ªtico, por el cual debe pasar cualquier soluci¨®n negociada. Ignorar este hecho puede reportar ¨¦xitos inmediatos gracias a la polarizaci¨®n, pero a largo plazo solo alimenta el enfado y la frustraci¨®n de quienes ver¨¢n sus expectativas defraudadas una vez m¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.