Iglesias y el beso de Tosca
El l¨ªder de Podemos cambia la m¨¢scara triste por la alegre para vampirizar a S¨¢nchez
La relaci¨®n de Pablo Iglesias con la idea teatral de la pol¨ªtica explica que unas veces aparezca con la m¨¢scara triste y otras comparezca con la m¨¢scara alegre. Alterna una suerte de bipolaridad igualmente propicia esparcir cal viva que a regalar un beso apasionado.
Por eso conviene desconfiar de su estrategia de cortejo. Iglesias quiere besar a S¨¢nchez, es verdad, pero con los colmillos afilados y en la yugular. Quiere vampirizar al l¨ªder socialista, convertir al PSOE en un partido an¨¦mico.
Y tiene el derecho a hacerlo. Porque su estrategia consiste precisamente en adjudicarse el liderazgo de la izquierda. Primero se ocup¨® de IU. Ahora lo hace con el PSOE en una estrategia de maltrato patol¨®gico, como ha escrito John M¨¹ller. Cuando Iglesias se percata de que se le ha ido la mano, opone a continuaci¨®n una mueca sonriente y conciliadora. Y siempre tiende una mano, cuando el problema es la otra mano.
El beso que propuso Iglesias con su m¨¢scara sonriente no fue el de Morfeo, sino el de Tosca, hero¨ªna de la ¨®pera de Puccini que venga el acoso del bar¨®n Scarpia clav¨¢ndole un cuchillo en el pecho cuando piensa ¨¦ste haberla seducido. "Questo ¨¨ il bacio di Tosca", exclama la diva, viendo caer al coloso delante de sus pies.
La escena es un buen escarmiento y una efectiva advertencia, aunque la jornada de ayer en el hemiciclo no parec¨ªa tanto una ¨®pera seria como un vodevil embarazoso. Y vergonzoso tambi¨¦n, toda vez que sus protagonistas frivolizaron con la emergencia pol¨ªtica en una competici¨®n que parec¨ªa premiar al mejor comediante.
Iglesias fue el primero. Neutraliz¨® la sobreactuada beligerancia mitinera del mi¨¦rcoles con otra sobreactuaci¨®n compensatoria. Ya no frunc¨ªa el ce?o ni perseveraba en la agresividad. Antepon¨ªa un espect¨¢culo de amor empalagoso, como si fuera Romeo cortejando a Julieta, lejos del odio visceral entre Capuletos y Montescos.
En vano evocaba a Shakespeare el l¨ªder de Podemos. Y en vano podr¨ªamos citar al pr¨ªncipe Hamlet en la fortaleza de Elsinor: "Dinamarca, Dinamarca". Despertemos del sue?o dan¨¦s y dejemos de hacernos los suecos. Si el parlamento es la c¨¢mara de representaci¨®n popular, no somos sino una corrala, una subasta de pescado, un aguafuerte fratricida de Goya por los siglos de los siglos.
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