Un a?o sin Catalu?a en los discursos del Rey
La Zarzuela suaviz¨® su posici¨®n tras el desplante a la presidenta del Parlament


El debate sobre Catalu?a qued¨® en gran parte sepultado, aunque no ahogado, por la inestabilidad institucional espa?ola. Ahora, el deshielo pol¨ªtico devuelve a la superficie el proceso de desconexi¨®n del Estado que est¨¢ impulsando la Generalitat de Catalu?a. Lo que estaba ocurriendo en Catalu?a vuelve al primer plano de la refriega pol¨ªtica y como el principal escollo que tiene ante s¨ª el Rey, cuyos discursos se centraron en este per¨ªodo en las llamadas a la concordia y el entendimiento para superar el bloqueo.
Hasta quedar atrapados en el pantano de la interinidad, Catalu?a hab¨ªa sido la inquietud constante de los mensajes relevantes que el Rey inserta en sus discursos en los momentos cr¨ªticos. Pero Catalu?a, en un modo expresivo, ha estado ausente de sus parlamentos a lo largo de un a?o. Ni siquiera en el mensaje de Navidad de 2015 fue invocaba por su nombre cuando Felipe VI alertaba sobre ¡°la ruptura de la ley, la imposici¨®n de una idea o de un proyecto de unos sobre la voluntad de los dem¨¢s espa?oles¡±.
Una vez despejado el camino del Gobierno y en la recta hacia el proceso constituyente, la realidad vuelve a ubicar a Catalu?a como la fundamental contrariedad que el Rey tiene sobre la mesa. Vuelven los ¡°d¨ªas complicados¡±, como dijo aquel 11 de noviembre de 2015, cuando el jefe del Estado tuvo que modificar su agenda para estar atento al desarrollo del Consejo de Ministros que recurr¨ªa la resoluci¨®n del Parlament de Catalu?a, que por 72 votos frente a 63 hab¨ªa aprobado el inicio del proceso hacia la independencia.
De acuerdo con la Constituci¨®n, el Rey simboliza la unidad y permanencia del Estado, pero le corresponde, adem¨¢s, ejercer una funci¨®n arbitral y moderadora del funcionamiento regular de las instituciones, en este caso el Gobierno central y la Generalitat de Catalu?a. Un equilibrio complicado que no siempre ha sido posible cuando la fricci¨®n entre ambas Administraciones ha llevado las posiciones al paroxismo.
Ese fue el enfoque de partida del Rey. En su discurso de proclamaci¨®n, con el conflicto catal¨¢n de fondo, hizo una lectura de m¨¢ximos de la Espa?a constitucional: ¡°Caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse espa?ol; de ser y de sentirse parte de una misma comunidad pol¨ªtica y social, de una misma realidad hist¨®rica, actual y de futuro¡±. Pero la mecha del conflicto estaba encendida desde dos a?os antes con las manifestaciones independentistas.
En su primer mensaje navide?o, en 2014, el Rey destin¨® una buena parte del contenido ¡°a la situaci¨®n que se vive actualmente en Catalu?a¡± a trav¨¦s de una firme defensa de la Constituci¨®n como marco de unidad y diversidad. ¡°Todos nos necesitamos. Somos complementarios (¡) pero imprescindibles para el progreso de cada uno en particular y de todos en conjunto¡±. El entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas, sac¨® la conclusi¨®n de que Felipe VI hab¨ªa reconocido que "el Estado tiene un problema con Catalu?a".
Los sucesivos desencuentros (a menudo encontronazos) entre el Gobierno central y la Generalitat han fortalecido al independentismo, que, con el giro de Converg¨¨ncia, se ha convertido en hegem¨®nico en las principales instituciones catalanas. Los 10 meses de interinidad del Gobierno han sido aprovechados por los independentistas para intensificar su hoja de ruta. El itinerario hacia el intensivo oto?o de 2017 estaba muy sedimentado cuando ha llegado el nuevo Gobierno de Espa?a con la vicepresidenta Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa como se?alada por Mariano Rajoy para gestionar el problema.
Antes de que el conflicto se saliera de su cauce, el Rey, en sus restringidas atribuciones, trat¨® de terciar entre ambas Administraciones manteniendo puentes de di¨¢logo incluso en medio de la escalada. En esa voluntad, con el muro del PP cada vez m¨¢s alto, se enmarc¨® la audiencia de julio de 2015 con el entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas. Entonces el Rey constat¨® que la Generalitat ya no dar¨ªa vuelta atr¨¢s y que Converg¨¨ncia hab¨ªa fijado un rumbo que iba a cambiar su naturaleza como partido.
La posici¨®n del jefe del Estado se fue endureciendo a medida que el proceso sub¨ªa de intensidad. El punto de inflexi¨®n fue el 13 de noviembre de 2015, un d¨ªa despu¨¦s de que el Tribunal Constitucional suspendiera la declaraci¨®n independentista aprobada por el Parlamento catal¨¢n. Ese d¨ªa, en un acto de la Marca Espa?a, el Rey intervino directamente en la crisis y afirm¨® que la Constituci¨®n prevalecer¨ªa ante las intenciones separatistas. El pueblo espa?ol, enfatiz¨®, "no est¨¢ dispuesto a que se ponga en cuesti¨®n su unidad, que es la base de su convivencia en paz y libertad". Fue el ¨²ltimo alegato transparente sobre Catalu?a.
Apret¨®n de manos a Forcadell
Ni las elecciones catalanas ni las generales abrieron un nuevo escenario con nuevos actores que pudieran atenuar el encarnizamiento y reconducir el enfrentamiento. La Zarzuela incluso atiz¨® el fuego al negarse a recibir a la nueva presidenta del Parlamento de Catalu?a, Carme Forcadell, cuando esta quiso comunicar la investidura del presidente de la Generalitat. Carles Puigdemont, que aquel 10 de enero se comprometi¨® a culminar el proceso para proclamar la independencia en 2018, reproch¨® al Rey que no hubiese actuado con ¡°exquisita neutralidad¡±. En la firma del decreto de cese de Artur Mas el Rey omiti¨® el reconocimiento habitual a los presidentes auton¨®micos.
El Rey y Puigdemont han coincidido algunas veces desde entonces, en un marco en el que La Zarzuela ha tratado de suavizar la crispaci¨®n originada por el desplante al Parlamento catal¨¢n, criticado por la mayor¨ªa del espectro pol¨ªtico. En la inauguraci¨®n del Mobile World Congress en Barcelona, el pasado 21 de febrero, no hubo mensajes alusivos por ninguna parte al pulso independentista, aunque el Rey aprovech¨® para reivindicar la colaboraci¨®n institucional por ¡°el bien com¨²n¡± y dio un fuerte apret¨®n de manos a Forcadell.
La siguiente ocasi¨®n fue con motivo de la ceremonia de los Premios Princesa de Girona el 1 de julio. El Rey defendi¨® en su discurso una sociedad plural y sin enfrentamiento, aunque sin ninguna referencia expl¨ªcita a la tensi¨®n territorial catalana. El gesto fue correspondido por Puigdemont, quien, a diferencia de Artur Mas en la edici¨®n anterior, si cen¨® con los Reyes y los patronos de la fundaci¨®n. Despu¨¦s ha habido otros encuentros en los que se han guardado las formas.
Catalu?a como referencia manifiesta ha estado desaparecida desde entonces en sus discursos m¨¢s propicios, como los de los Premios Princesa de Girona y los Premios Princesa de Asturias, foros en los que el Rey, en unos textos elaborados por completo por su equipo, no desaprovechaba para ponderar ¡°lo que nos une¡± frente a una posible desagregaci¨®n del Estado. El nuevo per¨ªodo, con la presi¨®n del calendario independentista en marcha y el asedio del Tribunal Constitucional a?adidos, restituye el problema con todas sus dimensiones al despacho del Rey y busca espacio en el discurso de Navidad.
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