Vitoria, la mayor matanza de la Transici¨®n
Cinco trabajadores murieron en la carga policial de hace 40 a?os contra una asamblea laboral
A las 17.10 del 3 de marzo de 1976, polic¨ªas armados de la Compa?¨ªa de Reserva de Miranda de Ebro y de la guarnici¨®n de Vitoria penetraron en la parroquia de San Francisco, en el barrio de Zaramaga de la capital alavesa, usando gases lacrim¨®genos para desalojar a 4.000 trabajadores en huelga all¨ª reunidos. Los trabajadores empezaron a salir y, a pocos metros de la puerta del templo, algunos fueron alcanzados por pelotas de goma y disparos de armas de fuego. En el mismo lugar de los hechos murieron Pedro Mar¨ªa Mart¨ªnez, de 27 a?os, y Francisco Aznar, de 17; Romualdo Barroso, de 19, gravemente herido, expiraba poco despu¨¦s. Dos de los otros 42 heridos de bala, Jos¨¦ Castillo, de 32 a?os, y Bienvenido Pereda, de 30, fallecieron posteriormente.
Fue la mayor matanza de la Transici¨®n, nunca aclarada, porque ni se investig¨® ni se celebr¨® juicio. Eso s¨ª, precipit¨® la ca¨ªda del presidente del Gobierno Carlos Arias Navarro, al que el rey Juan Carlos I relev¨® en julio por Adolfo Su¨¢rez para que impulsara la Transici¨®n a la democracia.
30 a?os despu¨¦s, un dictamen encargado por el Gobierno vasco al Instituto Valent¨ªn de Foronda, que fue coordinado por los historiadores Jos¨¦ Antonio P¨¦rez y Carlos Carnicero, cubri¨® parcialmente ese vac¨ªo. Su resultado lo asumi¨® el Parlamento aut¨®nomo.
?C¨®mo fue posible la matanza de unos trabajadores desarmados? P¨¦rez se?ala: ¡°Las fuerzas antidisturbios, en una Espa?a sin libertades, no respetaron los derechos humanos e hicieron un uso irresponsable y quiz¨¢s criminal de armamento de guerra ante a un problema de orden p¨²blico que les desbord¨®¡±.
Campanadas a muerto en Zaramaga
Memoria en el Congreso. Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, los sucesos de Vitoria se colaron el mi¨¦rcoles en el debate de investidura. El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, tuvo al inicio de su intervenci¨®n palabras de recuerdo a los cinco muertos en la brutal represi¨®n de la polic¨ªa contra los participantes en la asamblea en la iglesia del barrio de la Zaramaga. Tambi¨¦n el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, aludi¨® a la matanza al comienzo de su discurso.
Homenaje. El Ayuntamiento de Vitoria, del PNV, homenaje¨® el mi¨¦rcoles al cantautor Llu¨ªs Llach, ahora diputado en el Parlament catal¨¢n por Junts pel S¨ª, para agradecerle que dedicara su canci¨®n Campanades a morts a la ciudad y los sucesos de 1976.
El relato de hechos del dictamen, que incluye numerosos testimonios, as¨ª lo avala. Veinte minutos antes de su intervenci¨®n, la polic¨ªa impidi¨® entrar a la iglesia a otros 4.000 trabajadores, que acud¨ªan a la asamblea, convocada tras varias semanas de conflictos laborales. Cuando el gobernador civil, Rafael Land¨ªn, orden¨® el desalojo con gases lacrim¨®genos, salt¨¢ndose la autorizaci¨®n eclesial de emplear la parroquia, obligatoria por el Concordato vigente, los antidisturbios se vieron atrapados entre quienes sal¨ªan y los que estaban fuera. Ese fue el argumento del capit¨¢n de la Polic¨ªa Armada Jes¨²s Quintana para justificar la masacre: ¡°Cogidas entre ambas masas opuestas en actitud amenazadora y agresiva, se utilizaron hasta agotarse todos los medios antidisturbios y, tras su carencia, fue precisa la utilizaci¨®n de armas de fuego¡±. Aludi¨®, incluso, al empleo de armas por los trabajadores.
P¨¦rez replica: ¡°Nunca fue probado ese hecho. Nunca apareci¨® casquillo, cartucho, arma blanca u objeto incendiario procedente de los concentrados. Por contra, los reunidos en la parroquia se negaron al desalojo por temor a ser golpeados por la polic¨ªa. Fue el p¨¢nico producido por la asfixia, tras los gases, lo que provoc¨® su salida atropellada. Es cierto que quienes estaban fuera arrojaron objetos a la polic¨ªa para posibilitar la salida de los reunidos¡±.
Casi 4.000 obreros se hab¨ªan reunido en una iglesia en una jornada de huelga
El historiador subraya que qued¨® clara ¡°la contundencia excesiva de los antidisturbios que procedieron al empleo insistente de armas de fuego. En la radio policial se oy¨®: ¡®Que desalojen por las buenas; si no, a palo limpio¡±.
El dictamen tambi¨¦n atribuye el desastre a la insuficiencia de los medios antidisturbios convencionales. Las grabaciones policiales revelan, recuerda P¨¦rez, que los agentes agotaron buena parte de su material por la ma?ana y a partir de ese instante dispararon con armas de fuego ¡ªtiros que se cifran en ¡°m¨¢s de mil detonaciones¡±¡ª. Incluso llegaron a reconocerlo: ¡°Hemos contribuido a la paliza m¨¢s grande de la historia; ha sido una masacre¡±.
En la radio policial se escuch¨®: ¡°Que salgan por las buenas o a palo limpio¡±
El empleo de armas de fuego no result¨® tan casual. Esa misma ma?ana ya se utilizaron para reprimir manifestaciones convocadas por la huelga general. Cinco d¨ªas despu¨¦s, en otra manifestaci¨®n en Basauri (Bizkaia) convocada en solidaridad con las v¨ªctimas de Vitoria , mor¨ªa por disparos de la Guardia Civil el joven de 18 a?os Vicente Ant¨®n Ferrero.
Sobrese¨ªdo y prescrito
Ante la gravedad de los hechos, un juzgado de Vitoria instruy¨® el caso por el ataque policial. Carnicero relata el recorrido de aquella causa: ¡°Al poco, decidi¨® inhibirse a favor de la justicia militar y esta lo rechaz¨®. El 20 de mayo de 1976 lo asumi¨® el juzgado de Vitoria, pero, al reconocer el jefe de los antidisturbios el uso de armas de fuego, lo envi¨® al Tribunal de Orden P¨²blico y este litig¨® con la justicia militar, que zanj¨® la Sala de Competencias del Supremo al obligar a la justicia militar a asumir el caso¡±. Y prosigue: ¡°En marzo de 1977, la justicia militar reconoci¨® la existencia de un delito de homicidio. Pero como no hab¨ªa averiguado qui¨¦nes fueron los autores, procedi¨® a su sobreseimiento provisional, siendo, finalmente, prescrito¡±.
P¨¦rez resalta que el dictamen concluy¨® que ¡°hubo responsabilidades penales claras¡± y que ¡°las decisiones las tomaron funcionarios del Reino de Espa?a, sin poder determinar responsabilidades personales¡±.
Esta conclusi¨®n no satisfizo a la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del 3 de Marzo. Su presidente, Andoni Txasko, admite que existe un reconocimiento a las v¨ªctimas y asume que los asesinos se beneficiaran de la amnist¨ªa. ¡°Pero es necesario abrir los procesos para aclarar lo ocurrido y restar credibilidad a la versi¨®n policial, seg¨²n la cual los agresores fueron los trabajadores, y saber si la orden de disparar procedi¨® del Gobierno Civil o del Gobierno central¡±, incide.
Una tragedia que aceler¨® el cese de Arias Navarro
Las responsabilidades penales individuales de los sucesos de Vitoria nunca se aclararon. ¡°La orden de desalojo parti¨® del Gobierno Civil. Si fueron ¨®rdenes superiores al gobernador o si el modo de desalojo fue decisi¨®n de los mandos es dif¨ªcil de determinar sin la existencia de pruebas concluyentes¡±, se?ala el historiador Carlos Carnicero, quien asegura que no hubo voluntad de investigar lo sucedido, pues se sab¨ªa qu¨¦ compa?¨ªas intervinieron.
S¨ª tuvo, sin embargo, consecuencias pol¨ªticas relacionadas con el cese, cuatro meses despu¨¦s, del presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, y del ministro de Gobernaci¨®n, Manuel Fraga. El Rey mantuvo una tensa reuni¨®n con el jefe del Ejecutivo en torno a lo ocurrido.
¡°Los hechos de Vitoria tuvieron la suficiente publicidad nacional e internacional, lo que, sin duda, contribuy¨® en la decisi¨®n de cambio de Ejecutivo en julio de 1976¡±, defiende Carnicero. Tambi¨¦n aceler¨® la unidad de la oposici¨®n, con la fusi¨®n de la Junta Democr¨¢tica y la Plataforma de Convergencia Democr¨¢tica dos semanas despu¨¦s.
Sigue habiendo sospechas de que aquel Gobierno utiliz¨® la matanza de Vitoria ¡°como amenaza frente a la proliferaci¨®n de conflictos laborales, tras la muerte del dictador Franco¡±, a?ade el especialista.
Parad¨®jicamente, ninguno de los agresores fue detenido. Fueron encarcelados tres l¨ªderes sindicales e indultados cinco meses despu¨¦s por el ya presidente Adolfo Su¨¢rez.
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