Retrato de los ¨²ltimos d¨ªas de un sal¨®n de t¨¦ legendario
Clientes y trabajadores se despiden, tras 86 a?os, al madrile?o Embassy
Un Madrid se acaba y ha venido a despedirse a la barra y los salones de Embassy, que abrieron en el paseo de la Castellana en 1931. En pleno barrio de Salamanca, una mujer cuestiona el capitalismo: "No todo es que llegue un t¨ªo con dinero y arrase. Adem¨¢s, dejan a 60 familias en la calle", dice Mar¨ªa Eugenia, de 47 a?os y clienta del local desde ni?a, cuando solo era una pasteler¨ªa y unas pocas mesas para tomar el t¨¦. El lugar es un traj¨ªn de abrazos y adioses. "Muchas gracias por todo", dice una se?ora. "Ay, ya no s¨¦ si voy o vengo", responde una camarera. Unos ¨²ltimos bocados de la codiciada tarta de lim¨®n, un ¨²ltimo c¨®ctel de champ¨¢n, el trago preferido de la casa. La receta, seg¨²n el joven barman, es alto secreto, el ¨²nico con el que no se ha traficado aqu¨ª.
Ana espera a una amiga en una de las mesas. Conoce muy bien el sitio y a sus clientes m¨¢s asiduos. "Ese se?or del final de la barra est¨¢ aqu¨ª todos los d¨ªas". El se?or no quiere hablar mucho: "Es una pena para todos". Ana facilita al periodista el tel¨¦fono de la due?a ¡ªprohibido difundirlo para los empleados¡ª. Llamada perdida. "No te imaginas Par¨ªs sin el Caf¨¦ de Flore o Viena sin el Negro Camello. Son lugares hist¨®ricos donde todav¨ªa puedes ir a tomar algo y estar un rato tranquila", dice Ana.
En la barra, solo un tema: la venta del negocio y el cierre a 86 a?os de historia. "Esto no es el fin de un contrato porque el s¨®tano y las dos plantas son de su propiedad. Que lo vendan si quieren, pero que no mientan", dice Ferm¨ªn, de 64 a?os, que ha hecho traer al periodista a su mesa para quejarse. El rumor, repetido por varios clientes y empleados, es que lo ha comprado el grupo propietario de Ten Con Ten, El Paraguas, Amaz¨®nico y Quint¨ªn. Son 58 los trabajadores y todos han tenido que firmar la notificaci¨®n de los due?os que anuncia su despido. "Quieren que la indemnizaci¨®n sea la m¨ªnima. 20 d¨ªas por 12 mensualidades", dice una de ellas.
La primera vez que vino, Antonio jugaba al rugby y ten¨ªa el pelo largo y barba. Ya no. El joven barman le prepara un dry martini. "No, por favor, no ponga la ginebra fr¨ªa que es una barbaridad. Es una trampa, te entra el alcohol en vena". El joven barman vac¨ªa la coctelera y empieza de nuevo. "Es muy malo. Suele estar Antonio, que ya me conoce y sabe que solo quiero un toque de Martini, pero en fin... Uno ya no sabe lo que es verdad y lo que es mentira". ?C¨®mo era esto hace 40 a?os? "Las se?oras que hay ahora eran m¨¢s j¨®venes. Y sus nietas, la verdad, no parece que vengan".
La resistencia de Embassy no afloja. Los asiduos vienen m¨¢s y los que no tanto se dejan caer una ¨²ltima vez. Grupos de amigas de muchos a?os atrincheradas en sus mesas, hombres trajeados toman c¨®cteles antes del mediod¨ªa. Pedro va a cumplir 71 a?os el pr¨®ximo 21 de marzo. Ten¨ªa una reserva para celebrarlo en otro restaurante, pero despu¨¦s de leer la prensa, la ha cambiado por Embassy. "Quiero que mi hija lo conozca antes de que cierre. Aqu¨ª hab¨ªa antes m¨¢s fachas por metro cuadrado que en todo Madrid, pero era un lugar donde se mezclaba la gente sin ning¨²n problema".
Hay cosas que desaparecer¨¢n con Embassy. La periodista Emilia Landaluce se?ala, por ejemplo, los pantalones rojos de hombre, dif¨ªciles de ver ya en muchas partes de Madrid. Los cuatro mil¨ªmetros exactos del pan de los s¨¢ndwiches, dice a su lado, la periodista Ana Romero, que acaba de firmar un ejemplar de uno de sus libros. Hay un limpiabotas que vende cupones y cuatro se?ores que apuran sus c¨®cteles en un rinc¨®n de la barra. Todos lucen un pa?uelo en el bolsillo de la chaqueta. El joven barman es preguntado de nuevo por la combinaci¨®n y responde con sorna sobre la insistencia de los periodistas. Landaluce ha escrito un manifiesto con el escritor Ignacio Peyr¨® para evitar el cierre. "Creo que los due?os no esperaban esta reacci¨®n y ahora han aflojado un poco y dicen que no est¨¢ hecho todav¨ªa, pero es cuesti¨®n de d¨ªas", afirma una trabajadora.
Una se?ora coge un pu?ado de posavasos de la barra. Otras dos se abalanzan sobre ellos. Son bonitos, de otra ¨¦poca, letras verdes: Embassy. Madrid 1931. Una mezcla de licores en la base, hielo, champ¨¢n y twist de lim¨®n y naranja. Llega el barman veterano, el que sabe hacer dry martinis, m¨¢s de 35 a?os entre botellas. La coctelera suena diferente. Su recuerdo m¨¢s preciado es el d¨ªa que conoci¨® a Cantinflas. "Acababa de entrar a trabajar, ten¨ªa 18 a?os". Enumera los actores que han pasado por su barra: Harrison Ford, Russell Crowe, John Travolta... ?Qu¨¦ lleva la base de licores? "Eso es m¨¢s secreto que la receta de la Coca-Cola. Al menos, de momento".
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