Francisco Franco y la maldici¨®n del papa Formoso

La "resurrecci¨®n" de Francisco Franco depende a su vez de Francisco, pues es el sumo pont¨ªfice quien tiene la autoridad para reclamar al abad de Santa Cruz del Valle el "nihil obstat" de la Iglesia al proceso de exhumaci¨®n del cad¨¢ver.

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Quedar¨ªa as¨ª resuelta la anomal¨ªa del mausoleo megal¨®mano donde todav¨ªa se idolatra nost¨¢lgica o tur¨ªsticamente al dictador ferrolano. Y se despejar¨ªa una de las paradojas legislativas que a su vez obstaculizan la evacuaci¨®n del caudillo: le ley de memoria hist¨®rica a la que se aferra el PSOE para "extirpar" a Franco de su tumba de honor en Cuelgamuros reconoce espec¨ªficamente los espacios inviolables de la Iglesia, a no ser que Mariano Rajoy, muy esc¨¦ptico en el papel de m¨¦dium, emprendiera como causa propia una compleja iniciativa parlamentaria ¡ª20 proposiciones no de ley¡ª que los socialistas han convertido ahora en una reclamaci¨®n urgente.

El Estado tiene competencias para remover los osarios donde se alojan millares de difuntos de la Guerra Civil trasladados al Valle de los Ca¨ªdos, pero la bas¨ªlica donde reposa el caudillo constituye un territorio de excepci¨®n susceptible de la autoridad del Papa, si no fuera, acaso, por el antecedente traum¨¢tico del "proceso a cad¨¢ver".

Fue as¨ª como se denomin¨® en el a?o 897 el juicio p¨®stumo al papa Formoso. Que estuvo ausente y al mismo mismo presente delante del tribunal extraordinario. Quiere decirse que ya hab¨ªa muerto y se le hab¨ªa enterrado, pero sus restos se exhumaron y se recompusieron como los despojos descoyuntados de una marioneta.

La pestilencia del difunto hac¨ªa insoportables las sesiones. Era necesario "pulverizarlo" con ex¨®ticas fragancias e inciensos de gran reserva, aunque el aspecto m¨¢s llamativo del ceremonia consist¨ªa en el genuino h¨¢bito papal que revest¨ªa el esqueleto. Parec¨ªa Formoso un pepele vestido de Papa, una sue?o transgresor de Fellini.

El macabro fen¨®meno sucedi¨® entre las paredes de la Bas¨ªlica de San Juan de Letr¨¢n delante de los cardenales y del pont¨ªfice Stefano VI. Pues fue suya la iniciativa de juzgar al sumo antecesor porque hab¨ªa incurrido en un delito de traici¨®n.

?Los motivos? Sucedi¨® que Formoso favoreci¨® la coronaci¨®n del emperador Arnolfo, que era la opci¨®n filogermana, en lugar de apoyar la candidatura peninsular de Lamberto de Spoleto, as¨ª es que la madre de este ¨²ltimo, Agertrude, dotada de grandes poderes en Roma, intervino para que Stefano VI fuera a repescarlo de la tumba.

Nos cuenta el episodio el historiador Gregorovius a partir de la fascinaci¨®n que le suscitaron las cr¨®nicas medievales, muchas de las cuales rememoraban con detalles escabrosos y alucin¨®genos el trance en que el fiscal vaticano arrinconaba con sus preguntas a la corrupta ¡ªconceptual y literalmente¡ª momia de Formoso:

¡ª?Por qu¨¦ has osado a usurpar el anillo...?

No respond¨ªa el difunto Papa ni tampoco pod¨ªa hacerlo en sus limitaciones biol¨®gicas, pero el silencio del santo padre se interpret¨® entre los magistrados eclesi¨¢sticos como una prueba inequ¨ªvoca de culpabilidad. Tampoco se pudo condenar a muerte a Formoso, claro est¨¢, porque muerto ya estaba. Y porque no resucit¨® al tercer d¨ªa. A cambio hubo consenso en administr¨¢rsele las peores humillaciones.

Una de las m¨¢s vergonzosa consisti¨® en arrancarle tres dedos de la mano derecha, s¨ªmbolo de la Trinidad al uso en las bendiciones papales, mientras que los restos del Papa acabaron en el fondo del T¨ªber despu¨¦s de un ignominioso "linchamiento" popular que Gregorovius detalla como si estuviera pintando un cuadro del Bosco.

El PSOE se arriesga a emprender una iniciativa similar. Es verdad que la ejecutoria del caudillo contradice los honores de un mausoleo megal¨®mano donde se ha normalizado el recuerdo de una tiran¨ªa y donde se frivoliza con los souvenirs, pero la idea de rescatarlo de ultratumba tendr¨ªa que tener presente el terremoto que sacudi¨® la bas¨ªlica de San Juan de Letr¨¢n cuando Formoso muri¨® dos veces. Y no porque fuera inocente. Sino porque se le concedi¨® la oportunidad de la resurrecci¨®n.

El escarmiento no impresiona la iniciativa del PSOE en el Congreso. Han exhumado los socialistas el informe de la comisi¨®n de expertos que Rodr¨ªguez Zapatero promovi¨® en 2011 en el contexto de la ley de memoria hist¨®rica. Y que estaba criando malvas desde que los populares accedieron al poder. Aquella comisi¨®n recomendaba que los restos de Franco se trasladaran a un lugar designado por la familia, pero toda expectativa de desenterrar al dictador tanto se malogra en el escepticismo de los populares como concierne a la decisi¨®n de Francisco. Podr¨ªa estimularlo una suerte de revancha jesuita, pero tambi¨¦n le disuade de hacerlo el espectro de Formoso.