Ya se han casado

Es muy tentador recrearse en el lenguaje nupcial para referirse a las novedades pol¨ªticas. Rivera y S¨¢nchez desempe?an el papel de novios en el altar, del mismo modo que Iglesias se atiene al papel de amante despechado, provisto como tal de recursos para represaliar el matrimonio eclesi¨¢stico entre el PSOE y Ciudadanos.

Lo escenifican Rivera y S¨¢nchez confortados en el consenso y en la responsabilidad, pero la euforia del amor les est¨¢ haciendo subestimar la aritm¨¦tica. El maridaje no suma. Requiere, como m¨ªnimo, la abstenci¨®n de Podemos en la segunda vuelta -no es veros¨ªmil que se abstenga el PP-, aunque impresiona la mansedumbre con que Iglesias, de momento, ha aceptado la maniobra de tah¨²r de Pedro S¨¢nchez.

El l¨ªder socialista encerraba en la sala roja del Congreso -no es una met¨¢fora- a los valedores y subdelegados del "gran acuerdo de la izquierda" mientras ¨¦l se reun¨ªa en solitario con Rivera para suscribir "el peque?o acuerdo con la derecha".

La solemnidad del matrimonio aspira a sugestionar el panorama pol¨ªtico con la ret¨®rica del "Gobierno del cambio", pero no resultar¨¢ sencillo a S¨¢nchez seducir a Iglesias otorg¨¢ndole un papel de voyeur, cuando no sexualmente pasivo. Activo no puede serlo de ninguna manera porque el modelo territorial y econ¨®mico de Rivera discrepa en t¨¦rminos antag¨®nicos, absolutos, del que representa Podemos.

Ser¨ªa el contexto en que Iglesias, despojado de toda iniciativa y del papel de narrador omnisciente, deber¨ªa acceder a una abstenci¨®n, justificada en la m¨¢xima "todo menos Rajoy", aunque se antoja complicado identificarlo en una posici¨®n tan gregaria. Iglesias mutar¨ªa de hipervicepresidente a col¨ªder de la oposici¨®n, se resignar¨ªa a hacer presidente a Pedro S¨¢nchez sin facultades para tutelarlo en la Moncloa.

La buena noticia del acuerdo entre S¨¢nchez y Rivera es que ha habido un acuerdo. La mala consiste en la evidente precariedad. Y en la represalia que Iglesias pueda organizar al PSOE, partiendo incluso de la reuni¨®n humillante concebida en la sala roja.

No es que Pedro S¨¢nchez se hubiera ausentado. Tampoco compareci¨® siquiera su primer negociador, Jos¨¦ Enrique Serrano, pero los actores despechados de la trama, Izquierda Unida y Comprom¨ªs incluidos, han encontrado razones para explorar una gran alianza camino de las elecciones anticipadas y a expensas del PSOE.

Se tratar¨ªa, en suma, de incorporar a Podemos el mill¨®n de votos de IU, afianzar la lealtad de las confluencias y conseguir el sorpasso a los socialistas en el umbral del 26J. Conviene recordar que Podemos aspira, en primer lugar, a la hegemon¨ªa de la izquierda. Por eso cuesta trabajo, mucho trabajo, creer que Iglesias, pudiendo o queriendo ser la reina, acepte llevar las arras a S¨¢nchez y Rivera para que sean felices y coman perdices.