La mancha
El presidente siente que su cosecha de votos es el equivalente funcional a un perd¨®n p¨²blico
Nos guste o no, la pol¨ªtica es el ¨¢mbito en el que mejor se mueve el malmenorismo.?En estos momentos lo estamos viendo con nuestra accidentada formaci¨®n de Gobierno. Entronizar de nuevo a Rajoy aparece as¨ª como un mal menor ante la perspectiva de nuevas elecciones. ?Qu¨¦ tiene de malo, dir¨¢n algunos, que sea investido el actual presidente en funciones si, en definitiva, ha sido votado por un tercio de los electores y no parece viable una alternativa distinta?
En cualquier otro pa¨ªs no habr¨ªa, desde luego, grandes dificultades para hacerlo. Aqu¨ª, sin embargo, la cosa es distinta. Y lo es por la carga simb¨®lica que representa el dar v¨ªa libre a quien, por su posici¨®n en el partido, acoge en su persona la responsabilidad de no haber reaccionado pol¨ªticamente ante indecibles casos de corrupci¨®n.
Solo as¨ª cabe interpretar las condiciones previas impuestas por Ciudadanos, dirigidas m¨¢s a blanquear ¨¦ticamente el sistema que a negociar con detenimiento un programa de Gobierno. Para esto ¨²ltimo no deber¨ªa haber excesivos problemas entre esos dos partidos tan afines. La cuesti¨®n no es, pues, de naturaleza ideol¨®gico-pol¨ªtica, sino de moralidad.
Otro tanto ocurre con la negativa socialista para facilitar la abstenci¨®n, que se mueve m¨¢s en el espacio del absolutismo moral kantiano que en el del pragmatismo pol¨ªtico. La idea es bien simple: si hacemos el juego a este PP, podemos acabar ¡°contaminados¡± por el liderazgo de un partido que no ha sabido o no ha querido hacer frente al peor mal de nuestro sistema pol¨ªtico.
No les falta raz¨®n. No hay regeneraci¨®n pol¨ªtica posible sin una limpieza previa de h¨¢bitos que son los m¨¢ximos responsables de la alienaci¨®n de los ciudadanos hacia sus pol¨ªticos e instituciones. S¨®lo as¨ª cabe interpretar la sacudida producida por el proceso de cambio en preferencias pol¨ªticas que se esconde detr¨¢s de la aparici¨®n de los partidos emergentes. No est¨¢n ah¨ª porque s¨ª. Encarnan el deseo de acceder a otras formas de hacer pol¨ªtica libres de las hipotecas anteriores, algo frente a lo cual han reaccionado ya otros partidos tradicionales... excepto el PP.
Rajoy siente, sin embargo, que su importante cosecha de votos es el equivalente funcional de un perd¨®n p¨²blico, as¨ª que pelillos a la mar. Ahora lo importante es el ¡°inter¨¦s nacional¡± de tener un Gobierno y ha emprendido una estrategia de chantajear a los dem¨¢s con los plazos, no de sentarse a negociar en serio. Ya no habr¨ªa mancha que limpiar pol¨ªticamente, que de eso se encarguen los tribunales.
Pero hay otra visi¨®n distinta del inter¨¦s nacional. Quiz¨¢ podr¨ªa reducirse a algo tan simple como evitarnos la verg¨¹enza que sentimos ante cada esc¨¢ndalo y exigir la rendici¨®n de cuentas pol¨ªticas por una labor ¡°normal¡± de Gobierno.Para hacerlo cre¨ªble parece imperativa una catarsis previa. Y eso pasa, me temo, por una renovaci¨®n en profundidad del PP cuanto antes.
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