?Preguntan mucho o poco tus representantes en el Congreso?
El retraso del Gobierno de Mariano Rajoy en contestar las preguntas parlamentarias esta legistes muy importante
Preguntar es la naturaleza b¨¢sica de la pol¨ªtica democr¨¢tica. Ignorar las preguntas parlamentarias por incompetencia, desidia o decisi¨®n consciente ¡ªpero irresponsable¡ª es un desprecio a los derechos de los ciudadanos. Un Gobierno que no responde (requerimientos, dudas o demandas) se deslegitima, incumple sus deberes e impide el correcto funcionamiento de nuestra vida democr¨¢tica. El poder que no escucha, se nubla. Y el que no responde, se burla.
Las preguntas escritas, por ejemplo, reguladas en los art¨ªculos 185 a 190 del Reglamento del Congreso de los Diputados, son instrumentos para el control y la vigilancia pol¨ªtica de los Gobiernos en los sistemas de democracia representativa parlamentaria. Consisten o bien en peticiones de informaci¨®n sobre asuntos espec¨ªficos, o bien en solicitudes de toma de postura pol¨ªtica del Gobierno, igualmente respecto a cuestiones muy concretas planteadas en la formulaci¨®n de la pregunta.
El retraso del Gobierno de Rajoy en contestar las preguntas parlamentarias esta legislatura es muy importante
La caracter¨ªstica distintiva de la pregunta respecto a, por ejemplo, la interpelaci¨®n, la moci¨®n, o la proposici¨®n de ley, entre otras, es su car¨¢cter muy espec¨ªfico y concreto, casi se podr¨ªa decir local o sectorial. Por lo general, la mayor¨ªa de las preguntas se refieren a cuestiones relativas a la circunscripci¨®n del diputado/a y, por tanto, su repercusi¨®n medi¨¢tica suele ser en medios locales y regionales (peri¨®dicos o radios locales).
No es f¨¢cil que una pregunta escrita tenga la repercusi¨®n de una escenificaci¨®n parlamentaria como la que hemos visto esta semana: ?Se la trae floja, se la suda, se la pela o se la bufa?, le espet¨®?Pablo Iglesias a Mariano Rajoy en el Congreso durante la sesi¨®n de control. Pero no por ello es despreciable, en t¨¦rminos de vinculaci¨®n entre el diputado y su electorado m¨¢s cercano, sobre todo, si el diputado realiza preguntas de forma continuada y acertada para poder controlar la actuaci¨®n del Ejecutivo sobre temas que pueden interesar a sus electores cercanos. Las preguntas son un indicador de calidad democr¨¢tica: de la de nuestros representantes, y de la de nuestros gobernantes.
El silencio corroe nuestra confianza, introduce la sospecha de la intencionalidad del que calla, y bloquea la actividad pol¨ªtica
Las preguntas escritas son un recurso muy habitual en la l¨®gica opositora. El n¨²mero total de las presentadas desde 1977 hasta esta semana asciende a m¨¢s de 511.000. Una cifra extraordinaria. En general, la inmensa mayor¨ªa de las preguntas escritas son contestadas por el Gobierno de turno, aunque el n¨²mero de estas inadmitidas, retiradas, extinguidas, caducadas o convertidas no es una cifra menor. A veces, las preguntas son tambi¨¦n una estratagema de filibusterismo parlamentario (cuando alg¨²n diputado/a ha formulado miles de preguntas muy similares, apenas cambiando el nombre de una localidad, por ejemplo). Se trata de buscar notoriedad medi¨¢tica o bloquear la capacidad de respuesta del Gobierno.
Pero en esta legislatura nos enfrentamos a otra cuesti¨®n. El retraso del Gobierno de Mariano Rajoy en contestar las preguntas parlamentarias es muy importante. El Gobierno acumula sin responder m¨¢s de la mitad de las cuestiones recibidas, aunque la vicepresidenta y el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes se han comprometido con los diputados y diputadas, en sede parlamentaria, a resolver esta dejadez y disfunci¨®n democr¨¢tica. Los socialistas, por ejemplo, lamentan que ?el Gobierno dilate tanto los tiempos y abuse del silencio administrativo para eludir el control parlamentario?. Y el resto de grupos se queja amargamente de la actitud del Gobierno. La alarma es muy relevante cuando muchas de las peticiones vencen los 40 d¨ªas del plazo m¨¢ximo establecido en el Reglamento y se quedan sin recibir respuesta. Algunos de estos vencimientos, de naturaleza muy diversa, son muy notorios y tienen un inter¨¦s indudable en t¨¦rminos period¨ªsticos y pol¨ªticos.
Desconocemos, por ejemplo, si el caballo del que se cay¨® la infanta Elena era de ?titularidad p¨²blica o privada?; no tenemos informaci¨®n sobre la situaci¨®n de los CIE de Barcelona o de Madrid; no hay datos sobre la venta de viviendas protegidas por parte de la Comunidad de Madrid a fondos buitre; o se nos ha impedido conocer m¨¢s datos, y la versi¨®n del Gobierno, sobre el caso de la presunta evasi¨®n de impuestos del delantero del Real Madrid Cristiano Ronaldo.
El Ejecutivo aduce colapso. La oposici¨®n, dejadez deliberada. Pero, m¨¢s all¨¢ de este pulso parlamentario, las preguntas sin respuesta reflejan un d¨¦ficit democr¨¢tico en la vigilancia parlamentaria y, yendo un poco m¨¢s al fondo, un desprecio a la pregunta que debilita la calidad de nuestra democracia y refleja carencias de funcionamiento importante. Los parlamentarios, cuando preguntan, lo hacen en el cumplimiento de sus obligaciones y representan los derechos de los ciudadanos y ciudadanas que, les hayan votado a no, tienen derecho a recibir respuesta.
El silencio, cuando se pregunta, no es admisible, aunque sea administrativamente legal. El silencio corroe nuestra confianza, introduce la sospecha de la intencionalidad del que calla, y bloquea la actividad pol¨ªtica. Dec¨ªa Miguel de Unamuno que ?a veces, el silencio es la peor mentira?. El Gobierno se arriesga a que sus silencios sean c¨®mplices de la mentira o del enga?o. Y a que la imaginaci¨®n y la sospecha sustituyan, en la opini¨®n p¨²blica, a la informaci¨®n y la verdad. Cuando los Gobiernos no responden a sus ciudadanos y ciudadanas, que nadie espere que estos atiendan sus consejos, sus indicaciones o sus instrucciones. Responder es una obligaci¨®n. Y, sobre todo, un derecho.
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