Pedro S¨¢nchez y el efecto Hamon
El PSOE es el siguiente gran partido europeo que se aventura a la campa?a impredecible de unas primarias
Produce cierto estupor exhumar la fotograf¨ªa que Matteo Renzi, Manuel Valls y Pedro S¨¢nchez se hicieron en Roma en septiembre de 2014. Aparecen los tres sonrientes, uniformados de camisa blanca y pantal¨®n vaquero. Y se les observa ajenos a la cat¨¢strofe pol¨ªtica que se les avecinaba.
Renzi y Valls han capitulado como primeros ministros de Italia y Francia. S¨¢nchez, desautorizado como secretario general del PSOE, se ha quedado a unas brazadas de La Moncloa. Aunque la foto de los ¨¢ngeles ca¨ªdos en cuesti¨®n evoca la afinidad de la terna a la mutaci¨®n de la izquierda. Que no era la radicalizaci¨®n, sino, al contrario, la moderaci¨®n, la ¡°flexiguridad¡±, el patriotismo, la centralidad, la identidad, el europe¨ªsmo, la refutaci¨®n del socialismo nost¨¢lgico y anacr¨®nico, el pragmatismo.
Semejante concepci¨®n de la izquierda aspiraba a seducir a los votantes conservadores, pero ha terminado ahuyentando a los militantes en cuanto se les han permitido caminos de expresi¨®n plebiscitaria. Le ocurri¨® a Renzi con el trauma del refer¨¦ndum constitucional. Y le ha sucedido a Valls, contrariado por la sorpresa que representaba Beno?t Hamon y por su predicamento en la l¨ªnea de flotaci¨®n antisistema. No solo ahora. Hamon vot¨® contra la Constituci¨®n europea en 2005. Y se dir¨ªa que ha fortalecido sus posiciones en contacto con la izquierda iconoclasta. Lo demuestra su adhesi¨®n a la doctrina de Podemos. Tanto en la discriminaci¨®n de las ¨¦lites y la gente como en la renta m¨ªnima universal, la legalizaci¨®n de las drogas blandas, la abolici¨®n de la reforma laboral, el rechazo a la austeridad de Merkel y la posici¨®n ante una Europa burocratizada que merece sabotearse.
El programa que han ratificado los militantes y simpatizantes del Partido Socialista franc¨¦s se antoja extraordinariamente similar al que convirti¨® a Jeremy Corbyn en l¨ªder de los laboristas. Y no es la ¨²nica coincidencia. M¨¢s importancia tiene, si cabe, el conflicto de los partidos hist¨®ricos que se ha producido entre el aparato y las bases. Andy Burnham era el candidato oficialista del partido labour, del mismo modo que Valls, abdicando de su papel de primer ministro, aspiraba a aprovechar su peso org¨¢nico. Y hubiera sido el candidato del partido en un congreso convencional, pero la apertura de las primarias relativiza enormemente el poder del aparato. Una larga mayor¨ªa (58%) ha escogido el viraje hacia la izquierda de la izquierda ¡ªHamon¡ª en lugar de la maniobra conservadora que la militancia atribu¨ªa a Valls, m¨¢s all¨¢ de hacerle expiar su papel de costalero en el Gobierno de Hollande.
Es el peligro que habr¨ªa complicado la candidatura de Hillary Clinton. Bernie Sanders representaba el antiaparato, pero su fugaz candidatura, acaso m¨¢s id¨®nea o m¨¢s dotada para derrotar a Trump en ese juego fronterizo de los populismos, no ten¨ªa el esqueleto del Partido Dem¨®crata.
Es el PSOE el siguiente gran partido europeo que se aventura a la campa?a impredecible de unas primarias. Hay una candidata del aparato, Susana D¨ªaz, que todav¨ªa no ha confirmado su concurso. Hay un espont¨¢neo que ha salido al ruedo a probar fortuna, Patxi L¨®pez. Y hay un outsider, Pedro S¨¢nchez, a quien han reconfortado las buenas noticias del fin de semana, tanto por el fervor que le dispensaron en el mitin de Dos Hermanas como por la victoria de Hamon en su nueva aleaci¨®n podemista.
S¨¢nchez era un entusiasta partidario de Valls como lo era de Renzi. Compart¨ªa con ambos la idea de un socialismo desacomplejado, pero no en la deriva rupturista, sino en el aprecio pol¨ªtico y estrat¨¦gico del centro. Y la fotograf¨ªa de Roma consolidaba la alianza generacional, tanto en la desinhibici¨®n del atuendo como en el presagio del cambio. Sucumbieron los tres, pero S¨¢nchez todav¨ªa est¨¢ vivo. Y no tiene inconvenientes en adherirse sobre la marcha a la doctrina hamoniana. T¨¦cnicamente significa acercarse a Podemos. Estrat¨¦gicamente supone aprovechar a su favor el cortocircuito que existe entre los cuadros del PSOE y la militancia.
S¨¢nchez no es tanto el l¨ªder de esa militancia decepcionada como el ¨²nico candidato que la representa. Le sobrepasa el papel, pero este desequilibrio de representaci¨®n o de representatividad no es un obst¨¢culo, sino una circunstancia favorable en su transformismo y camino de redenci¨®n, a¨²n consciente de que Susana D¨ªaz asume el papel de favorita.
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