Y Gabriel Rufi¨¢n se pas¨® de frenada
La intervenci¨®n del pol¨ªtico de ERC une a los socialistas en su indignaci¨®n
La intervenci¨®n desde la tribuna de Gabriel Rufi¨¢n, el heterodoxo dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya, ha logrado lo que parec¨ªa imposible. Todos los diputados del grupo socialista ¡ªacompa?ados de los diputados populares¡ª se lanzaron a aplaudir las palabras de Antonio Hernando en defensa del honor pisoteado del PSOE.
La catarata de descalificaciones vertidas por Rufi¨¢n contra los socialistas ha sido la fotograf¨ªa, hecha caricatura, de un pleno en el que la autodenominada nueva izquierda intent¨® saldar las cuentas pendientes con la socialdemocracia que arrastraban durante d¨¦cadas.?
"Hay una nueva Espa?a", ha repetido Pablo Iglesias desde la tribuna, de la que el l¨ªder de Podemos se atribuy¨® su representaci¨®n casi en exclusiva. Ha dejado claro que considera el tiempo venidero una pr¨®rroga en su objetivo de asaltar el cielo, y que cualquier acuerdo que se frag¨¹e en el Congreso dif¨ªcilmente contar¨¢ con la colaboraci¨®n de sus diputados. "Las ¨¦lites", dec¨ªa Iglesias, han logrado su objetivo, y lo viejo, seg¨²n su propia visi¨®n, sigue al frente de las instituciones, pero por poco tiempo. ?l intentar¨¢ ser el maestro de ceremonias de esta nueva realidad, repartiendo abrazos entre los suyos ¡ªque se estiran desde sus esca?os para buscarlos¡ª y dando aprobaciones a otras fuerzas minoritarias: aplausos y apret¨®n de manos a Rufi¨¢n, en su regreso parsimonioso al esca?o, y palmada en la espalda al representante de Bildu, que reproch¨® a los socialistas hasta sus decisiones en el congreso de Suresnes.
Ha intentado el portavoz socialista marcar diferencias en su discurso. Su abstenci¨®n, volvi¨® a explicar, tiene el ¨²nico prop¨®sito de evitar elecciones. A partir del primer minuto, el PSOE cumplir¨¢ su papel de oposici¨®n. Pero lo har¨¢, ha dicho, de un modo serio. Y eso significa, ha intentado explicar, que su grupo parlamentario tomar¨¢ en consideraci¨®n las propuestas que se pongan sobre la mesa para calibrar su utilidad o necesidad. Se acab¨® el no es no.
"Ha llegado el tiempo de trabajar", ha dicho Albert Rivera. Y se dirig¨ªa expresamente a Podemos. Pero el mensaje no era para ellos, sino para las ¨²nicas dos formaciones de las que espera alguna voluntad de acordar y reformar, el PP y el PSOE.
La ¨²ltima sesi¨®n de investidura de Rajoy ha sido como la contraportada de un libro que se ha escrito durante diez meses, y que cuenta la historia de un Partido Popular reacio al cambio y que pretende gobernar por derecho propio, de un PSOE en busca del papel de la socialdemocracia en el siglo XXI, de una formaci¨®n populista que asegura representar una nueva voz procedente de la calle pero que tiene como bandera las obsesiones pendientes de aquellos que consideraron desde un principio que la Transici¨®n fue un fraude, y un partido que reclama el centro y la figura de Su¨¢rez en un momento en que, al menos en una considerable porci¨®n de la C¨¢mara, las renuncias ya no se entienden como rasgos de generosidad sino como traiciones.
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