Una enorme duna se traga la carretera de acceso a un poblado de Tarifa
¡°Muchos turistas sienten miedo al pasar y se quedan atrapados¡±, asegura la representante de los vecinos
Los vecinos de Punta Paloma se saben su historia de memoria. Tienen fotos de c¨®mo fue creciendo, recuerdan c¨®mo llegaron a trabajar para ella y saben c¨®mo se comportar¨¢. Para el resto de Espa?a es la duna de Valdevaqueros, esa que amenaza con engullir la carretera de Paloma Baja, en Tarifa (C¨¢diz). Para los casi 200 vecinos del poblado es solo ¡°la duna¡± que este verano de constantes vientos de levante se ha convertido en ¡°un sufrimiento diario¡±, afirma la presidenta de la asociaci¨®n de vecinos, Alba Espinosa.
Cada vez que el levante se desata, en Paloma Baja los nervios se disparan. Temen que ¡°pueda ocurrir un incendio o una emergencia¡±, seg¨²n Espinosa, y ellos se queden atrapados al otro lado de la ¨²nica carretera que les conecta al resto de la provincia. Una inmensa mole de arena fina y blanca de 700 metros de largo, 300 de ancho y diez de altura se cierne sobre la v¨ªa y no deja ya ni ver el asfalto. En la loma de esta monta?a m¨®vil asoman las copas de pinos secos, tablas que deb¨ªan servir de contenci¨®n y se?ales de tr¨¢fico. Nada la frena. Las m¨¢quinas se afanan en retirar la arena y acumularla al otro lado de la carretera. Tanto han retirado que ya incluso se ha creado un segundo mont¨ªculo en ese lado opuesto.
Con la llegada del verano, los problemas se agravan. El poblado pasa de los 100 a los 200 habitantes, por lo que las m¨¢quinas lo tienen m¨¢s complicado para trabajar. ¡°Muchos turistas sienten miedo al pasar, se echan a un lado para evitar la arena de la calzada y se quedan atrapados¡±, detalla Espinosa. Solo en estos ¨²ltimos d¨ªas, la carretera ya se ha cortado varias veces. ¡°Nos solemos dar cuenta a primera hora, cuando vamos a trabajar y vemos que no podemos salir¡±, denuncia una habitante del poblado. ?
Lola Chico, de 47 a?os, la escucha a su lado y asiente. Su marido trabaja en los molinos de viento cercanos y m¨¢s de una vez ¡°no ha podido llegar a tiempo¡±. El viento sopla con virulencia y el ca?izo que cubre su patio cimbrea. Mira arriba y confiesa con angustia: ¡°Estos d¨ªas no salgo del poblado, me da p¨¢nico. Me da miedo de quedarme atrapada en medio de la duna. Siento que no tengo libertad¡±. Lola, Alba y el resto de vecinos, que viven en casas salpicadas en la ladera de Punta Paloma, saben que la soluci¨®n no es f¨¢cil. Ya est¨¢n escarmentados de promesas pol¨ªticas, casi m¨¢s de una por a?o.
El conflicto parece encallado en un limbo de competencias. El terreno es municipal, aunque la competencia del dominio mar¨ªtimo-terrestre es de Costas, del Ministerio de Medio Ambiente, y la carretera, de la Junta de Andaluc¨ªa. El alcalde de Tarifa, Francisco Ruiz, comprende el malestar de los vecinos: ¡°Mi papel no es ponerme de parte de una Administraci¨®n o de otra, solo es el de estar con ellos y hacer de catalizador de sus demandas¡±.?
El delegado del Gobierno en Andaluc¨ªa, Antonio Sanz, se reuni¨® la semana pasada con los vecinos para anunciarles una cita en septiembre para dar una soluci¨®n ¡°definitiva¡±. Aprovech¨® para lamentar la inacci¨®n de la Junta en el ¨²ltimo a?o y recordar que, desde 2007, Costas ha invertido unos dos millones en retirar arena. Al d¨ªa siguiente, la Junta ¡°se alegr¨®¡± del anuncio y puntualiz¨® que son ellos los que despejan la carretera y que ¡°destinan 150.000 euros a estas tareas todos los a?os¡±.
¡°Si hubieran sumado todas esas inversiones que dicen, ya estar¨ªa arreglado el problema. Sacar arena de aqu¨ª no sirve de nada porque la duna vuelve a su situaci¨®n¡±, lamenta Espinosa. La tarife?a fija el inicio del problema ¡°en el abandono del mantenimiento de la duna¡± que realizaba el Estado. En esa etapa anterior, m¨¢s de un vecino trabajaba en la contenci¨®n de la arena colocando ca?as en la cresta del monte. Y todos los a?os se extra¨ªa arena. Sin embargo, con la Ley de Costas de 1988 el panorama cambi¨®. La arena que se sacaba de Valdevaqueros no se pod¨ªa vender y el mantenimiento se relaj¨®, seg¨²n los vecinos. La duna comenz¨® a crecer sin control y se fue acercando a la carretera. La toc¨® por primera vez en 2004 y pis¨® el cable telef¨®nico. ¡°Se ve¨ªa venir que iba a pasar¡±, dice Espinosa.
En 2007, la pol¨¦mica estall¨®, azuzada por los vecinos, hartos de cortes de tr¨¢fico y de tel¨¦fono. Empezaron a llegar las primeras promesas, pero no fue hasta 2014 cuando la junta rectora del Parque del Estrecho (donde est¨¢ Valdevaqueros) aprob¨® el llamado Informe Losada. Se trata de un documento realizado por el catedr¨¢tico y experto en din¨¢mica litoral de la Universidad de Granada Miguel Losada, en el que da cinco soluciones posibles a una duna que tiene origen artificial.
Artiller¨ªa en la posguerra
En plena posguerra, Franco orden¨® artillar la costa de Tarifa ante un posible conflicto. Los ingenieros militares decidieron destruir un cord¨®n dunar que llegaba hasta la playa de Bolonia, empujar la arena hacia Valdevaqueros y plantar un pinar justo detr¨¢s. La duna se manten¨ªa para evitar su avance, aunque la alteraci¨®n del entorno ya estaba en marcha, con consecuencias en la playa (que vir¨®) y el r¨ªo Valle. En su informe, Losada advierte de que, de no hacer nada, la duna seguir¨¢ su avance hacia Paloma Alta y continuar¨¢ la degradaci¨®n de las playas de Valdevaqueros y Los Lances. ¡°Bajo el mar hay arena como para diez dunas como esa¡±, reconoce Antonio Mu?oz, ecologista de Verdemar. El catedr¨¢tico apunta como posibilidades optar por mantener la duna con acciones puntuales, construir un falso t¨²nel para la carretera, un nuevo acceso por otra v¨ªa (que deber¨ªa atravesar el parque del Estrecho) o un proyecto a largo plazo para recuperar la unidad fisiogr¨¢fica original.
Los vecinos se conforman con el t¨²nel que ¡°estaba presupuestado en 1,2 millones¡±, dice Espinosa, y con acciones de fijaci¨®n de la duna. Los ecologistas van m¨¢s all¨¢, como apunta Mu?oz: ¡°Apostamos por la idea de recuperar la unidad fisiogr¨¢fica original en un plan a largo plazo¡±. A efectos pr¨¢cticos, implicar¨ªa dejar la duna correr hacia la ladera y aportar arena para regenerar Los Lances y no hacer el t¨²nel. ¡°No nos parece apropiado que las Administraciones se gasten ese dinero para gente que se fue a vivir a casas que no son legales¡±. Los vecinos, por su parte, defienden la legitimidad de su presencia en la zona, como alega Espinosa: ¡°Aqu¨ª ya viv¨ªan nuestros abuelos, no es un problema que hayamos creado nosotros¡±.
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