La vida vuelve al r¨ªo Manzanares
Tras levantar la esclusas la zona se ha convertido en un observatorio de aves y otras especies
El trozo de pan sale disparado desde la orilla, va dirigido a una negra gallineta que acaba de asomar el pico rojo entre las plantas de carrizo. Pero no lo alcanza. Cuatro o cinco gaviotas caen sobre ella en picado, chillando y batiendo las alas, hasta que consiguen zamparse la miga. Es una de las tantas escenas que se desarrollan en el r¨ªo Manzanares a su paso por la ciudad, cuyos m¨¢rgenes se han convertido en un observatorio de aves desde que el Ayuntamiento decidi¨® acometer en mayo del a?o pasado un proyecto que parti¨® de Ecologistas en Acci¨®n para naturalizar el r¨ªo.
Las garzas y garcetas se codean con cormoranes, gaviotas, patos, gal¨¢pagos ¡ Algunas especies ya frecuentaban el r¨ªo, pero otras son nuevos inquilinos. La mejor zona para contemplar sus idas y venidas se extiende desde el puente de la Reina Victoria (pegado a la ermita de San Antonio de la Florida) y el de Segovia.
La naturalizaci¨®n comenz¨® con algo tan sencillo como levantar siete de las 10 presas que inmovilizaban el agua del Manzanres por zonas, creando la ficci¨®n de un r¨ªo profundo. Las retenciones, construidas en 1955, se distribuyen por 7,5 kil¨®metros del cauce (del puente de los Franceses al de Legazpi), a lo largo de Madrid-R¨ªo.
El Manzanares comenz¨® a correr libremente y a adelgazar de forma dr¨¢stica: su profundidad media cay¨® de 3,5 metros a unos 30 cent¨ªmetros, que en ¨¦poca de lluvias se eleva hasta los 50. El caudal actual de entre tres y cinco metros c¨²bicos por segundo se mantienegracias a las aportaciones del embalse de El Pardo y de una depuradora. La disminuci¨®n de la l¨¢mina de agua y las plantas de carrizo, ahora de un color ocre oto?al, se han desvelado como el polo de atracci¨®n perfecto para albergar a fauna que antes evitaba la zona o exist¨ªa en menor cantidad.
Con la bajada de las aguas, las plantas comenzaron a prosperar con una avidez sorprendente all¨ª donde el Manzanares asomaba su lecho de arena, formando islas de vegetaci¨®n. Su r¨¢pido crecimiento llam¨® la atenci¨®n de los paseantes, que empezaron a aminorar la marcha, hasta que se apoyaron en las barandillas y descubrieron animales, que no se imaginaban pod¨ªan elegir ese aprendiz de r¨ªo, en verano especialmente maloliente, como un lugar donde vivir e incluso criar.
Gaviotas (reidoras, patiamarillas, sombr¨ªas, arg¨¦nteas o cabecinegras) y los negros cormoranes, fieles desde hace a?os a las orillas del Manzanares, contemplan indiferentes los cambios. En los ¨²ltimos 20 a?os, las gaviotas han pasado de ser visitantes poco frecuentes a superar los 100.000 individuos en Madrid durante los meses de invierno, comentan desde SEO/BirdLife. ¡°Y, aunque no tanto como otros animales, tambi¨¦n se est¨¢n beneficiando de la naturalizaci¨®n¡±, explican.
Con las patas en remojo, picoteando a la b¨²squeda de alimento, se divisa alg¨²n ejemplar de garza real, de garceta com¨²n, al esquivo martinete com¨²n, al chorlitejo, a la agachadiza o la conocida gallineta ¡. A su lado se dejan ver parejas de ¨¢nades reales o azulones, alg¨²n pato com¨²n y hasta tres o cuatro ejemplares de gansos del Nilo, y si hay suerte al peque?o mart¨ªn pescador con su espectacular plumaje.
Los peces tambi¨¦n han prosperado. El Ayuntamiento, que invertir¨¢ este a?o 1,2 millones en el r¨ªo, espera ver el desarrollo de colonias de especies aut¨®ctonos como el barbo, la boga o la tenca, en detrimento de las al¨®ctonas, entre ellas la carpa, el pez gato o la gambusia. La inc¨®gnita es saber si los reci¨¦n llegados criar¨¢n o no. Desde SEO/BirdLife advierten que el inicio de la naturalizaci¨®n ha sido prometedor, pero es preciso realizar un profundo seguimiento del proceso a largo plazo. El deseo de los ecologistas es atraer a la nutria, que solo se conforma con aguas cristalinas; las del Manzanares todav¨ªa no cumplen con el requisito.
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