Calles de Madrid: vae victis
La cuesti¨®n de los nombres de calles es siempre un asunto pol¨ªtico en nuestro pa¨ªs
La cuesti¨®n de los nombres de calles es siempre un asunto pol¨ªtico en nuestro pa¨ªs, y m¨¢s aun cuando se plantea despu¨¦s de una guerra civil que tuvo por norte la eliminaci¨®n definitiva de aquello que consideraba la Antiespa?a. A partir de 1939 hubo una barrida general de todo cuanto sonaba a democr¨¢tico, laico u obrero, salv¨¢ndose solo algunos nombres correspondientes a fallecidos mucho antes del 36, como Jaime Vera o Anselmo Lorenzo, m¨¢s la excepci¨®n de don Emilio Castelar en su estatua inaugurada por el general Queipo de Llano, a la saz¨®n republicano, por ser un hombre acertadamente bien visto por nuestra derecha. Con la democracia, si no me equivoco por iniciativa de Enrique Moral Sandoval, siendo Tierno alcalde, se llev¨® a cabo una cautelosa restauraci¨®n, dentro del ambiente de la ley de Amnist¨ªa. Una vez aprobada la ley de Memoria Hist¨®rica, sin embargo, no ten¨ªa sentido un callejero plagado aun de golpistas y por eso el fin de las administraciones del PP supuso el relanzamiento del tema. Un primer proyecto pareci¨® muy radical y por eso Manuela Carmena encarg¨® a Francisca Sahuquillo formar una comisi¨®n, con el historiador ?lvarez Junco a la cabeza, para elaborar una nueva propuesta, la de 47 cambios que ahora tenemos delante.
Hay criterios de fondo, que parecen bien claros: eliminar toda evocaci¨®n del levantamiento militar de julio del 36, suprimiendo los nombres de calles asignados a sus protagonistas y devolver a algunas sus antiguas denominaciones, lo cual produce efectos chistosos, como el "Arriba Espa?a" reconvertido en "Charca Verde". La duda, sin embargo, surge en cuanto a la designaci¨®n de nombres alternativos, por encima de que los propuestos resulten indiscutibles (Blas de Otero, Melchor Rodr¨ªguez, Melquiades ?lvarez, Marcelino Camacho, Juana Do?a, Jos¨¦ Castillejo, Instituci¨®n Libre de Ense?anza).
El vac¨ªo consiste en la ausencia de los grandes nombres de defensores de la Rep¨²blica, m¨¢s all¨¢ de quienes destacaron por su moderaci¨®n. Si ahora no ocupan su merecido lugar en el callejero, ?cu¨¢ndo van a hacerlo? Manuel Aza?a tiene solo una calle sin n¨²meros y que yo sepa no est¨¢n ni Juan Negr¨ªn, ni Fernando de los R¨ªos. Si hubo generales golpistas, los hubo tambi¨¦n defensores de la Rep¨²blica, como el general Batet o el general Escobar, y adem¨¢s fueron fusilados por ello: sin sustituir a los ahora eliminados, su recuperaci¨®n ahora era un deber. Por lo que toca al PCE, qui¨¦rase o no n¨²cleo de la defensa de Madrid, su ausencia est¨¢ compensada por una gran militante y por el l¨ªder de CCOO, pero la l¨ªnea pol¨ªtica falta por entero. El s¨ªmbolo de esa defensa, fiel luego a sus consecuencias pol¨ªticas, fue Dolores Ibarruri, quien al "?No pasar¨¢n!" de 1936 sum¨® veinte a?os m¨¢s tarde el hallazgo de la pol¨ªtica de "reconciliaci¨®n nacional". No est¨¢, y tampoco figuran la figura emblem¨¢tica de la resistencia comunista, Sim¨®n S¨¢nchez Montero, ni Jorge Sempr¨²n, el art¨ªfice de la lucha clandestina y gran escritor. Claro que tampoco est¨¢ Ram¨®n J. Sender, a pesar de su protagonismo en la recuperaci¨®n de la memoria. Una duda: creo que Anselmo Lorenzo conserv¨® una callecita junto a la carretera de Extremadura. Valdr¨ªa la pena entonces asignar la nueva calle a ese anarcosindicalista ejemplar que fue Juan Peir¨®, ministro de la Rep¨²blica en guerra, defensor incansable de la tolerancia, finalmente, fusilado por Franco. No importar¨ªa tampoco demasiado que la plaza de la Cooperaci¨®n o la El¨ªptica dieran acogida a los nombres de esos personajes de necesario recuerdo.
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