Carta a una mujer luchadora y apasionada, a una amiga
Nos uni¨® la pasi¨®n por la educaci¨®n, por la pol¨ªtica, por nuestros respectivos trabajos, por hacer las cosas bien, por triunfar en nuestros peque?os retos
?ramos j¨®venes, jovenc¨ªsimas. Y coincidimos en un momento en el que nos rebosaban las fuerzas, las ganas, los ideales, los proyectos profesionales. Carme acababa de llegar a Madrid como diputada y como portavoz de Educaci¨®n en la Ejecutiva socialista. Yo empezaba como responsable de Educaci¨®n de este peri¨®dico. Nos un¨ªan muchas cosas en ese momento. La pasi¨®n por la educaci¨®n, por la pol¨ªtica, por nuestros respectivos trabajos, por hacer las cosas bien, por triunfar en nuestros peque?os retos. El suyo, el hacerse un lugar en el partido en Madrid. El m¨ªo, el no perderme ni una sola exclusiva. Y as¨ª, con el roce profesional diario, nos hicimos amigas.
Qu¨¦ vac¨ªas, que in¨²tiles me parecen ahora esas l¨¢grimas. Porque las l¨¢grimas de p¨¦rdida secan para siempre las l¨¢grimas de amor, matan su sentido
Compartimos vacaciones en Lanzarote, en D¨¦nia, en C¨¢diz, en M¨¢laga¡ Repasando hoy las fotos me vienen recuerdos llenos de an¨¦cdotas, intensos, alegres, divertidos y tambi¨¦n algunos tristes. Disfrut¨¢bamos much¨ªsimo, nos re¨ªamos much¨ªsimo. A veces, llor¨¢bamos much¨ªsimo. Siempre por amor. Qu¨¦ vac¨ªas, que in¨²tiles me parecen ahora esas l¨¢grimas. Porque las l¨¢grimas de p¨¦rdida secan para siempre las l¨¢grimas de amor, matan su sentido.
Nunca tuve la sensaci¨®n de que Carme viviera con miedo por la cardiopat¨ªa con la que naci¨®. Apenas la mencionaba y, cuando lo hac¨ªa, era para contar una revisi¨®n m¨¦dica o alg¨²n recuerdo de infancia, pero, aunque la tuviera presente, era como si no le diera importancia. Nunca tuve la sensaci¨®n de que corriera peligro su vida por esa raz¨®n. Hasta ayer.
Mis ¨²ltimos recuerdos de ella est¨¢n rodeados de alegr¨ªa. Al ense?arnos a su hijo Miquel en una cena en el ¨¢tico del Ministerio de Defensa y al llamarme para darme la enhorabuena por mi maternidad. Me mand¨® un carrito rosa fucsia en el que he llevado a mi hija hasta hace poco tiempo y que me hac¨ªa no olvidarme de ella estos ¨²ltimos a?os.
Nunca tuve la sensaci¨®n de que Carme viviera con miedo por la cardiopat¨ªa con la que naci¨®. Apenas la mencionaba y, cuando lo hac¨ªa, era como si no le diera demasiada importancia
Construimos muchas cosas juntas. Algunas imposibles de contar. Construimos un buen grupo de amigas y construimos tambi¨¦n un grupo de profesionales entregados a la educaci¨®n. Porque eran a?os de construir, constructivos y apasionantes. Fue un lujo. Luego vinieron otros a?os buenos para las dos y otros no tan buenos, tambi¨¦n para las dos. Ya no ¨¦ramos tan j¨®venes, pero no dejamos de luchar, ninguna de las dos. Por nuestras profesiones y por nuestras pasiones. Hasta hoy. Ahora tendr¨¦ que seguir luchando record¨¢ndola, teni¨¦ndola presente como mujer fuerte, luchadora y apasionada, junto a las personas que a¨²n quedan de esos estupendos mundos que construimos. No te olvidaremos, Carme. Es imposible.
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