La ¨²ltima tortura de Rajoy
Una parroquia pontevedresa, Louriz¨¢n, est¨¢ detr¨¢s de la declaraci¨®n de ¡°non grato¡± del presidente, el primero que recibe ese ¡®castigo¡¯ en la ciudad
Una l¨ªnea de m¨¢s de un siglo cruza los destinos de Eugenio Montero R¨ªos y Mariano Rajoy Brey. Los dos nacieron en Santiago y los dos hicieron vida en Pontevedra. Montero R¨ªos, al igual que Rajoy, fue ministro de varias carteras y lleg¨® a estar frente al Consejo de Ministros, si bien solo unos meses. Pero lo que ha unido su carrera pol¨ªtica es una peque?a parroquia pontevedresa, Louriz¨¢n, que alberga un lugar llamado Os Praceres (Los Placeres) que fue a finales del XIX un ¡°para¨ªso¡±, seg¨²n el documentalista Lukas Santiago. ¡°Un para¨ªso¡±, dice, ¡°perdido¡±.
?se fue el lugar elegido por Montero R¨ªos para rehabilitar un palacio del siglo XV, el Pazo de Louriz¨¢n, una residencia de verano de enormes jardines llenos de cipreses, cedros, magnolias, araucarias o camelios. El poderoso hombre de la Restauraci¨®n hizo de Louriz¨¢n el epicentro de la convulsa actividad pol¨ªtica y social de la ¨¦poca, y alrededor del Pazo crecieron un pabell¨®n de invitados ilustres, una Casa de Ba?os y una iglesia que mand¨® construir el viejo cacique, y en la que est¨¢n enterrados hoy ¨¦l y su mujer.
Os Praceres se convirti¨® entonces, a finales del XIX y principios del XX, en un lugar de turismo del que se conservan fotograf¨ªas de ba?istas en un paraje de arena y mar, frecuentado por muchos de los visitantes de Montero R¨ªos y por otros atra¨ªdos por la belleza de la R¨ªa de Pontevedra. De la zona sal¨ªa, seg¨²n Santiago, autor de un documental que atestigua el auge y decadencia de Louriz¨¢n, el mejor y m¨¢s productivo banco marisquero de Galicia, un lugar en el que crec¨ªa la cr¨ªa de molusco destinada para todos los bancos gallegos.
La Empresa nacional de celulosa sepult¨® el turismo de la zona en los 50
La Guerra Civil y la posguerra dinamitaron el para¨ªso, y en 1957 se instal¨® a los pies de la R¨ªa de Pontevedra una f¨¢brica, la Empresa Nacional de Celulosa (Ence), que sepult¨® la recuperaci¨®n tur¨ªstica y paisaj¨ªstica de Louriz¨¢n. La empresa fue inaugurada por Franco seis a?os despu¨¦s, en 1963. El NO-DO inform¨® de la relevancia de una industria pujante que dar¨ªa empleo a la provincia a trav¨¦s de empleos directos e indirectos gracias a su impacto forestal. En la actualidad, Ence da trabajo a 366 personas y a unos miles (la empresa defiende que son 5.000; los opositores matizan que son menos) de forma inducida.
Para entender el grado de crispaci¨®n alcanzado en Pontevedra a ra¨ªz de la pr¨®rroga de la f¨¢brica en la R¨ªa 60 a?os m¨¢s, hasta 2073, hay que situarse en 2007. Antes, el bipartito del PSdG-BNG fue incapaz de encontrar una soluci¨®n, pero ese a?o por primera vez el PP atendi¨® la demanda de la sociedad local, expresada en manifestaciones, de trasladar la empresa a otro lugar de la comarca. Se pretend¨ªa de esta forma conservar los puestos de trabajo y la pujanza empresarial, y abrir de nuevo una zona tur¨ªstica privilegiada en la costa. Fue el PP de Pontevedra a trav¨¦s de su candidato Telmo Mart¨ªn el que rompi¨® la baraja con el apoyo del candidato a la Xunta, entonces en la oposici¨®n, Alberto N¨²?ez Feij¨®o.
Un asunto ¡°personal¡±
La pr¨®rroga de 70 a?os concedida por el Gobierno cay¨® como una bomba
Por fin en 2009, el programa del PP gallego incluy¨® el traslado de Ence como promesa electoral por primera vez en su historia. Feij¨®o gan¨® las elecciones con mayor¨ªa absoluta. En junio de ese a?o calific¨® el reto como un asunto ¡°personal¡±. Tres a?os despu¨¦s el conselleiro de Medio Ambiente dijo que Ence deber¨ªa abandonar la R¨ªa y que su marcha era ¡°obligada¡±. Un mes despu¨¦s el Gobierno central iniciaba una reforma de la Ley de Costas que permitir¨ªa a Ence seguir en la R¨ªa. Feij¨®o en la nueva campa?a, 2012, volvi¨® a incluir en su programa la determinaci¨®n de que la f¨¢brica pastera abandonase la costa. Tras ganar las elecciones, dijo que hab¨ªa dos posibilidades: que se fuese o que se quedase. Dos a?os despu¨¦s, dijo que las cifras del paro no permit¨ªan que Ence pudiese marcharse de Pontevedra. El alcalde de la ciudad, Fern¨¢ndez Lores (BNG), mont¨® en c¨®lera.
La movilizaci¨®n social promovida especialmente por la Asociaci¨®n Pola Defensa da R¨ªa (APDR) no par¨® esos a?os. Las manifestaciones frenaban delante de la f¨¢brica reclamando el cese de su actividad. En los ¨²ltimos tiempos Ence se ha prodigado en cumplir la ley medioambiental y certificar que el aire de Pontevedra superaba los par¨¢metros de calidad recomendados por la OMS. Siempre que se le pone en entredicho reacciona con campa?as publicitarias en prensa (incluida la nacional en los ¨²ltimos d¨ªas) para defender su actividad y reclamar que no se le utilizase en la lucha pol¨ªtica.
La pr¨®rroga de 60 a?os concedida por el Gobierno hace dos semanas cay¨® como una bomba en Pontevedra. Ni siquiera los que estaban a favor de su continuidad esperaban una decisi¨®n as¨ª de un presidente ejerciendo en funciones. La condici¨®n de pontevedr¨¦s de Rajoy exasper¨® lo suficiente a Marea Pontevedra y PSdG para reclamar su declaraci¨®n de non grato, una iniciativa plenaria que nunca se hab¨ªa emprendido en Pontevedra y que tiene un recorrido pol¨¦mico: Rajoy fue el candidato m¨¢s votado en las ¨²ltimas elecciones generales, y cuando el PP recupere el poder municipal lo primero que har¨¢ ser¨¢ derogar la condici¨®n de su l¨ªder, especialmente sensible a la percepci¨®n que se tiene de ¨¦l en la sociedad local.
Ence evidencia un problema social y ecol¨®gico de primer orden que se extender¨¢ m¨¢s de medio siglo. Y condena a Louriz¨¢n, el para¨ªso perdido, a 60 a?os m¨¢s como patio trasero de Pontevedra. Eso, y la estampa de Pontevedra llena de chimeneas industriales a los pies del mar, impidiendo su revalorizaci¨®n tur¨ªstica y ecol¨®gica, es lo que no le perdonan muchos pontevedreses a Rajoy.
El contexto es m¨¢s grave. En 2001, cuando se cre¨ªa que la mala suerte de los vecinos de Louriz¨¢n hab¨ªa sido suficiente, la Xunta proyect¨® un tren de mercanc¨ªas que atravesase la ¨²nica plaza del pueblo en direcci¨®n al puerto de Mar¨ªn. Hubo resistencia vecinal, disturbios y detenciones. Finalmente, un d¨ªa de 2002 los vecinos asistieron pasmados a la inauguraci¨®n de un tren que recorr¨ªa la plaza, cortada a la mitad por las v¨ªas. Iban en ¨¦l 300 invitados de la Xunta del PP. Pleitearon y la justicia les dio la raz¨®n: aquello no s¨®lo era un sinsentido sino algo peor, era ilegal. La administraci¨®n no ha cumplido la sentencia y no tiene intenci¨®n de hacerlo nunca.
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