Cosplay: el negocio de la afici¨®n
El fen¨®meno del Cosplay en Espa?a ha estallado en los ¨²ltimos a?os, con una oferta cada vez m¨¢s grande de eventos y convenciones.


"Te traigo un vaso de leche, ?no?", le dice el camarero a Claudia, perplejo por su melena morada, orejas de gato, cola de caballo y las alas p¨²rpura que le brotan de la espalda. La joven sale del apuro alegando que va a una fiesta de disfraces. Es m¨¢s sencillo que aclarar que en realidad est¨¢ caracterizada como un pony, Twilight Sparkle, personaje de una saga de dibujos animados, y que no es un disfraz, sino un cosplay. Ella es una de las miles de integrantes de este movimiento consistente en emular a ¨ªdolos de c¨®mics, pel¨ªculas o videojuegos, y que en los ¨²ltimos a?os vive una aut¨¦ntica eclosi¨®n en Espa?a.
"A veces es cansado tener que explicar que no nos vestimos as¨ª a diario cuando la gente nos mira por la calle", apunta Claudia (Claunixx, en su c¨ªrculo) que lleva seis a?os acudiendo a convenciones y elaborando sus propios atuendos. Surgido en los a?os 70 en Jap¨®n y contagiado al resto del mundo, el cosplay com¨²nmente se asocia a una afici¨®n adolescente y minoritaria, pero el espectro se ha amplificado y ese estereotipo empieza a quedar estrecho. "Se origin¨® como subcultura, pero cada vez estamos m¨¢s integrados en la cultura general", argumenta Bet Puig, o Wilbur, como se la conoce en el mundillo. Lleva cerca de 18 a?os entregada a este hobby que la ha llevado a representar a Espa?a en cert¨¢menes internacionales con personajes como la Dama del Lago, del musical Spamalot. Hoy sigue haci¨¦ndolo, pero en un entorno mucho m¨¢s favorable e interconectado.
De los cuatro gatos, a la manada. "Hace diez a?os era dif¨ªcil hasta encontrar pelucas para los disfraces. Hoy se ha desbordado, y hemos llegado a un punto en el que cada fin de semana en cualquier sitio de Espa?a hay un evento cosplay", explica. El sambenito de "cita obligada" qued¨® atr¨¢s. Las organizaciones de eventos han detectado un fil¨®n empresarial con una base de fieles en expansi¨®n, y se han lanzado a rentabilizar la afici¨®n con decenas de convocatorias. Junto a las convenciones m¨¢s veteranas del g¨¦nero Expomanga o el Sal¨®n del Manga de Barcelona, proliferan otros como la Japan Weekend de Madrid, el festival Metr¨®poli en Gij¨®n, Expocomic, Winter Freak de Murcia... A veces centrados en la tem¨¢tica cosplay, y otros con apartados espec¨ªficos para ellos. Concursos infantiles, pasarelas, actuaciones, festivales acu¨¢ticos y conferencias.

La flexibilizaci¨®n de lo minoritario tambi¨¦n tiene sus contras. Entre los aficionados cunde la sensaci¨®n de mercantilizaci¨®n del movimiento por el desembarco de grandes compa?¨ªas, que podr¨ªan desvirtuarlo. "Antes lo primordial era el disfraz, las actividades, la oferta cultural. Ahora en los eventos cada vez est¨¢ m¨¢s enfocado a vender, las tiendas ponen sus stands y en algunos casos eso es lo que se ofrece, descuidando cosas como el propio escenario. No siempre es as¨ª, por eso seleccionamos d¨®nde ir", explica Claudia. Bet coincide en el diagn¨®stico, y confiesa que tanto los precios, como la propia agenda, resultan castradores en ocasiones. "Muchos ya ni siquiera pagamos la entrada para entrar a la convenci¨®n. Nos disfrazamos y vamos a las puertas a hacer lo que nos gusta, que es conocer gente con gustos comunes, hacernos fotograf¨ªas y charlar", dice. Lo achacan a que el mercado est¨¢ a¨²n en desarrollo en nuestro pa¨ªs, acopl¨¢ndose a los gustos patrios y muy a la sombra de EEUU, Europa y Jap¨®n, con m¨¢s tradici¨®n cosplayer.
La globalizaci¨®n de internet ha jugado un papel determinante en el boom de este fen¨®meno, as¨ª como la popularizaci¨®n de sagas de videojuegos y c¨®mics que han dinamitado las barreras generacionales. A Claudia fue su madre quien la inici¨® en los videojuegos, y opina que el ¨¦xito de franquicias como League of Legends ha animado a muchos a lanzarse a la confecci¨®n. "En general la gente cree que esto se reduce a lo japon¨¦s u otaku, pero no es as¨ª. Puedes hacer un cosplay de cualquier personaje que te guste de cualquier libro, pel¨ªcula o serie", explica Bet. De hecho, las caracterizaciones de sagas cinematogr¨¢ficas o televisivas como Juego de Tronos, Star Wars o X-Men rivalizan en dedicaci¨®n y esfuerzo con las de procedencia nipona.
Una cara afici¨®n
El cosplay es una pasi¨®n que ataca al bolsillo. Tanto para los cosmakers (que elaboran sus propios atuendos a trav¨¦s de los patrones que circulan por la red) como qui¨¦nes optan por encargarlos, hacen grandes desembolsos en funci¨®n del detalle del traje. "La ¨²nica v¨ªa es autofinanciarse", resume Bet. Se ayudan de las dotaciones econ¨®micas de algunos cert¨¢menes y tambi¨¦n de ser utilizados, cada vez m¨¢s, como reclamo publicitario. Es frecuente que las productoras de videojuegos y pel¨ªculas les contraten para promocionar sus lanzamientos.
Pero en general, la mayor¨ªa recurre a plataformas colaborativas como Patreon. All¨ª los seguidores publican fotograf¨ªas de sus recreaciones y piden contribuciones a sus seguidores, de los 10 euros en adelante. Funciona con un sistema de recompensas, en el que el cosplayer premia en funci¨®n del aporte. Posters, fotos exclusivas de la sesi¨®n, o incluso un follow en las redes sociales. "Yo ya no lo utilizo mucho, porque tiene ciertos riesgos", expone Claudia, refiri¨¦ndose a que en ocasiones la demanda de "contenido ¨ªntimo" como recompensa resulta intimidante. "Est¨¢ en la frontera de venderte", considera. "Como cosplayers, sobreviven tres o cuatro en todo el mundo", apostilla Bet, que cree que "el? fen¨®meno fan" que desatan artistas femeninas como Nadyasonika ha contribuido a amplificar el inter¨¦s.
Para nutrir al movimiento han ido surgiendo otra serie de profesiones con las que resulta m¨¢s sencillo rentabilizar este hobby. Desde los fot¨®grafos especializados en esta tem¨¢tica, los organizadores de eventos hasta las tiendas creadas al efecto. Si les preguntan a los padres de Jorge y Luc¨ªa a qu¨¦ se dedican sus hijos, responden que "fabrican mu?equitos". Ellos, la pareja de treinta?eros fundadora de Warblade Studio, se definen como "artesanos de lo friki". Confeccionan m¨¢scaras, armaduras, espadas y toda clase de instrumental por encargo. Tambi¨¦n para coleccionistas. Llevan un a?o y medio dedic¨¢ndose por entero a ello, y aprendieron de forma autodidacta por el socorrido ensayo-error. "En internet parece que hay muchos patrones para confeccionar los trajes, pero es verdad a medias. Cunde bastante el secretismo, y la gente no quiere desvelar c¨®mo hacer las cosas del todo", explica Jorge. Lo consideran un mundo muy competitivo en el que si no corres, te pillan. Acaban de editar Escuela de Cosplay, un manual para iniciar en este arte a cualquier seguidor, orient¨¢ndoles en aspectos clave sobre los materiales, las t¨¦cnicas y los trucos de replicar a sus ¨ªdolos. Trabajan en el estudio instalado en su vivienda, atendiendo un n¨²mero de encargos desbordante, acorde con la proliferaci¨®n de citas en las que lucir sus dise?os.?
Darius de Leage of Legends, Boba Fett de Star Wars, el escudo del Capit¨¢n Am¨¦rica... Su casa es un aut¨¦ntico muestrario de la amplia oferta (y demanda) del sector. Tambi¨¦n de la cantidad de universos diferentes que engloba el cosplay. "El p¨²blico es cada vez m¨¢s hetereog¨¦neo, no es cierta esa idea de que solo son aficionados los adolescentes que les gusta el manga", resalta Luc¨ªa. De hecho, Warblade surte mayoritariamente a treinta?eros de su quinta: "Nosotros, por ejemplo, crecimos leyendo c¨®mics y literatura fant¨¢stica, pero la popularizaci¨®n de disfrazarse ha llegado despu¨¦s", dice Jorge. No albergan dudas: lo suyo es una forma de expresi¨®n art¨ªstica, aunque en su opini¨®n persista cierta incomprensi¨®n social entre los profanos. "Friki ya no es un insulto, todos el mundo es friki de algo. Nosotros, adem¨¢s, hemos logrado ganarnos la vida con ello conjugando cultura y negocio", concluye Luc¨ªa.
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