Los obispos alzan la voz contra ¡°la incertidumbre y las exclusiones¡±
El cardenal Bl¨¢zquez sostiene que ¡°esta situaci¨®n tan dif¨ªcil puede dejar heridas en la convivencia social¡±
Desde las pasadas elecciones, numerosos obispos han alzado la voz de alarma ante la crisis pol¨ªtica y contra algunas de las reformas que afectan a su iglesia, anunciadas por varios partidos de la izquierda. Eran opiniones personales, advert¨ªan. Esta ma?ana lo han hecho colectivamente, mediante el discurso de su presidente, el cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Bl¨¢zquez, ante la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE), reunida en Madrid hasta el pr¨®ximo viernes. ¡°Estamos sumidos en la incertidumbre. Nos preocupa no solo el tiempo largo transcurrido, sino tambi¨¦n las exclusiones. Nos hallamos como en una encrucijada. Esta situaci¨®n tan dif¨ªcil y prolongada puede dejar unas heridas en la convivencia social que entorpezcan la comunicaci¨®n y el trabajo que a todos afecta. Abundan las descalificaciones personales. La desacreditaci¨®n mutua hace imposible una reflexi¨®n serena sobre los problemas b¨¢sicos y las tareas pendientes¡±, dijo.
La alarma del cardenal Bl¨¢zquez fue m¨¢s lejos, hasta el punto de ver en la crisis pol¨ªtica y el comportamiento de algunos l¨ªderes la resurrecci¨®n de las dos Espa?as. Cauto como siempre, lo dijo con palabras ajenas. ¡°Me permito citar a un observador penetrante de nuestra historia, pasada y presente. Son palabras impregnadas de preocupaci¨®n porque considera tales actitudes ya superadas en los decenios anteriores¡±. El l¨ªder episcopal se refiere al te¨®logo Olegario Gonz¨¢lez de Cardedal, quiz¨¢s el pensador cristiano con mayor autoridad entre el episcopado en el ¨²ltimo medio siglo. Refiri¨¦ndose a ¡°la perversi¨®n del lenguaje y la escisi¨®n y confrontaci¨®n de la sociedad en dos partes, la derecha y la izquierda, el te¨®logo proclama: ¡°Es una injusticia mayor reclamar para una de ellas la verdad de Espa?a neg¨¢ndosela a la otra, como si esta no existiera y no perteneciera a la ¨²nica historia, y sacando la consecuencia de no dialogar con ella. Esta postura reclama para s¨ª la ¨²nica que tiene dignidad cultural y posee la primac¨ªa moral, y con ello lanza una mirada despreciativa a la otra¡±.
A partir de esta opini¨®n, el cardenal Bl¨¢zquez sospecha que ¡°se han removido hasta los cimientos de nuestra convivencia como pueblo; cuando esto acontece y tememos que acontezca, vacilamos y nos sentimos desconcertados, mirando al futuro con particular aprensi¨®n¡±.
El alarmismo episcopal va m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica. Los prelados temen por el estatus de su confesi¨®n en la sociedad espa?ola, inmersa en un proceso de galopante secularizaci¨®n. Bl¨¢zquez expres¨® ese sentimiento recordando c¨®mo se gest¨® la Constituci¨®n de 1978, que para los obispos supuso un triunfo pese a que algunos de los grandes prelados de entonces la combatieron con virulencia. ¡°Aunque haya aspectos en los que el paso del tiempo nos indique la conveniencia de ser actualizados, no es razonable ni leg¨ªtimo poner en cuesti¨®n las l¨ªneas fundamentales de la misma; sin esta casa com¨²n quedar¨ªamos a la intemperie¡±, sostuvo.
La reforma de los Acuerdos con el Vaticano
Despu¨¦s de repasar los aspectos constitucionales en los que, seg¨²n el prelado, se sustentan los privilegios eclesi¨¢sticos y, en concreto, los llamados Acuerdos entre Espa?a y el Estado vaticano de 1976 y 1979, Bl¨¢zquez sentenci¨®: ¡°La Iglesia no aspira en Espa?a a ser privilegiada ni quiere ser preterida. Se siente en el derecho de reclamar la libertad religiosa y este mismo derecho quiere compartirlo con las dem¨¢s confesiones cristianas, con otras religiones y con quienes no se reconocen en ninguna religi¨®n. La aconfesionalidad significa que el Estado no profesa ninguna confesi¨®n religiosa para que todos se puedan sentir igualmente libres e igualmente respetados, garantizando una sociedad plural en lo religioso¡±.
Bl¨¢zquez, sin embargo, no descarta la necesidad de una reforma de lo concordado hace 40 a?os con la Iglesia romana mediante la reforma del concordato nacionalcat¨®lico de 1953. Lo expres¨® con estos recelos: ¡°La laicidad positiva, como expres¨® en alguna ocasi¨®n el Tribunal Constitucional, que implica cooperaci¨®n y neutralidad, se ha encauzado a trav¨¦s de los Acuerdos con la Santa Sede. En la presente encrucijada me ha parecido conveniente recordar el marco fundamental de nuestra convivencia como pueblo y sociedad. Si estos cimientos se conmovieran, nuestra convivencia se volver¨ªa insegura. Obviamente, ruptura es distinta de actualizaci¨®n, que en algunos aspectos pudiera ser oportuna¡±.
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