Y Mariano se fue vivo
La obsesi¨®n hacia Iglesias liber¨® de presi¨®n a Rajoy en un debate tan in¨¦dito como decepcionante
A Mariano Rajoy le sobraron las dos ¨²ltimas horas del debate, que fueron las dos primeras. S¨®lo necesit¨® los 15 segundos inaugurales de su turno para esgrimir que la investidura hab¨ªa de corresponder al partido m¨¢s votado. Que ser¨¢ curiosamente el PP, aunque el debate a cuatro, anorg¨¢smico hasta que sobrevino el guirigay de la corrupci¨®n, no permiti¨® reconocer ning¨²n aliado dispuesto a sostenerlo.
Se dir¨ªa incluso que se avecinan otras elecciones despu¨¦s de el 26-J, sobre todo porque Pedro S¨¢nchez, resignado al papel de ¨¢rbitro en la encuesta del CIS, anduvo igual de beligerante con Rajoy que con Iglesias. Y rechaz¨® el pacto que le ofreci¨® el l¨ªder de Podemos en la epifan¨ªa de la nueva izquierda y en la evacuaci¨®n del marianismo.
Necesitaba S¨¢nchez afirmarse, distanciarse de la polarizaci¨®n del debate. El problema es que las discrepancias hacia Iglesias, expuestas con galanter¨ªa, le quitaron presi¨®n a Rajoy, sosegado en su experiencia, en sus obviedades ¡ª"gobernar no es f¨¢cil"¡ª y en su paternalismo. Y satisfecho de que Rivera escogiera como rival al l¨ªder de Podemos. El todos contra Rajoy, m¨¢s elocuente cuando apareci¨® la sombra alargada de B¨¢rcenas, deriv¨® muchas veces en el todos contra Iglesias, hasta el extremo de que Rivera asumi¨® el papel m¨¢s inquisitorial. Acusando al colega Pablo de "enga?ar a los espa?oles", vapule¨¢ndolo con Venezuela y llev¨¢ndose de represalia, a cambio, la degradaci¨®n peyorativa de "escudero de Rajoy" con que Iglesias pretendi¨® retratarlo.
Fue un pasaje de relativa intensidad en un debate demasiado contenido y prudente. Salieron a empatar. Tanto se preocuparon de las maneras y de la cortes¨ªa que desenfocaron las obligaciones pol¨ªticas. Abusaron de los n¨²meros y de las estad¨ªsticas. Y parecieron mimetizarse con la escenograf¨ªa del disco rayado, emplazados como estaban en un plat¨® de vinilo que giraba y giraba en un debate hipn¨®tico.
Rajoy, por ejemplo, estaba y no estaba. Apuraba sus turnos sin exponerse a la refriega. Su mayor descaro lo opuso a las preguntas de Vicente Vall¨¦s, cuyo papel de moderador no contradijo que recordara al presidente la amnesia del programa electoral, la carta secreta que remiti¨® a Juncker, el traj¨ªn oportunista de los impuestos.
No estuvo el debate a la altura de la expectaci¨®n. Ni pareci¨® arrojar grandes novedades al desasosiego de los indecisos. Una mala noticia para S¨¢nchez, a quien urg¨ªa un revulsivo, aunque el aspecto m¨¢s inquietante del ceremonial cat¨®dico concierne a los n¨²meros de la investidura. No salen. Ciudadanos pide la cabeza de Rajoy a cambio de cualquier apoyo. PSOE y Podemos han roto todos los puentes. Y el se?or Mariano va camino de anotarse la tercera victoria consecutiva. Sus colegas lo indultaron.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.