Melancol¨ªa bipartidista
Los dos viejos partidos se parapetan en el voto de los mayores de 60 y se desentienden de las nuevas generaciones
Ha empezado el carrusel judicial de la G¨¹rtel. Durante varias semanas nombres que son iconos de la corrupci¨®n del PP ¡ªB¨¢rcenas, Correa, Crespo, P¨¦rez (El Bigotes), L¨®pez Viejo y un largo etc¨¦tera¡ª se sentaran en el banquillo. Y, por si fuera poco, en otra sala no muy lejana, est¨¢n siendo juzgados Rato y Blesa, dos hombres todopoderosos en la Espa?a de Aznar. El desfile est¨¢ en marcha, eco de unos a?os en que una trama de corrupci¨®n penetr¨® las estructuras nacionales y locales del partido. Y no olvidemos que Mariano Rajoy fue secretario general del PP desde 2003 y presidente a partir de 2004. Cuando el esc¨¢ndalo estall¨® en 2009, Rajoy, rodeado de la c¨²pula de su partido, neg¨® rotundamente los hechos: ¡°Esto es una trama contra el Partido Popular¡±. Despu¨¦s, cuando las evidencias se fueron imponiendo, el presidente nunca asumi¨® sus responsabilidades como m¨¢ximo l¨ªder de un partido muy jer¨¢rquico, en que el jefe tiene un poder absoluto.
Ahora, cuando el juicio arranca en la Audiencia Nacional, Rajoy sigue all¨ª. Y est¨¢ en puertas de ser investido presidente, con la abstenci¨®n del PSOE. Y, sin embargo, sigue sin dar explicaciones ni asumir el pasado, e incluso se permite ponerse exigente con los socialistas, amenazando con ir a unas terceras elecciones ¡ªcon el aval de los sondeos¡ª si no le garantizan una legislatura estable.
Despu¨¦s de varios a?os a la deriva, en curva electoral descendente desde 2011, el PSOE, principal pilar del r¨¦gimen que, desde 1982, marc¨® el funcionamiento pr¨¢ctico de las instituciones, se ha desplomado. Y hoy, despu¨¦s del triste espect¨¢culo de una conspiraci¨®n bananera, se debate entre regalar la investidura a Rajoy o prolongar su propia debacle en unas nuevas elecciones, puesto que no tiene fuerza para poner condiciones al presidente saliente, ni para negociar una agenda renovadora.Y mucho menos para exigir que el PP demuestre su compromiso con la regeneraci¨®n cambiando de candidato a la investidura. Este es el estado de salud del r¨¦gimen del 78. Y algunos a¨²n dudan de que est¨¦ en crisis y de que sean necesarias reformas urgentes.
Ni el golpe contra Pedro S¨¢nchez, ni el apa?o de investidura que se prepara resuelven el problema. Al rev¨¦s, lo hacen m¨¢s cr¨®nico. Ambas operaciones son ejercicios de melancol¨ªa de la cultura del bipartidismo. Los dos viejos partidos, incapaces de anticipar los cambios de la sociedad, se parapetan en el voto de los mayores de 60 a?os para sobrevivir y se desentienden de las nuevas generaciones, es decir, del futuro. Y esta es la gran brecha por la que se desagua el r¨¦gimen. Del mismo modo que por ella se est¨¢ yendo el PSOE, le puede llegar el turno al PP. Y la escena judicial empuja.
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