La guerra del cangrejo rojo
Isla Mayor (Sevilla), un pueblo en el que tres de cada cuatro personas viven de este crust¨¢ceo, se moviliza contra el fallo que proh¨ªbe la comercializaci¨®n de este invasor
Cuando en 1974 arribaron a Isla Mayor (Sevilla) los primeros 100 kilos de cangrejo rojo, nadie pronostic¨® que 42 a?os despu¨¦s esta especie invasora iba a colonizar cuantas marismas, ca?os y lagunas hay en Espa?a. De este municipio de 6.000 habitantes, que se ha quedado en vilo tras la sentencia del Supremo que proh¨ªbe la comercializaci¨®n de este animal,?tres de cada cuatro personas se ganan su jornal pescando, limpiando o comerciando el Procambarus clarkii?en cinco empresas que facturan en torno a 20 millones de euros anuales y son ¡ªseg¨²n sus datos¡ª el tercer mayor productor mundial de este crust¨¢ceo. En el pueblo comenz¨® hace semanas una protesta silenciosa: como si fuesen pasquines, en el alumbrado, en los balcones de las casas y en las fachadas de los edificios p¨²blicos cuelgan las redes y nasas de los pescadores. "Estamos muy nerviosos porque esta econom¨ªa sustenta a muchas familias. La gente de aqu¨ª no sabe qu¨¦ hacer porque se quedar¨¢ sin trabajo en cuanto la sentencia se publique en el Bolet¨ªn Oficial del Estado (BOE). El problema es que tampoco tienen una alternativa laboral y la opci¨®n es emigrar", dice el alcalde de Isla Mayor, Juan Molero (PSOE).
El fallo del Tribunal Supremo lleg¨® despu¨¦s de que Ecologistas en Acci¨®n recurriese para ampliar el Cat¨¢logo espa?ol de Especies Ex¨®ticas Invasoras, aprobado en 2013. Las compa?¨ªas del pueblo reaccionaron r¨¢pido: tras presentar al alto tribunal en abril un incidente de nulidad de actuaciones, que fue rechazado, para impugnar la sentencia al considerar que deb¨ªan haber sido emplazadas en el proceso por ser parte interesada, esta semana agotar¨¢n su ¨²ltima bala jur¨ªdica: entregar¨¢n al Constitucional un recurso de amparo. "Tambi¨¦n estamos en conversaciones con el Ministerio de Agricultura y la Consejer¨ªa de Medio Ambiente [de la Junta] porque creemos que es necesaria una respuesta conjunta que aporte estabilidad legal. No sabemos cu¨¢ndo se va a publicar el fallo en el BOE, pero esperamos que no sea pronto", cuenta Valent¨ªn Murillo, portavoz de las empresas.
En esta tierra de pescadores y arroceros, donde los campos de arroz se extienden interminables hasta el horizonte, todos los sectores econ¨®micos y partidos pol¨ªticos se quejan de la sentencia. Solo las asociaciones ecologistas, que tambi¨¦n son conscientes del conflicto social y econ¨®mico, defienden la erradicaci¨®n del crust¨¢ceo. Lola Yllescas, portavoz de Ecologistas en Acci¨®n en Andaluc¨ªa, cree que este animal, que puede llegar a medir hasta 15 cent¨ªmetros, ha alterado el entorno y, si se elimina, regresar¨¢ el ecosistema aut¨®ctono: "Sabemos que el fallo va a crear m¨¢s problemas que habr¨¢ que atajar, pero no somos legisladores ni tenemos que gestionar el territorio. Entendemos que es un problem¨®n, pero todos tenemos derecho a un medio ambiente saludable".
Cuando Yllescas argumenta que esta especie ha cambiado el ecosistema, se refiere a que ha esquilmado especies, como algunos anfibios, invertebrados y aves que dependen del suelo marino, una zona que el cangrejo rojo elimina. Tambi¨¦n dice que el cangrejo aut¨®ctono desapareci¨® tras la llegada del rojo en 1974, pero un estudio del CSIC demostr¨® en julio de 2015 que el llamado aut¨®ctono era en realidad italiano.?Miguel Clavero, investigador de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana ¡ªdependiente del CSIC¡ª, piensa, como Yllescas, que la irrupci¨®n de esta especie ha causado un cambio completo: "El que lo califiquemos de positivo o negativo depende de qu¨¦ especies midamos. Ha beneficiado a las que comen cangrejo y ha perjudicado a las que dependen del suelo marino. Ninguna ha desparecido del todo, pero hay zonas en las que ya no quedan algunos animales".
La evoluci¨®n del?procambarus clarkii fue explosiva en cuanto la gente, cuenta Clavero, lo comenz¨® a llevar en el coche para soltar en las marismas del Guadalquivir, en el Delta del Ebro y en cuantas aguas dulces hay en Espa?a. En solo unos a?os progres¨® una industria en Isla Mayor que dio trabajo a familias enteras. Francisco Galera, su mujer y sus hijos, por ejemplo, han vivido siempre de la comercializaci¨®n de esta especie. Galera, de 57 a?os, trabaja desde hace 35 ¡ª"cuando termin¨¦ la mili"¡ª pescando kilos y kilos de este crust¨¢ceo. Se levanta cada d¨ªa a las cinco de la ma?ana, a la hora m¨¢s fresca, para ir con su hijo a las marismas de los arrozales y a los canales. "Estamos muy consternados. Para el pueblo ser¨ªa la muerte porque habr¨ªa que abandonarlo. El arroz est¨¢ muy mecanizado y ya no da trabajo, e Isla Mayor pasar¨ªa a ser un municipio fantasma", dice Galera, que vende a las empresas de julio a octubre ¡ªcuando hay m¨¢s cangrejos¡ª los kilos que pesca a 70 c¨¦ntimos, y el resto del a?o a euro y medio. Su mujer se dedica a lo mismo, haciendo las redes que ¨¦l usa para pescar, y su hija trabaja en las f¨¢bricas. "Mis hijos quieren seguir con la tradici¨®n familiar. Es de lo que vivimos, lo que trae el pan a casa", cuenta.
Galera, como muchos otros en su pueblo, luce en su balc¨®n sus redes en se?al de protesta. Molero, su alcalde, ha pedido un plan b a la Junta por si los argumentos jur¨ªdicos fallan para poder seguir comercializando esta especie. De momento, ha habido reuniones con el Gobierno regional, que ha creado una comisi¨®n de trabajo entre distintas consejer¨ªas y ha pedido al Ministerio de Agricultura protecci¨®n para este sector, pero el tiempo corre hacia atr¨¢s para las empresas. La incertidumbre que produce la sentencia, cuenta el portavoz de las compa?¨ªas, ya les est¨¢ haciendo da?o porque hace que las sociedades con las que se relacionan sientan medio: "Un cambio en la ley necesita un a?o, pero nosotros no podemos esperar tanto porque no ser¨ªamos capaces de entrar otra vez en el mercado. Esta actividad ha pagado todo en orden. Si el d¨ªa de ma?ana nos dicen que no podemos dedicarnos m¨¢s a esto, se armar¨¢ una gorda porque el pueblo no tiene alternativa".
Si el cangrejo se deja de comercializar, otro sector que se ver¨ªa afectado ser¨ªa el de los arroceros. Estos crust¨¢ceos construyen cangrejeras en contra de la corriente del agua, de manera que perforan las carreteras y los caminos y estropean los cultivos. "Si se deja de pescar esta especie, todav¨ªa habr¨ªa m¨¢s y m¨¢s ejemplares que har¨ªan m¨¢s y m¨¢s da?o", expone Manuel Cano, el director gerente de la Federaci¨®n de Arroceros de Andaluc¨ªa. La opci¨®n de erradicar estos animales, explica el investigador del CSIC, tampoco es posible: "Yo defender¨ªa la eliminaci¨®n del cangrejo rojo si fuese viable, pero lo cierto es que no hay forma humana: son millones y millones de ejemplares en un ¨¢rea gigantesca que se reproducen a una velocidad de v¨¦rtigo. Hay que regular este sector".
Un municipio en torno al cangrejo rojo
En Isla Mayor, un municipio de la provincia de Sevilla de 6.000 habitantes, tres de cada cuatro personas viven directa o indirectamente del cangrejo rojo. La cuarta, se gana el sueldo con los cultivos de los arrozales.
En este municipio hay cinco empresas que son los terceros productores mundiales de esta especie, seg¨²n sus datos. Manejan un volumen de pesca de entre tres y cuatro millones de kilos anuales de cangrejo rojo y facturan en torno a 20 millones de euros. Las exportaciones, seg¨²n cuenta su portavoz, Valent¨ªn Murillo, constituyen un 85% de su producci¨®n y las hacen a pa¨ªses de la Uni¨®n Europea (Suecia, Finlandia, Dinamarca, B¨¦lgica, Alemania, Francia y Holanda) y EE UU. El 15% restante se vende en Espa?a.
Son 550 las personas de Isla Mayor que trabajan en las f¨¢bricas de estas cinco compa?¨ªas, pero los empleos indirectos ascienden casi a 4.000.
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