El ¨¦xtasis de Rajoy
Despu¨¦s de Aguirre y S¨¢nchez, Aznar es el ¨²ltimo cad¨¢ver que se cobra el presidente un a?o despu¨¦s de la cat¨¢strofe del 20-D
Mariano Rajoy termina 2016 en una situaci¨®n de ¨¦xtasis pol¨ªtico que se antojaba inconcebible hace un a?o, pues fue en diciembre de 2015 cuando los p¨¦simos resultados del PP ¨Ctres millones de votos menos- predispusieron su agon¨ªa. Parec¨ªa desahuciado. Y se congratulaban de su decadencia los mismos rivales que han terminado inmol¨¢ndose: la capitulaci¨®n de Aznar se a?ade al ninot de Pedro S¨¢nchez y a la dimisi¨®n de Esperanza Aguirre como lideresa del PP madrile?o.
Queda expuesta la naturaleza del superviviente. Y demostrada la eficacia de la pasividad creativa, principio tao¨ªsta que consiste en dejar que los acontecimientos se produzcan por s¨ª mismos. Mariano Rajoy interviene no interviniendo. Y proporciona a sus opositores un espacio desmesurado de hiperactividad que termina desconcert¨¢ndolos y carboniz¨¢ndolos.
A Rajoy no se le puede ganar en el ring de boxeo porque Rajoy no pelea. Lo demuestra la beligerancia de Aznar desde los cuarteles fundamentalistas de las FAES. Toda reclamaci¨®n de ortodoxia y de rigurosidad ideol¨®gica en la nostalgia del Tea Party se malograba en la ausencia de una respuesta o de una r¨¦plica. Polifemo se desespera porque ¡°Nadie¡± le ha clavado la lanza en su ¨²nico ojo.
Creen los evangelistas del aznarismo que la dimisi¨®n por escrito del ex presidente introduce un conflicto colosal, pero se trata de una expectativa sobreactuada. Aznar se hab¨ªa convertido en una figura anecd¨®tica, resignada o frustrada en las pataletas de reina madre. Peor a¨²n, se comportaba como un patriarca resabiado e inofensivo. E inofensivo lo seguir¨¢ siendo, m¨¢s a¨²n cuando Rajoy ha convertido 2016 en un ejercicio de catalepsia y resurrecci¨®n. Est¨¢ mucho m¨¢s fuerte que el 20D.
Y ha logrado neutralizar no s¨®lo a los adversarios habituales, can¨®nicos, sino a todos los obst¨¢culos. Coyunturales, como la fr¨¢gil primavera de Ciudadanos. Ambientales, como sus propios cortesanos. Y judiciales, como los esc¨¢ndalos de las Black ¨Cfue Rajoy quien entroniz¨® a Rato- y como la basura nauseabunda de la trama G¨¹rtel, pendiente de veredicto, es verdad, pero vinculada en todo caso al pelotazo del aznarismo.
De ah¨ª proviene la escas¨ªsima credibilidad de Aznar en este papel impostado de guardi¨¢n de la pureza. La corrupci¨®n del PP que ha emergido en el proceso a Correa y sus costaleros le implica pol¨ªtica, cultural o atmosf¨¦ricamente, del mismo modo que lo hace su gesti¨®n oportunista y temeraria del ¡°problema catal¨¢n¡±.
Reprocha Aznar a Rajoy su pasividad ¨Cla pasividad es la naturaleza de Rajoy, no un criterio estrat¨¦gico-, cuando el monstruo del nacionalismo nunca hubiera crecido sin la dieta nutritiva que el ya ex presidente del PP le proporcion¨® en las mocedades. Cuando hablaba catal¨¢n en la intimidad. Y cuando Pujol fue el hombre del a?o en una portada de ABC.
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