La Universidad de Sevilla ignor¨® avisos de sus abogados sobre el catedr¨¢tico abusador
Los servicios jur¨ªdicos alertaron de que Santiago Romero hab¨ªa abusado de dos profesoras
La Universidad de Sevilla ampar¨® en 2011 al catedr¨¢tico Santiago Romero ¡ªcondenado esta semana a siete a?os de c¨¢rcel por tres abusos sexuales continuados y lesiones¡ª pese a que dispon¨ªa de indicios delictivos en la investigaci¨®n interna abierta antes de remitir el caso a la fiscal¨ªa. Los servicios jur¨ªdicos de la Universidad detectaron en la primavera de 2011, despu¨¦s de la denuncia de dos profesoras y una becaria, que Romero hab¨ªa cometido presuntamente tres abusos sexuales y dos faltas disciplinarias muy graves de acoso sexual y laboral entre 2006 y 2010.
A pesar del dictamen jur¨ªdico de sus propios abogados, la Universidad andaluza ignor¨® las alertas delictivas sobre el exdecano de la Facultad de Educaci¨®n incluidas en el expediente disciplinario y no le apart¨®, sino que le permiti¨® dar clases durante un lustro hasta la sentencia del pasado lunes. El rector de la instituci¨®n en 2011, Joaqu¨ªn Luque, premi¨® al catedr¨¢tico con una estancia en la Universidad de Ja¨¦n el curso siguiente y a continuaci¨®n permiti¨® que regresara a su facultad para continuar su docencia pese a los indicios detectados por sus letrados.
Durante ese curso 2011-2012, la c¨²pula de la Universidad deb¨ªa decidir el destino de Romero, sobre el que ya pesaban graves acusaciones. ¡°Le ped¨ª al rector que Romero dejara de dar clases, pero lo envi¨® fuera porque consider¨® que era fundamental alejarlo. Mi posici¨®n era tomar medidas evidentes (¡) Siempre he defendido que no hab¨ªa que darle cobertura¡±, alega ahora el decano de la Facultad de Educaci¨®n y sucesor de Romero, Juan de Pablos Pons, que achaca a Luque la potestad de apartarle para justificar su inacci¨®n. Pons reconoce un ¡°error de comportamiento¡± por desatender a las v¨ªctimas y este fin de semana madura si dimite este lunes tras las cr¨ªticas a su gesti¨®n del esc¨¢ndalo. Luque guarda silencio.
La Universidad de Sevilla ha pedido perd¨®n esta semana a las v¨ªctimas del catedr¨¢tico, pero tambi¨¦n ha intentado justificar su pasividad contra Romero escud¨¢ndose en que hab¨ªa trasladado a la justicia las denuncias por abusos sexuales, seg¨²n el Reglamento de R¨¦gimen Disciplinario de los Funcionarios. Sin embargo, la instituci¨®n pod¨ªa haber actuado de manera aut¨®noma y apartar a Romero sin esperar los seis a?os que se han demorado las pesquisas judiciales hasta la reciente condena a prisi¨®n. El propio Luque reconoci¨® esta potestad en una resoluci¨®n del 10 de marzo de 2011, dos meses despu¨¦s de acudir al ministerio p¨²blico: ¡°En el expediente disciplinario efectivamente se podr¨ªan adoptar las medidas cautelares o preventivas legalmente previstas¡±.
Mientras, esa primavera las profesoras v¨ªctimas de los abusos censuraron a Luque sin pa?os calientes ante el desamparo que sufr¨ªan: ¡°Asegurar en p¨²blico que son los jueces los ¨²nicos que en estos casos pueden adoptar medidas cautelares es mentir y despreciar la inteligencia de la comunidad universitaria y ciudadana (¡) Todo un se?or rector que nos ha mentido¡±.
A pesar de la disculpa p¨²blica, el rector actual, Miguel ?ngel Castro, ha defendido un ¡°tratamiento sim¨¦trico¡± dado por la instituci¨®n andaluza al catedr¨¢tico abusador y las v¨ªctimas desde 2010 en adelante. Pero las evidencias del caso desmienten esta versi¨®n.
Tanto Luque como De Pablos dieron la espalda a las profesoras denunciantes. El primero se neg¨® a recibirlas pese a sus numerosas peticiones de audiencia y el segundo no se interes¨® por su situaci¨®n durante seis a?os, aseguran las v¨ªctimas. Cuando las docentes le contaron los abusos sexuales a su director de departamento, Jos¨¦ Pascual Sanch¨ªs, este se limit¨® a aconsejarles que no fueran solas al despacho del catedr¨¢tico y evit¨® elevar la denuncia al Rectorado. Mientras, gran parte del equipo decanal de De Pablos dirigi¨® al rector un escrito de apoyo al exdecano abusador: ¡°Resultan totalmente inveros¨ªmiles las acusaciones que contra ¨¦l formulan dos profesoras y una becaria de su departamento (¡) Nunca he observado un comportamiento inapropiado, machista o abusivo de Romero¡±, dec¨ªan varios cargos responsables de la Facultad de Educaci¨®n.
La vicedecana Mery Israel Saro fue un paso m¨¢s all¨¢ y llev¨® su alabanza de la figura de Romero al juicio celebrado en 2016, donde declar¨® como testigo para calificarle como ¡°excelente con todos por igual y que no discrimina a las mujeres¡±. Hasta otros cinco docentes como Carmen Campos o Gloria Gonz¨¢lez ensalzaron al catedr¨¢tico. Esta ¨²ltima justific¨® la costumbre de Romero de echar el brazo a las mujeres que en "Andaluc¨ªa somos muy propensos a esto". El juez Luis Javier Santos defini¨® su testimonio como "manifiestamente parcial y tendencioso".
El 62% del alumnado universitario sufre o conoce casos de violencia machista
La violencia machista en las aulas universitarias es un virus tan extendido como silencioso, desconocido fuera de los campus. Un amplio estudio dirigido desde la Universidad de Barcelona con 1.083 entrevistas en seis universidades destapa el dato m¨¢s crudo: el 62% del alumnado ha sufrido o conoce a personas que ha vivido la violencia machista en las aulas.
Uno de cada cuatro agresores es un profesor y en el 92% de los casos la v¨ªctima era una mujer. A pesar de las continuas campa?as de concienciaci¨®n desde las Administraciones, las universidades parecen islas donde el tema permanece tab¨². As¨ª lo demuestra que el 92% de las alumnas entrevistados desconocen si su universidad dispone de alg¨²n servicio para atender los casos de violencia machista que ocurren en los campus. Peor a¨²n, el 69% del alumnado desconf¨ªa de que la universidad respaldar¨ªa su denuncia, como de hecho ha ocurrido en dos casos de abusos sexuales que afectan a las universidades de Barcelona y Sevilla.
"El principal fallo es la ley del silencio, que se perpet¨²a. Todo el mundo conoce casos, pero todos callan porque se instaura el miedo para la v¨ªctima y testigos. Adem¨¢s, las estructuras de poder facilitan estas din¨¢micas y corporativismo para atacar a las v¨ªctimas y los valientes que las defienden", ilustra Patricia Melgar, miembro de este estudio llamado Rompiendo el silencio en las universidades espa?olas, dirigido por Rosa Valls.
A pesar de que el estudio se llev¨® a cabo en 2008, su publicaci¨®n no se ha producido hasta el a?o pasado en la revista m¨¢s reconocida sobre violencia de g¨¦nero, Violence against women. Las cifras de agresiones a las mujeres son similares en otros pa¨ªses, pero la respuesta de las universidades extranjeras tiene detr¨¢s una inversi¨®n para que profesoras y estudiantes dispongan de recursos, cursos y apoyo para saber qu¨¦ situaciones son violencia. "Es evidente que una acci¨®n r¨¢pida y decisiva de las instituciones contra el agresor anima a la v¨ªctima a denunciar", concluye el informe Marcas Ocultas realizado en 2010 en las universidades brit¨¢nicas con 2.058 entrevistas.
Cuando se denuncia las consecuencias van desde eliminar la promoci¨®n laboral, la p¨¦rdida de plazas, impedimentos para presentar las tesis doctorales o alumnas que ven disminuidas sus notas.
Los casos surgen con cuentagotas por el miedo y las dificultades de las v¨ªctimas para denunciar y acumular pruebas que prosperen. En 2014 la Fiscal¨ªa de Barcelona dio por probado que el catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa Jes¨²s de Miguel hab¨ªa abusado durante varias d¨¦cadas de decenas de estudiantes, pero los hechos hab¨ªan prescrito y se archivaron. La Universidad de Barcelona evit¨® apartar al catedr¨¢tico por el archivo, a pesar de la cascada de testimonios y el dictamen del fiscal. Hoy a¨²n trabaja en esta instituci¨®n pese a contar con 69 a?os.
¡°Nos sentimos decepcionados con el archivo pero el informe reconoc¨ªa que hab¨ªa delito y nos legitim¨®. La Universidad se port¨® fatal y nunca nos apoy¨®. Es duro ver el corporativismo desde dentro. Atacaron al poco profesorado que nos apoy¨®, como un mensaje para que nadie m¨¢s se implicara¡±, explica Ana Vidu, primera v¨ªctima que se atrevi¨® a denunciar el caso.
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Dada la contundencia de los indicios de los abusos sexuales sobre las v¨ªctimas y sus relatos "veraces", el magistrado se muestra a un paso de imputar a los profesores por falso testimonio. ¡°No quiere este juzgador pensar que los testigos falten a la verdad (¡) cuanto m¨¢s puede dudarse si lo que algunos de ellos ha hecho ha sido colocarse en una situaci¨®n rayana a la ignorancia deliberada¡±. A pesar del escalofriante relato de hechos del juez con tocamientos y vejaciones constantes, la secretaria de la facultad entonces, Paqui Dom¨ªnguez, afirm¨® el pasado viernes: "Ratifico todo lo que he dicho de Santiago".
Cuando la denuncia se difundi¨® en 2011, los docentes del departamento hicieron pi?a con Romero para aislar a las denunciantes (en proporci¨®n aproximada de 35 a seis), en la facultad un peque?o grupo apoy¨® a las v¨ªctimas y la mayor¨ªa de profesores se mantuvo a la expectativa. Este ¨²ltimo grupo ¡ªque entonces no se implic¨®¡ª ha sido esta semana muy activo en la recogida de firmas para reprobar al catedr¨¢tico en un interesante lavado de conciencia para, a modo de reacci¨®n terap¨¦utica, revisar la equidistancia de anta?o entre condenado y v¨ªctimas, cuando vieron el acoso y los tocamientos como un simple enfrentamiento entre partes.
Pero para perpetuar el acoso en la universidad tanto da?o hacen unos docentes conniventes como una clase dirigente corporativista, subrayan los expertos. Y hoy la c¨²pula de la instituci¨®n hispalense est¨¢ lejos de querer atajar el hostigamiento laboral.
La profesora titular de la Facultad de Medicina Encarnaci¨®n Santamar¨ªa denunci¨® en 2007 que sufr¨ªa acoso laboral cuando en una crisis de ansiedad rellen¨® una instancia en la que escribi¨® "solicito la renuncia de dicha plaza". Este desliz fue aprovechado por la Universidad para en 48 horas despojarle de su condici¨®n de funcionaria. Nueve a?os despu¨¦s la Junta de Personal Docente pidi¨® el pasado 25 de abril al rector actual Castro que anule la resoluci¨®n del rector en 2007, Miguel Florencio, que acab¨® de un plumazo con la carrera de esta doctora. Nueve meses despu¨¦s, el rector Castro sigue sin responder para zanjar este asunto, pese a que hasta el Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa (TSJA) inst¨® a "la revisi¨®n por nulidad" en su sentencia que desestimaba el acoso denunciado por Santamar¨ªa por falta de pruebas.
En paralelo, la profesora de Bellas Artes Inmaculada Rodr¨ªguez ha denunciado que sufre un acoso que ha perjudicado gravemente su carrera profesional con p¨¦rdida de becas internacionales, cursos y su grupo de investigaci¨®n creado. "Menos mal que hay vida fuera de la Universidad porque yo ya no soy la misma persona, a m¨ª me han cambiado. Ha pasado una d¨¦cada, pero no hay ninguna diferencia de rector a rector. Son la misma casta desde [Javier] P¨¦rez Royo", censura. La Universidad de Sevilla es la ¨²nica en Espa?a que prescinde del sufragio universal para elegir a su rector.
Sobre estos dos casos vivos de acoso, la instituci¨®n evita pronunciarse para aclarar por qu¨¦ a¨²n no han sido solucionados. "Tienen unos procedimientos internos", se limita a decir una portavoz de la universidad. "Hemos solicitado tres entrevistas con el rector Castro para hablar del tema de Encarnaci¨®n Santamar¨ªa y se nos ha ignorado", denuncia Jes¨²s M. Castillo, del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT).
En el patio de la Facultad de Educaci¨®n hoy cuelga un cartel con la leyenda de la escritora Mary Wollstonecraft: "Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas".
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