Las vicisitudes de esta se?ora
La disoluci¨®n de responsabilidad de la Infanta en el 'caso N¨®os' culmina sin sorpresas con el testigo clave
La mayor pelea de este martes en el juicio del caso N¨®os surgi¨® sobre la identidad de la infanta Cristina, reducida a su DNI, el n¨²mero 14, a secas, y su colocaci¨®n en un papel, la constituci¨®n de la empresa Aizoon a medias con su marido, I?aki Urdangarin. La importancia de su nombre y escalaf¨®n se han reducido a eso. Se trata del famoso episodio del caso ¡ª¡°escena madre¡± llaman a esto los guionistas italianos¡ª en el que se habr¨ªa decidido poner su documento y nombre en primer lugar como ¡°escudo fiscal¡±. Es decir, el mero hecho de mentar el n¨²mero 14 en el mundo de los DNI creaba autom¨¢ticamente un campo magn¨¦tico de fuerza. Seg¨²n dijo el notario en su d¨ªa ante el juez, la idea era que si alg¨²n inspector de Hacienda distra¨ªdo husmeaba por all¨ª saldr¨ªa pitando presa del pavor reverencial en cuanto apareciera el DNI real en el ordenador, f¨¢cilmente reconocible.
Esta era la mentalidad dominante en aquellos a?os, antes de ayer, o eso pensaban los art¨ªfices de la idea. En el momento de la firma de esos papeles hab¨ªa dos civiles presentes que la ma?ana del martes, como testigos, se tiraron los trastos a la cabeza para negar que la idea hubiera sido suya: el asesor fiscal de los Urdangarin, Miguel Tejeiro, y el notario, Carlos Masi¨¢. Este ¨²ltimo cont¨® que Tejeiro insisti¨® mucho en varias ocasiones para que la Infanta estuviera siempre primera en todos los documentos, porque pertenec¨ªa a un exclusivo club de acceso restringido: ¡°Seg¨²n le hab¨ªan dicho, porque ¨¦l se codeaba con altos funcionarios de Hacienda, los DNI del uno al 10 eran de la familia de Franco, y del 11 al 100, de la familia real¡±. Fue entra?able resumir as¨ª la Transici¨®n.
Tuvo algo melanc¨®lico, de lo decepcionante y miserable que se puede volver al final la vida, asistir al espect¨¢culo de estos dos viejos amigos que ahora se odian. Se conocieron en una fiesta de Nochevieja en 1979, com¨ªan juntos una vez a la semana y cuando la realeza entr¨® en sus vidas, aquello que parec¨ªa tan emocionante, acabaron por liarse a pu?aladas. Pero es que no son los ¨²nicos, en este juicio son todo amistades podridas o interesadas que dejaron de tener inter¨¦s cuando se dispar¨® el de la Justicia, y el de todos nosotros, sobre ellos. Cuando prim¨® el inter¨¦s general sobre el particular.
Tejeiro y Masi¨¢ aparecieron como dos criados del teatro del siglo de oro que tramaban a espaldas de los nobles para sacarse su tajadita de un embrollo. Pero que una vez pillados y apaleados reculaban y hac¨ªan de nuevo gala de su pleites¨ªa. Una de las noticias es que Masi¨¢ se desdijo de lo declarado en la instrucci¨®n y se jug¨® una acusaci¨®n de falso testimonio, tal como anunci¨® la acusaci¨®n popular de Manos Limpias. Ya no estaba seguro de que Tejeiro le hubiera dicho que la Infanta deb¨ªa aparecer primero ¡°como escudo frente a Hacienda¡±. Este martes, en cambio, dijo: ¡°No me lo manifest¨® expresamente, me lo dio a entender¡±. ¡°?Se lo dijeron as¨ª de taxativo, s¨ª o no?¡±, le acorral¨® la presidenta del tribunal. Y concluy¨® que fue una insinuaci¨®n. De todos modos asegur¨® que ¨¦l desaconsej¨® ¡°totalmente¡± que la Infanta apareciera en los papeles, pues las sociedades mercantiles ¡°pueden sufrir infortunios importantes¡±. ¡°Vicisitudes¡±, dijo con elegancia, un buen eufemismo de sala de t¨¦. Intuici¨®n notable la de este notario, con la que ha ca¨ªdo. Pero no le hicieron caso. Se supone, o eso pretende demostrar la acusaci¨®n popular de Manos Limpias, que el matrimonio lo hizo as¨ª para repartirse luego el dinero que entraba. De todos modos, a preguntas del abogado de la Infanta, tanto Tejeiro como Masi¨¢ aseguraron que el orden de la inscripci¨®n de los socios de una empresa da igual. En resumen, se han desvivido y odiado, cegados por la aristocracia, por una trivialidad.
En la comparecencia anterior Tejeiro hab¨ªa dicho que eso del escudo fiscal era mentira y que el notario actuaba por ¡°odio¡± hacia ¨¦l, ¡°m¨¢s que para perjudicar a la Infanta¡±, a causa de un complicad¨ªsimo culebr¨®n familiar de pleitos y herencias entre los Masi¨¢ en el que se neg¨® a colaborar. Lo de los dramas cruzados entre familias en este juicio merecer¨ªa una saga televisiva. Tejeiro, testigo clave, prosigui¨® su rumbo iniciado la semana anterior: todo fue culpa de Diego Torres e I?aki Urdangarin, los responsables del Instituto N¨®os, y ha sido una ¡°absoluta canallada¡± que intenten descargar la responsabilidad sobre ¨¦l, que solo les llevaba los temas fiscales. Tambi¨¦n continu¨® trazando un cord¨®n sanitario en torno a la Infanta para salvarla de la quema. Hubo un di¨¢logo revelador con la letrada de Manos Limpias, Virginia L¨®pez Negrete:
¡ª?Le consta si era conocedora de las actividades de Aizoon?
¡ªNo me consta.
¡ª?Se est¨¢ usted sintiendo libre?
¡ªNo, pero no me consta.
Tejeiro se refer¨ªa al miedo que ha pasado en toda su declaraci¨®n de que le pongan una querella, tras la h¨¢bil jugada de la defensa de Torres de advertir que, como abogado que es, podr¨ªa vulnerar el secreto profesional si hablaba de los asuntos de sus clientes. Su relaci¨®n en el juicio con los matrimonios Torres y Urdangarin se podr¨ªa resumir con el t¨ªtulo de la obra de Jardiel Poncela: Cuatro corazones con freno y marcha atr¨¢s. Tejeiro declar¨® con el freno de mano puesto. ¡°Voy a ser prudente y no voy a decir todo lo que s¨¦¡±, lleg¨® a decir.
Al salvar a la Infanta Tejeiro salva tambi¨¦n a su hermana Ana Mar¨ªa, que en este rompecabezas de parientes es la mujer de Torres. Se resisti¨® a hablar de ella en todo momento. Es como si se hubieran dicho: a lo mejor acabamos mal, pero dejemos fuera de esto a las se?oras. As¨ª se refiri¨® Tejeiro a la Infanta, ¡°esta se?ora¡±, con un aire casi despectivo, en un momento de pundonor, de que le hab¨ªan tocado las narices. No solo se ha ido difuminando la responsabilidad de Cristina de Borb¨®n, tambi¨¦n su identidad. Todo el mundo ha citado hasta ahora su nombre de puntillas, rapidito o en voz baja, o con per¨ªfrasis, pero nadie con un apelativo tan insolente: ¡°A esta se?ora la he visto tres o cuatro veces en mi vida. Ha dicho que yo era una de las cuatro o cinco personas de su m¨¢xima confianza. No s¨¦ c¨®mo puede tener tanta confianza y luego perderla¡±. Como si esa se?ora se hubiera permitido demasiadas confianzas. El caso N¨®os ha logrado no solo que la gente ya no presuma de conocer a la Infanta, sino que se permita decirle que no ande por ah¨ª diciendo que les conoce. ¡°Ella tiene derecho a mentir, pero yo no¡±, remat¨®, en alusi¨®n a su condici¨®n de testigo.
Esta irreverencia de Tejeiro ha sido la puntilla al proceso de evaporaci¨®n de identidad y responsabilidad de la Infanta en el juicio, obra de todos los imputados y testigos hasta la fecha. Es uno de los pocos puntos en com¨²n de todas las declaraciones y la de Tejeiro era la ¨²nica que pod¨ªa deparar sorpresas. Quedan trescientos y pico testigos, alguno de renombre y empleados de la Casa del Rey, pero lo sustancial ha salido ya. El mantra com¨²n hasta ahora es que Urdangarin sab¨ªa mucho m¨¢s de lo que dice, pero la Infanta, al contrario, aun menos de lo que ella misma dice. Seg¨²n el notario, Tejeiro le dijo que la funci¨®n de la hermana del Rey ¡°era decorativa, simb¨®lica¡±. En fin, lo de siempre. Y le preguntaron si sab¨ªa lo que firmaba: ¡°No, jam¨¢s pregunt¨® nada (¡). Siempre renunci¨® a la lectura, solo firm¨®¡±. Si sale airosa del juicio habr¨¢ sido al precio de convertirse definitivamente en nadie.
Por lo dem¨¢s, la jornada depar¨® frases de admirable inconcreci¨®n, que hasta la abogada del Estado tuvo que rendirse entre risas. Ante preguntas sobre si eran normales algunas pr¨¢cticas, he aqu¨ª dos joyitas de Tejeiro y Masi¨¢, respectivamente: ¡°Poderse se puede, pero tampoco es poco com¨²n¡± y ¡°Muy habitual no es, pero tampoco es muy extra?o¡±. La falta de precisi¨®n alcanz¨®, obviamente, a asuntos m¨¢s importantes. Pregunt¨® L¨®pez Negrete a Tejeiro:
¡ª?Qu¨¦ me puede contar de esta mercantil, la sociedad Mixta ?frica?
¡ªMuy poco, la verdad.
Es una pena, porque con tantos folios de sumario este tema ha salido muy poco en el juicio y es interesante. Aizoon ¡ªformada ¨²nicamente, recordemos, por Urdangarin y su esposa¡ª fue contratada por Mixta ?frica, m¨¢s de 300.000 euros, para que le asesorara sobre un tema tan de andar por casa como el mercado inmobiliario africano. As¨ª, en general. Esta firma era liderada por el pr¨ªncipe saud¨ª Al-Waleed bin Talal, uno de los hombres m¨¢s ricos del mundo y amigo de Juan Carlos I. Tejeiro tampoco sab¨ªa, dijo, que la compra de acciones de Urdangarin en esa compa?¨ªa fue declarada falsa por la Agencia Tributaria. Hay tantas cosas que no se saben, y que tampoco se preguntan. Demasiadas vicisitudes las de estos se?ores.
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