Europa abraza los centros de detenci¨®n de extranjeros
La legislaci¨®n va mejorando las condiciones de estos recursos, pero a la vez consolida su existencia
Los aviones vuelan muy bajo y a todas horas provocando un ruido ensordecedor. A un par de kil¨®metros de las pistas de aterrizaje del aeropuerto de Par¨ªs, Charles de Gaulle, se encuentra el gran?centro de internamiento de extranjeros del pa¨ªs. Como en Espa?a, estos edificios est¨¢n vedados al p¨²blico y a la prensa salvo contad¨ªsimas excepciones. S¨ª se puede acceder ¡ªy solo a un ala del recinto¡ª visitando a alg¨²n interno.
Tras los cacheos de rigor y despu¨¦s de pasar por varios controles y puertas blindadas, un polic¨ªa dirige al visitante a una de las salas peque?as con puertas autom¨¢ticas, que se cierran una vez dentro y que solo pueden abrir los polic¨ªas que circulan por el recinto cuando se golpea con los nudillos el cristal. Entonces entra un hombre negro, alto y muy musculoso. Lleva barba recortada sin bigote y un gorro de lana negra calada. Es Abdoulaye, que pide ocultar su verdadero nombre. En voz baja, cuenta que no hay nada que hacer en Le Mesnil-Amelot m¨¢s que salir a estirar las piernas y esperar a las visitas. Esta ma?ana de finales de 2016 el term¨®metro no llega a los cinco grados y el patio, que se atisba desde el pasillo, est¨¢ pr¨¢cticamente vac¨ªo. ¡°Esto es una c¨¢rcel. Nos meten, cierran y as¨ª hasta que salimos¡±. Dos personas duermen en cada habitaci¨®n y comparten las duchas entre una veintena de internos. Las instalaciones sin embargo, est¨¢n en buen estado comparadas al menos con algunos CIE espa?oles. Tambi¨¦n a diferencia de lo que sucede en Espa?a, organozaciones como La Cimade tienen un despecho en el ala de las visitas, al que pueden acudir los internos con sus problemas.
Oficialmente, no existe ¨²n modelo ¨²nico de estos centros en Europa. Unos tienen m¨¢s denuncias que en otros; los hay m¨¢s grandes y m¨¢s peque?os; de gesti¨®n p¨²blica y tambi¨¦n privada (por ejemplo, en Reino Unido); con y sin actividades de formaci¨®n o esparcimiento... Pero, en esencia, estas instalaciones presentes en todos los pa¨ªses de la UE son lo mismo: centros custodiados en los que se encierra a personas inmigrantes que no han cometido delitos, pero carecen del permiso necesario de residencia y est¨¢n a la espera de ser expulsados.
En Francia, estos centros de internamiento de extranjeros (CIE, como se les conoce en su versi¨®n espa?ola) exist¨ªan mucho antes de que el Gobierno admitiera y legalizara su existencia a primeros de los a?os noventa del siglo pasado, asegura Virginie Guiraudon, investigadora del Centro de Estudios Europeos de Par¨ªs. M¨¢s o menos desde entonces, se han ido instalando en todo el continente ¡ªde Grecia a Portugal, pasando por Malta e Italia; de Reino Unido y Finlandia a Alemania, Estonia¡¡ª hasta asentarse por completo, primero en las pol¨ªticas migratorias y luego en la legislaci¨®n. Y lo han hecho a pesar de las permanentes denuncias de malas pr¨¢cticas (con un buen n¨²mero de sentencias de los tribunales) y de las campa?as de decenas de asociaciones proderechos humanos que piden el cierre de este tipo de instalaciones.
La legislaci¨®n comunitaria establece que la detenci¨®n administrativa de ciudadanos extranjeros ¨²nicamente puede darse para evitar que un extranjero entre sin permiso en un Estado miembro, que se escape cuando se ha iniciado el procedimiento de expulsi¨®n y, ¨²nicamente en determinadas circunstancias, mientras se tramita su petici¨®n de asilo ¡ªsolo en cinco pa¨ªses est¨¢ terminantemente prohibido detenerles: Bulgaria, Francia, Malta, Portugal y Espa?a¡ª. Pero ese confinamiento debe ser el ¨²ltimo recurso, al menos sobre el papel. En la pr¨¢ctica solo a un peque?o porcentaje de extranjeros en situaci¨®n irregular se le ofrecen alternativas al encierro: desde menos del 1% en Grecia, Francia o Eslovaquia hasta el 19% de Letonia, seg¨²n las cifras recopiladas en un estudio de 2014 de la Comisi¨®n Europea. Las alternativas consisten, por ejemplo, en reportarse regularmente ante las autoridades, dejar una fianza, aceptar vivir en una determinada direcci¨®n o llevar consigo alg¨²n sistema de localizaci¨®n electr¨®nica.
¡°El Gobierno argumenta que son necesarios para una gesti¨®n ordenada de las migraciones, aunque est¨¢ demostrado por muchos acad¨¦micos que son costosos e ineficaces en la lucha contra la migraci¨®n irregular¡±, sostiene el profesor de la Universidad de Bari Giuseppe Campesi. Habla del caso concreto de Italia, pero su explicaci¨®n puede extenderse, asegura, a cualquier otro pa¨ªs europeo.
En el CIE parisino Le Mesnil-Amelot, hay unas 80 personas retenidas. Marroqu¨ªes, argelinos, rumanos y senegaleses son los m¨¢s numerosos. La estancia m¨¢xima en estos centros es de 45 d¨ªas; en los espa?oles son hasta 60 y en la mayor¨ªa de Estados son muchos m¨¢s, la cifra m¨¢s com¨²n, a veces sumando varios periodos de estancia en los centros, es 540 (18 meses), el m¨¢ximo que permite la normativa comunitaria en los casos m¨¢s extremos. La Comisi¨®n Europea recomend¨® a principios de marzo a los Estados Miembros que ampl¨ªen y apuren los plazos de detenci¨®n para lograr el mayor n¨²mero de readmisiones posible. La UE deporta una media del 36% de los migrantes con orden de expulsi¨®n, seg¨²n cifras oficiales correspondientes a 2015.? Pasado ese mes y medio establecido en la legislaci¨®n francesa, los extranjeros detenidos a deben ser expulsados o liberados.
Abdoulaye, de profesi¨®n karateka, lleva en el centro 26 d¨ªas. Desde que aterriz¨® hace cuatro a?os en Francia, ha trabajado, siempre sin papeles, como profesor de artes marciales y mec¨¢nico de motos, asegura. Y as¨ª fue tirando hasta que un d¨ªa como otro cualquiera la polic¨ªa le par¨® en la carretera, le pidi¨® la documentaci¨®n y acab¨® en el centro de internamiento.
¡°Esto es una c¨¢rcel. Nos meten y cierran¡±, cuenta un interno en Par¨ªs
El d¨ªa que EL PA?S entr¨® en Le Mesnil-Amelot, la mujer de Abdoulaye estaba a punto de dar a luz y a ¨¦l le tortura la idea de qu¨¦ pasar¨¢ cuando nazca la ni?a. Sin sus ingresos, su compa?era est¨¢ perdida. ¡°No he hecho nada malo. Yo solo peleo por sacar a mi familia adelante¡±. Si aguanta sin que le expulsen a Senegal 19 d¨ªas m¨¢s, habr¨¢ triunfado. Como el 62,7% de los internos de este centro, que salen en libertad, seg¨²n las cifras del informe anual que publican cinco ONG que trabajan dentro de CIE en Francia. El documento indica que 3.749 personas fueron encerradas en Le Mesnil-Amelot en 2015. Entre ellas, 22 menores han pasado por el centro, seg¨²n las ONG.
¡°En algunos pa¨ªses, las autoridades recurren rutinariamente a la detenci¨®n administrativa de migrantes irregulares en espera de deportaci¨®n, a veces sin limitaci¨®n de tiempo ni revisi¨®n judicial; solo deber¨ªa recurrirse a la detenci¨®n despu¨¦s de un cuidadoso examen de cada caso individual¡±, opina el presidente del Comit¨¦ para la Prevenci¨®n de la Tortura (CPT) del Consejo de Europa, Mykola Gnatovskyy. En la mayor¨ªa de pa¨ªses, son las autoridades civiles (funcionarios de inmigraci¨®n o fuerzas de seguridad) los que toman la decisi¨®n de encerrar a un extranjero en un centro; sin embargo, en Alemania, Estonia, Espa?a, Finlandia, Lituania, Polonia, Portugal y Suecia son los jueces quienes lo hacen.
En cualquier caso, Gnatovskyy, jurista de origen ucraniano, insiste en la necesidad de que los detenidos vayan siempre a centros espec¨ªficos donde se aseguren derechos b¨¢sicos como el de poder informar a una persona de su elecci¨®n de su situaci¨®n, tener acceso a un abogado y a un m¨¦dico ¡ªalgo que no siempre se garantiza, admite¡ª, en lugar de mantenerlos durante semanas en comisar¨ªas de polic¨ªa o llevarlos a la c¨¢rcel; en Irlanda, por ejemplo, los migrantes en detenci¨®n administrativa est¨¢n en m¨®dulos espec¨ªficos de nueve prisiones.
Aunque llevarlos a este tipo de centros especializados, donde la escasez de medios es t¨®nica general, tampoco garantiza que se cumplan los derechos de los detenidos. As¨ª lo han puesto de manifiesto sucesivos esc¨¢ndalos, con motines, suicidios de internos o evidencias de malos tratos como el v¨ªdeo difundido en 2013 en el que se ve¨ªa a los guardias fumigar a un grupo de inmigrantes en una instalaci¨®n de la isla italiana de Lampedusa.
Tambi¨¦n se han sucedido informes cr¨ªticos, tanto de ONG como de organismos oficiales como el del Parlamento brit¨¢nico que en 2015 se?al¨® que 400 inmigrantes llevaban detenidos m¨¢s de seis meses y otro centenar m¨¢s de un a?o; la media de tiempo que los extranjeros pasan detenidos en los CIE europeos est¨¢ entre los cinco d¨ªas de Suecia y los seis meses de Malta, seg¨²n el informe de 2014 de la Comisi¨®n. En algunos casos, la atenci¨®n m¨¦dica era tan pobre, seg¨²n aquel estudio brit¨¢nico, que algunos detenidos no recibieron tratamiento incluso despu¨¦s de haber intentado suicidarse.
¡°All¨ª vives al d¨ªa. Yo he visto c¨®mo la gente se rajaba el cuerpo. No sabes qu¨¦ va a ser de ti al d¨ªa siguiente¡±, cuenta Abdul Bao en un bar africano en el norte de Par¨ªs. Ha pasado ya tres veces por estos centros (incluido el de Le Mesnil-Amelot) despu¨¦s de que hace dos a?os comprara papeles falsos para acreditar su residencia. A diferencia de lo que ocurre en otros pa¨ªses, entre ellos Espa?a, los extranjeros pueden volver a ser internados una y otra vez en los CIE pasados siete d¨ªas de su liberaci¨®n (ocurre lo mismo en Rep¨²blica Checa, Finlandia, Pa¨ªses Bajos, Polonia o Eslovaquia).
En Suecia la detenci¨®n media dura cinco d¨ªas. En Malta seis meses
Todav¨ªa en el centro Le Mesnil-Amelot, Abdoulaye cuenta que la desesperaci¨®n hace que sean relativamente frecuentes los casos de autolesiones. Lo confirma una trabajadora humanitaria. Lo m¨¢s com¨²n es gente que, como relataba Bao, se corta el cuerpo con cuchillas de afeitar. Hace poco, un chico se trag¨® un corta¨²?as. Saben que en cualquier momento del d¨ªa o de la noche pueden venir a buscarles y subirles al avi¨®n. El sonido continuo de los aviones no ayuda a mantener la calma. Por el pasillo da vueltas desnortado un hombre con cazadora y gorra de lana. Es rumano y lleg¨® ayer. ¡°Est¨¢ un poco perdido¡±, informa Abdoulaye.
Las autoridades comunitarias y muchos Estados han ido reaccionando a las denuncias y, por supuesto, a las decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y del Tribunal Europeo de Justicia. Por ejemplo, en Alemania, los cambios legislativos que han reducido dr¨¢sticamente en n¨²mero de extranjeros detenidos ¡ªdesde 5.475 en 2012 a 627 a mediados de 2015¡ª tuvieron su punto de partida en una sentencia que le dijo al Gobierno que los inmigrantes detenidos no pod¨ªan estar en prisiones. En Italia, una comisi¨®n investigaci¨®n parlamentaria lleva varios a?os estudiando c¨®mo mejorar el sistema de acogimiento y detenci¨®n de inmigrantes.
La creciente, y muchas veces mejorada regulaci¨®n en la UE, ha dado sin duda lugar ¡°a una mayor protecci¨®n de los inmigrantes detenidos¡±, admite en un reciente trabajo la investigadora de la Universidad Libre de ?msterdam Galina Cornelisse. Pero lo cierto es que tambi¨¦n ha terminado de institucionalizar este tipo de medidas como una herramienta m¨¢s, muchas veces utilizada con entusiasmo, dentro de la pol¨ªtica migratoria de los pa¨ªses europeos.
Un mecanismo al que los Estados ya muy dif¨ªcilmente estar¨¢n dispuestos a renunciar, incluso aquellos que, como Alemania, han reducido enormemente en n¨²mero de detenciones. ¡°Se est¨¢ pensando seriamente, por razones de coste, en la cooperaci¨®n a largo plazo entre varios Estados. Por desgracia, solo tres de ellos (Bremen, Renania-Palatinado y Schleswig-Holstein) se muestran abiertos a la abolici¨®n de la detenci¨®n y el desarrollo de alternativas¡±, aseguraba hace unos meses un portavoz de La Izquierda el Bundestag tras un debate en la c¨¢mara sobre la cuesti¨®n.
El negocio fronterizo
De la preocupaci¨®n se pasa a la decisi¨®n pol¨ªtica; de ah¨ª a las acciones que ponen en movimiento grandes catidades de dinero y, con ellas, llega la oportunidad de negocio. El proceso se ha vivido en multitud de sectores (empezando por la educaci¨®n o la sanidad) y ha llegado al control de las fronteras, un mercado que movi¨® 15.000 millones de euros en 2015, seg¨²n el think tank Transnational Institute de ?msterdam. Aunque para muchos la colaboraci¨®n p¨²blico privada no tiene por qu¨¦ ser problem¨¢tica en ning¨²n area, a la ONG Migreurop (que re¨²ne asociaciones de Europa, ?frica y Asia) le preocupa la creciente privatizaci¨®n de los centros de internamiento. Tanto en su forma m¨¢s directa (en Reino Unido, la mayor¨ªa de CIE est¨¢n subcontratados a empresas), como mixta, en la que privados gestionan servicios auxiliares como el c¨¢tering, el mantenimiento, e incluso servicios m¨¦dicos y administrativos; en Italia lo llevan a cabo ¡°cooperativas sociales¡±.
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