El PP, un se?or que pasaba por all¨ª
La primera comparecencia de un partido acusado de corrupci¨®n en Espa?a se resolvi¨® con un extra contratado para la ocasi¨®n
Esta ma?ana hab¨ªa expectaci¨®n por ver a Ana Mato, pero en realidad lo m¨¢s curioso fue ver al PP, as¨ª a secas, personificado en un ser humano que finalmente daba la cara por el partido en el juicio G¨¹rtel. Con toda la gente que hab¨ªa en el congreso de la formaci¨®n este fin de semana, tantos rostros conocidos, tanta alegr¨ªa de conocerse y no ten¨ªan a nadie reconocible para mandar. Para un congreso vale cualquiera, pero un juicio es cosa de profesionales, para el trabajo sucio hay que enviar a alguien como el se?or Lobo de Pulp fiction, que resuelve problemas. As¨ª que el PP result¨® ser un se?or con toga negra, pelo blanco, entradas bronceadas y, como se preve¨ªa, y eso s¨ª que era previsible, de muy pocas palabras. Vino a decir que lo ignoraba todo y no iba a decir nada. La fiscal, con la ley en la mano, interpret¨® ante el tribunal que eso equival¨ªa a una confesi¨®n. Por tanto y por fin, la ¨²nica confesi¨®n de alguien del PP se habr¨ªa producido con un se?or desconocido y sin que nos hayamos enterado de nada. Se ha sobrentendido, como todo. Era la primera vez en la democracia que un partido como tal se sentaba en un banquillo por corrupci¨®n pero tambi¨¦n se ha disfrazado de no noticia, con un se?or que pasaba por all¨ª. El PP ha sido esta ma?ana, durante solo diez minutos, Jes¨²s Santos, un abogado convertido en representante legal del partido conservador. Antes era fiscal. Todos tenemos un pasado, y m¨¢s en este juicio.
Ana Mato, por ejemplo, es una mujer con una pasada de pasado, exministra dimitida que aguant¨® los siete a?os que el PP la mantuvo en sus cargos y esca?os ¨Chasta hace un a?o- tras estallar el esc¨¢ndalo G¨¹rtel, capaz de tener un Jaguar en el garaje sin tener constancia. Madrug¨® mucho, entr¨® en la sede poligonera de la Audiencia casi sin ser vista y se sent¨® en un rinc¨®n parapetada tras dos mujeres en pie que la acompa?aban. Miraban de reojo a la puerta a ver qui¨¦n entraba. Su exmarido y exalcalde de Pozuelo, Jes¨²s Sep¨²lveda, no apareci¨®. Lo hicieron pocos: Correa, Crespo e Izquierdo. Era notable la diferencia con el caso que se juzgaba en el piso de arriba. Era otro delito fiscal, pero all¨ª hab¨ªa gente corriente, ajena al protocolo, y por lo tanto preocupada y cariacontecida. En el piso de abajo era como la sala de espera del dentista, a ver si se pasaba r¨¢pido. La etiqueta exige desenfado. La gente del piso de arriba lo ver¨ªa como echarle morro y seguramente no les saldr¨ªa, o les saldr¨ªa mal, requiere a?os de entrenamiento. M¨¢s si te dicen que te has beneficiado sin enterarte de 28.467,53 euros, como Ana Mato; 245.492 euros, como el PP; y 45.066, como Gema Matamoros, la mujer de Guillermo Ortega, exalcalde de Majadahonda.
Ana Mato respondi¨® hier¨¢tica, sujetando un bol¨ªgrafo con ambas manos y solo en alg¨²n momento se le escap¨® alg¨²n gallito, pero no se sab¨ªa si era por emoci¨®n o un tonillo de la forma pija de cabrearse. El padre de sus hijos qued¨® reducido de forma muy marcada al ¡°se?or Sep¨²lveda¡±. La cutrez de pringarse por unos globos y una fiesta de cumplea?os hizo que se trataran con lenguaje pol¨ªtico y presuntamente serio asuntos que no lo son en absoluto: ¡°En relaci¨®n con las celebraciones infantiles de las que estamos hablando aqu¨ª¡±, calco de la expresi¨®n ¡°ese se?or del que usted me habla¡±. Lo afrontan igual. Tambi¨¦n desminti¨® que la fiesta inspirada en el jard¨ªn de las maravillas de Alicia fuera una ¡°celebraci¨®n tem¨¢tica¡±: ¡°Hab¨ªan puesto una flor, punto¡±. No ¡°intervino¡±, precis¨®, pero explic¨® a su marido lo que quer¨ªa en la decoraci¨®n y ¨¦l se encarg¨®. Ana Mato tambi¨¦n es una de esas mujeres espa?olas de los juicios de corrupci¨®n que no sabe ni la mitad de lo que hace su marido. No sab¨ªa lo que ganaba y no le extra?¨® que tuviera un Jaguar (¡°no me llam¨® la atenci¨®n¡±).
Fue de agradecer luego el desparpajo de Gema Matamoros, que fue mucho m¨¢s descriptiva, aunque tampoco ten¨ªa ni idea de nada. Por supuesto que Correa le regal¨® un bolso de Loewe de 3.000 euros y lo ten¨ªa all¨ª mismo para ense?arlo, ¡°pero es de tela sencilla, no de cuero, rosa y blanco, no de locura, locura, dentro de la normalidad¡±. Eran a?os en que eso era lo normal, insisti¨®, porque ¡°en aquella ¨¦poca en Espa?a era boyante hasta el fontanero¡±. No le pareci¨® ¡°desproporcionado¡± gastarse 16.000 euros en unas vacaciones porque con la extra de verano entre ella y su marido cobraban ¡°exactamente el doble, 24.000¡±, para que se vea que sigue sin fijarse en las matem¨¢ticas. La se?ora Matamoros no se fijaba en nada, la verdad. Ten¨ªa a su nombre el seguro de un Range Rover que asegura no haber conducido en su vida, iba a hacer la compra en un Jaguar de su suegro sin saber de d¨®nde hab¨ªa salido y le amueblaban la casa sin que se diera cuenta. En casa ella solo se ocupaba del ¡°avituallamiento¡±, otro de esos prodigios verbales que solo se oyen en un juicio. No sab¨ªa que pagaba Correa, porque adem¨¢s le hubiera parecido ¡°una ordinariez¡± que le regalaran un viaje. Es m¨¢s educado si te lo hacen sin dec¨ªrtelo. ¡°?Nos vamos a Escocia? Pues a Escocia¡±, as¨ª lo decid¨ªan. Ella y su marido eran amigos de Correa y se?ora, sal¨ªan a menudo juntos, pero ¡°fuera del ¨¢mbito de trabajo¡±, as¨ª que aquellas veladas eran as¨ª: ¡°?bamos a cenar y ja, ja, ja, je, je, je¡±. No hablaban de nada, como ahora. Tampoco con su marido, que seg¨²n cont¨® sal¨ªa a las ocho de la ma?ana, volv¨ªa a las diez y solo tomaban algo o ve¨ªan una pel¨ªcula. Estos matrimonios radiografiados en los juicios son desde luego muy poco comunicativos. Ni las comuniones las pagaban en comuni¨®n, Sep¨²lveda pasaba la factura de la de su hija a la trama G¨¹rtel. Aunque eran ¡°muy cat¨®licos¡±, subray¨® Matamoros, porque Ortega se iba muchas veces de retiro espiritual con otro de los acusados, Luis de Miguel, que ya est¨¢ en la c¨¢rcel condenado a 20 a?os por otro caso. Lo inconfesable queda en casa, y el PP si esto de hoy llega a considerarse confesi¨®n, solo ser¨ªa por omisi¨®n, sin decir ni p¨ªo.
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