Rajoy le hace ¡®la cobra¡¯ a S¨¢nchez
El l¨ªder del PSOE jubila con educaci¨®n al presidente del Gobierno
Mariano Rajoy y Pedro S¨¢nchez, o al rev¨¦s, inventaron la f¨®rmula de reunirse por separado. Tan separados estaban que ni siquiera se dieron la mano delante de los fot¨®grafos.O no se la dio Rajoy a S¨¢nchez. Le hizo la cobra, dej¨® a su colega desamparado, como si estuviera pidiendo limosna, escenificando con premeditaci¨®n la distancia jer¨¢rquica.
Semejante desprecio malograba el ¨²nico inter¨¦s del encuentro. Que consist¨ªa en la pedagog¨ªa social y en demostrar a los espa?oles la predisposici¨®n al di¨¢logo, aunque fuera con la precariedad de las se?ales de humo. Y entonces ocurri¨® que a la reuni¨®n de media hora le sobraron 29 minutos. Se consumi¨® el tiempo en generalidades y se cumplieron todas las expectativas respecto a la vacuidad del mano a mano. Mariano Rajoy considera inconcebible apoyar a Pedro S¨¢nchez ni abstenerse, del mismo modo que S¨¢nchez aprovech¨® la rueda de prensa para jubilar al l¨ªder del PP: ¡°V¨¢yase se?or Rajoy¡±, sostuvo impl¨ªcitamente el l¨ªder socialista consciente de su papel de actor dominante.
La cuesti¨®n es cu¨¢nto tiempo va a mantenerlo. Y c¨®mo va a resolverse este periodo de incertidumbre que re¨²ne coyunturalmente a un presidente que no acaba de marcharse y otro que no termina de llegar. S¨¢nchez se desenvuelve como un ¡°protopresidente¡± que dilata su periodo de gracia antes de someterse al rigor de la aritm¨¦tica y al conflicto de la ambig¨¹edad. Querer, querr¨ªa gobernar con Ciudadanos. Poder, solo puede hacerlo con Podemos y con el chantaje nacionalista, pero, entre tanto, estas semanas de autosugesti¨®n le est¨¢n proporcionando motivos para conservar el liderazgo del PSOE, incluso en la eventualidad de unas elecciones anticipadas.
La prueba est¨¢ en que Felipe Gonz¨¢lez desaconsej¨® a Susana D¨ªaz en la televisi¨®n org¨¢nica de Canal Sur postularse a la secretar¨ªa general. S¨¢nchez le ha devuelto cierta autoestima al PSOE y ha asumido el optimismo antropol¨®gico de Zapatero. Declar¨®, por ejemplo, que la reuni¨®n con Rajoy hab¨ªa sido ¨²til. Y se demostr¨® dicharachero, acaso en contradicci¨®n con los nervios y la decadencia del presidente del Gobierno. Que protegi¨® de nuevo a Rita. Que dio la cara por Esperanza. Y que perseveraba en las enso?aciones del estadista ¡ªEuropa, la inmigraci¨®n siria, el desaf¨ªo brit¨¢nico, la recesi¨®n mundial¡ª porque no parece asumir ¡ªni parece mencion¨¢rselo su corte¡ª que la corrupci¨®n acordona el buque fantasma de G¨¦nova.
¡°Aqu¨ª el presidente soy yo¡±, sobrentend¨ªa el empaque institucional de Mariano Rajoy, aferr¨¢ndose con obstinaci¨®n a los ¨²ltimos destellos del cetro. Lleg¨® a decir que no descarta someterse a la investidura, recreando un pasaje de su discurso que revest¨ªa m¨¢s ternura que petulancia. No sabemos con certeza qui¨¦n ser¨¢ el pr¨®ximo presidente. Sabemos, a cambio, qui¨¦n no lo ser¨¢.
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