El mito del consenso
La soluci¨®n m¨¢s razonable ser¨ªa que los partidos se comprometieran a dejar gobernar al programa que sume m¨¢s diputados
El debate electoral se desplaza hacia la formaci¨®n de Gobierno. Los partidos juran que no se repetir¨¢ el fracaso anterior. Probablemente, la soluci¨®n m¨¢s razonable ser¨ªa que se comprometieran a dejar gobernar al programa que sume m¨¢s diputados aun sin mayor¨ªa absoluta. En la legislatura anterior fue la coalici¨®n PSOE-Ciudadanos. Ni PP ni Podemos quisieron esta salida. ?Por qu¨¦ tendr¨ªan que aceptarla ahora?
?Por qu¨¦ no ha sido posible en cuatro meses? ?Por qu¨¦ se ha vuelto tan dif¨ªcil formar Gobierno? Es f¨¢cil atribuirlo a la mezquindad de los dirigentes pol¨ªticos, al sectarismo de partido, al c¨¢lculo cortoplacista de sus intereses, o a las pir¨¢mides clientelares que impiden renovaciones ineludibles. Sin duda, pero darse por satisfecho con estas explicaciones, aparte de ahondar en el descr¨¦dito de la pol¨ªtica, elude el cambio social que ha causado el fin del duopolio PP-PSOE.
No olvidemos el origen inmediato de la complicaci¨®n: la sumisi¨®n de Zapatero y de Rajoy a la ortodoxia de la austeridad debilit¨® la confianza. ¡°No nos representan¡±, fue el grito que rompi¨® el bipartidismo. Despu¨¦s emergieron las fracturas sociales, es decir, la triple divisi¨®n de la sociedad: la ruptura de las amplias clases medias en dos partes (instalados y amenazados), la ruptura generacional por la falta de expectativas (que se traduce pol¨ªticamente en partidos de viejos y de j¨®venes), y la ruptura entre unas ¨¦lites que determinan los comportamientos pol¨ªticos y amplios sectores ciudadanos que se sienten dejados de la mano de Dios. A ello hay que a?adir las fracturas territoriales, que son tambi¨¦n expresi¨®n de un gran vac¨ªo europeo: las pol¨ªticas de la Uni¨®n amordazan a los gobernantes de cada Estado, pero la legitimidad sigue siendo nacional.
En estas condiciones, apelar al consenso es un recurso tan facil¨®n como irreal. Se dice: aparquen lo que les separa y avancen en lo que est¨¢n de acuerdo. Pero en la a?orada Transici¨®n, lo que un¨ªa a los partidos era, en buena parte, lo principal, ahora es lo secundario. De modo que centrarse en lo que se comparte ser¨ªa aplazar los problemas de fondo y ahondar la distancia con la ciudadan¨ªa, que vot¨® y votar¨¢ para que se hagan las cosas de otra manera. De ah¨ª, la dificultad de formar Gobierno: aceptar el consenso de m¨ªnimos que pueda proponer un partido gangrenado como el PP ser¨ªa, para los dem¨¢s, una claudicaci¨®n suicida. Me temo que es lo que se quiere imponer con el mito del consenso.
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