Nostalgia del socialismo en La Victoria
La caravana de S¨¢nchez atrae a muchos jubilados y pocos j¨®venes a expensas de su l¨ªmite sociol¨®gico y electoral

Alejandro reparte propaganda entre los jubilados de su grupo. No la que retrata a Pedro S¨¢nchez en la publicidad de un dent¨ªfrico, sino la que ¨¦l mismo divulg¨® en las calles de Palencia con ocasi¨®n de las municipales de 1977. ¡°Por el pueblo¡±, se lee en las pegatinas. Y se emociona Alejandro. Y proclama entre los suyos ¡°salud y rep¨²blica¡±, siendo los suyos unos socialistas septuagenarios que consideran a Pablo Iglesias una blasfemia y un impostor. ¡°Aqu¨ª Pablo Iglesias s¨®lo ha habido uno, joder¡±, farfulla Alejandro, y se vuelve a emocionar, y agita una bandera de pl¨¢stico del PSOE que podr¨ªa haberse comprado en los chinos de La Victoria si no fuera porque los chinos de La Victoria no consideran un buen negocio las banderas del PSOE. La Victoria es un barrio obrero de Valladolid. O menos obrero que anta?o, cuando lo poblaron y lo repoblaron los trabajadores de la Renault. La Victoria es tambi¨¦n una superstici¨®n, incluso un sarcasmo, desde la perspectiva de los sondeos. Y desde las limitaciones sociol¨®gicas que parecen constre?ir las opciones socialistas.
Todos los j¨®venes que se han acercado al mitin han sido ubicados en la tribuna que arropa a los oradores. Es la imagen que destacan las c¨¢maras. Y es la apariencia de un entusiasmo juvenil que desmiente la senectud del grader¨ªo.
¡°Nos hemos encontrado esta misma sensaci¨®n en casi todos los m¨ªtines¡±, confiaba una periodista ¡°empotrada¡± en la campa?a. ¡°A S¨¢nchez viene a verlo la gente mayor. En el p¨²blico no se aprecia el relevo generacional que ¨¦l mismo representa¡±.
Jubilados socialistas, pero no jubilados del socialismo. Nost¨¢lgicos del ¡°SOE¡± que aprecian, como Camino, la pureza de S¨¢nchez y hasta su virginidad, pero que a?oran no ya los a?os de Zapatero ni el hito de su peor resultado (167 diputados), sino los tiempos de Alfonso Guerra y de Gonz¨¢lez, cuando todos eran j¨®venes y cuando a Alejandro lo zarandeaban los fachas en las calles de Palencia en las municipales de 1977. ¡°Entonces hab¨ªa que ser muy valiente para ser socialista¡±. Y ahora hay que ser bastante mayor, de otro modo no parecer¨ªa La Victoria una multitudinaria concentraci¨®n de jubilados. Ni se hubiera revestido el escenario de im¨¢genes primaverales, paisajes en la plenitud floral que hubieran emocionado a Rajoy si no fuera porque a Rajoy le emocionan m¨¢s las alcachofas que los claveles y las rosas. O lo que va quedando de ellas en el imaginario de los socialistas genuinos.
Felipe se considera uno de ellos. Ha recorrido 72 kil¨®metros desde Torrecilla de la Orden, no est¨¢ claro si por el reclamo de S¨¢nchez o el de Zapatero. O por la sugesti¨®n y hasta la psicosis que proporcionaba la reuni¨®n de ambos despu¨¦s de haber trascendido que Pablo Iglesias ¡°alternaba¡± con ZP m¨¢s que el propio S¨¢nchez.
Se explicaba as¨ª tambi¨¦n la proliferaci¨®n de medios, casi el doble de cuantos siguen la comitiva socialista. Y se esperaban las aclaraciones de Zapatero, m¨¢s que nada para apaciguar a la congoja de los militantes en el p¨¢nico de los auto-sabotajes.
?Lo suficiente? Esperaba el grader¨ªo m¨¢s beligerancia hacia Iglesias, como m¨ªnimo un escarnio, pero Rodr¨ªguez Zapatero antepuso el aseo y los buenos modales. Induciendo incluso un clima de desasosiego: ¡°Falta una semana...¡±, dec¨ªa el expresidente, como si fuera a detonar una bomba, o como si urgiera movilizar una remontada ¨¦pica.
Se hizo larga la intervenci¨®n de Zapatero. O m¨¢s bien lo fue. Ten¨ªa hambre de micr¨®fono, de bal¨®n. Estuvo condescendiente consigo mismo. Y sobreactu¨® en sus mensajes pontificios, la paz en el mundo, el fin de la pobreza, aunque la vaguedad del discurso no descuid¨® el momento m¨¢s entra?able: ¡°Pido el voto por Pedro S¨¢nchez¡±.
Igual no hac¨ªa falta precisarlo, o s¨ª, porque el mitin de La Victoria convoc¨® una y otra vez a Pablo Iglesias. Podr¨ªan venderse mu?ecos de vud¨² en los puestos de merchandising en lugar de los osos de peluche. Tanto miedo se le tiene al ¡°maligno¡± que los militantes ni siquiera lo mencionan. Lo llaman El Coletas. Lo identifican con el azufre. Y se congregan delante de S¨¢nchez como un acto de fe.
Lo dice la mujer de Alejandro. Que tuvo que criarse sola porque a su padre lo metieron en la c¨¢rcel. Y que no concibe otra izquierda que la del PSOE, as¨ª que reparte las pegatinas del 77 como si fueran las estampitas de la Virgen.
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