Una partida de ¡®Veto Players¡¯
Rivera y S¨¢nchez se niegan a investir a Rajoy, y este no quiere echarse a un lado
Tras la aceptaci¨®n condicional por el presidente en funciones del encargo real de afrontar su investidura, la crisis pol¨ªtica espa?ola ha encallado de nuevo, pues las distintas opciones te¨®ricas parecen igualmente bloqueadas: Rivera y S¨¢nchez se niegan a investir a Rajoy, este no quiere echarse a un lado para dar paso a otro candidato, la f¨®rmula Frankenstein es imposible tras el unilateralismo catal¨¢n y la tercera repetici¨®n de las elecciones tampoco resulta factible, pues para poder convocarlas har¨ªa falta un debate de investidura que hoy por hoy est¨¢ aplazado sine die. De modo que la par¨¢lisis bloquea de nuevo nuestro sistema pol¨ªtico, cuya coalici¨®n dominante resulta incapaz de resolver sus conflictos internos de poder. Justo lo que m¨¢s beneficia a los confluyentes populismos antisistema, que se frotan las manos ante la catastr¨®fica agon¨ªa del R¨¦gimen de la Transici¨®n, convertido en una hobbesiana lucha de todos contra todos donde nadie quiere renunciar a sus trincheras por autodestructivas que sean.
Por eso, una forma de analizar el actual bloqueo pol¨ªtico es entenderlo como una guerra de posiciones a la manera de Gramsci, tal como hoy hacen los estrategas de Podemos. Pero quiz¨¢ resulte mejor describirlo como una partida de Veto Players (o jugadores revestidos con poder de veto), aplicando el concepto que propuso originalmente George Tsebelis en 1995 (y que luego sistematiz¨® en su libro de referencia publicado con el mismo t¨ªtulo en 2002), erigido despu¨¦s por Gianfranco Pasquino en el m¨¦todo comparativo m¨¢s eficaz. En definitiva, las prestaciones de un sistema pol¨ªtico dependen de lo que permitan y no obstaculicen sus veto players. Y por lo tanto, si todos los jugadores deciden ejercer a ultranza su poder de veto, entonces el sistema se bloquea y entra en una situaci¨®n de impasse o par¨¢lisis.
Es lo que sucede con nuestra democracia en la actualidad. Pongamos por ejemplo el caso de Pedro S¨¢nchez. En la pasada legislatura fallida, cuando lleg¨® a proponer una coalici¨®n insuficiente con Alberto Rivera, sufri¨® el veto que le opuso Podemos impidi¨¦ndole obtener la investidura. Y hoy Pedro S¨¢nchez est¨¢ utilizando la misma estrategia de veto para impedir que pueda salir adelante cualquier posible investidura que pudiera proponer Mariano Rajoy. ?Por qu¨¦ lo hace, cuando ello le condena al suicidio pol¨ªtico que le supondr¨ªan unas terceras elecciones? Pues porque puede. Es decir, por pura voluntad de poder, pues el poder de veto es la ¨²nica arma pol¨ªtica con que cuenta el pol¨ªtico impotente. Si no puedo acceder al poder, al menos impedir¨¦ a cualquier coste que los dem¨¢s lleguen a ¨¦l, derribando a quien lo ocupe y evitando que lo recupere. El cl¨¢sico nihilismo o negativismo de la pol¨ªtica destructiva, que ha venido caracterizando hist¨®ricamente al habitus cong¨¦nito de la cultura pol¨ªtica espa?ola.
Pero no es solo el caso de S¨¢nchez, pues tambi¨¦n los dem¨¢s actores de nuestro sistema se comportan como veto players. As¨ª lo hace por supuesto Pablo Iglesias, cuya ¨²nica estrategia es vetar al PSOE. Pero tambi¨¦n lo hace Alberto Rivera, empecinado en vetar a Rajoy. E incluso el presidente en funciones, predispuesto a vetar el desbloqueo de su propia investidura mientras no logre recabar el apoyo suficiente.
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