La carambola de Iglesias
El l¨ªder de Podemos ¡°ejecuta¡± a Rajoy y a S¨¢nchez con la misma bala de plata
La pasividad de Rajoy y la ceguera de Pedro S¨¢nchez han permitido a Pablo Iglesias eliminar a los dos rivales con la misma jugada. No s¨®lo pacta con el l¨ªder socialista la evacuaci¨®n del presidente. Convierte a S¨¢nchez en su reh¨¦n, bien para controlar a su antojo el hipot¨¦tico gobierno de coalici¨®n o bien para provocar una crisis existencial y estructural en el Partido Socialista si finalmente se malogra el ardid de la investidura sanchista.
Tiene el PSOE razones para sentirse humillado por Iglesias. Y tiene S¨¢nchez motivos para perseverar en su obcecaci¨®n. Aceptando incluso que el l¨ªder de Podemos lo haya investido presidente y admitiendo que accede a la Moncloa por ¡°una sonrisa del destino que le tendr¨¢ que agradecer¡±.
Fue la expresi¨®n condescendiente o vejatoria que utiliz¨® Iglesias en la comedia de los equ¨ªvocos. El l¨ªder de Podemos se ha atribuido las prerrogativas para quitar el tim¨®n al Rey, proclamarse vicepresidente, formar Gobierno y designar a S¨¢nchez con los honores de una marioneta.
No parece darse cuenta el l¨ªder socialista de la trampa. Y tendr¨¢n que despertarlo los barones o los patriarcas, aunque la hip¨®tesis de una fractura en el PSOE a prop¨®sito del sortilegio tambi¨¦n beneficia la estrategia de Iglesias. Porque no est¨¢ claro si quiere pactar para hundirlo o quiere hundirlo para pactar, oteando la hegemon¨ªa de las izquierdas.
Ya se ha ocupado S¨¢nchez de sumarse al encantamiento, declarando incluso que los votantes socialistas no entender¨ªan que se frustrara un pacto de Gobierno con Podemos, como si no hubiera sido ¨¦l mismo quien abjuro de ¡°los populistas¡±. Y como si no hubiera sido Iglesias quien retrat¨® a S¨¢nchez en el b¨²nker de la casta junto a Mariano Rajoy.
Pablo Iglesias manda por incomparecencia y negligencia ajenas. Marca el paso. Interviene con una jugada secreta y providencial para evitar cualquier pacto de Estado entre PSOE y PP desde la bisagra de Podemos.
El acuerdo triangular se antojar¨ªa una soluci¨®n sensata si no fuera porque Rajoy y S¨¢nchez a¨²n no se han levantado del debate que arbitr¨® Campo Vidal. Permanecen ensimismados en su rencor y en su odio, no ya subordinando el t¨®pico de la la altura de miras a su propio resentimiento, sino haciendo de sus respectivos partidos un abuso instrumental.
Se impone la conveniencia de una retirada cautelar. Pedro ha renunciado a ella porque ha ca¨ªdo en la artima?a Pablo. Y Rajoy se ha colocado entre bambalinas, y¨¦ndose sin irse, esperando que S¨¢nchez se carbonice y reaparecer ¨¦l con las alas del ave f¨¦nix.
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