Cuando pagar por sexo es delito
El modelo sueco, que penaliza al cliente de la prostituci¨®n para frenar a las mafias, se extiende a cinco pa¨ªses de la Uni¨®n Europea
En Estocolmo, el distrito rojo es fundamentalmente la calle Malmskillnadsgatan, a un tiro de piedra del centro. Lo que en Amsterdam es un barrio ribeteado de letreros luminosos y plagado de escaparates donde se exponen las prostitutas, en la capital sueca se reduce a las grises aceras de un par de calles en las que las mujeres se acercan a los coches o a los transe¨²ntes y ofrecen sus servicios por unos cuantos miles de coronas. Y discretamente. En Suecia, desde hace 18 a?os, est¨¢ prohibido pagar por sexo. All¨ª, la prostituci¨®n es legal pero los clientes se pueden enfrentar a sanciones econ¨®micas e incluso a penas de hasta un a?o de c¨¢rcel.
Es la receta sueca para luchar contra las redes de trata y contra el proxenetismo. Un tipo de abolicionismo, explicaba hace unos d¨ªas en Madrid Asa Regner, ministra de Igualdad de Suecia, que parte de la premisa de que si no hay demanda no habr¨¢ oferta y que se basa en la idea de que la prostituci¨®n est¨¢ anclada en la desigualdad de g¨¦nero y es una forma de violencia contra la mujer ¡ªellas con mayor¨ªa¡ª. ¡°Y el modelo sueco est¨¢ en expansi¨®n¡±, apunta Regner tras un seminario dedicado a la trata y la prostituci¨®n organizado por la Embajada sueca en Madrid. A Suecia le siguieron Noruega e Islandia, y hoy son ocho los pa¨ªses que apuestan por esta receta. Los ¨²ltimos, Francia e Irlanda, que desde febrero impone sanciones de hasta 2.000 euros a los clientes.
Una f¨®rmula que se aplica tambi¨¦n en determinados sitios p¨²blicos en Espa?a, donde la prostituci¨®n es alegal pero s¨ª est¨¢ castigada la prostituci¨®n coactiva y la trata. La Ley de Seguridad Ciudadana (la llamada Ley mordaza), y antes de ella algunas ordenanzas municipales, castiga a quien solicite o acepte "servicios sexuales retribuidos" en zonas de tr¨¢nsito p¨²blico, cerca de colegios, parques o espacios de ocio accesibles a menores o "cuando estas conductas, por el lugar en que se realicen, puedan generar un riesgo para la seguridad vial". Desde que entr¨® en vigor la ley, en julio de 2015, hasta diciembre de 2016 en torno a un millar de hombres recibieron multas por contratar sexo. Tambi¨¦n alguna mujer fue sancionada, aunque por "exhibici¨®n obscena". Todo ello pese a que todos los expertos internacionales coinciden en que sancionar a las mujeres que ofrecen servicios sexuales dificulta la denuncia de abusos y da?a a quienes est¨¢n en una situaci¨®n m¨¢s vulnerable.
Y la ley mordaza, explica Carmen Meneses, profesora de la Universidad Pontificia Comillas y experta en el an¨¢lisis de la trata y la prostituci¨®n, se une a las ordenanzas municipales que tambi¨¦n castigan al cliente y tambi¨¦n, en algunos casos, a las mujeres. "Se est¨¢ usando una forma para prohibir la prostituci¨®n por la puerta de atr¨¢s", critica Meneses, que pide un an¨¢lisis y un debate sosegado para que Espa?a tenga su propio modelo. Lo mejor, dice, ser¨ªa un modelo mixto.
En Irlanda y Francia, la ley multaba a las mujeres que buscaban clientes en las calles. Sin embargo, ahora la prostituci¨®n all¨ª es legal, aunque pagar por sexo no lo sea. Y el caso de estos dos pa¨ªses ha reanimado el complejo debate entre quienes, como las autoridades de Holanda, consideran la venta de servicios sexuales un trabajo y creen que deber¨ªa legalizarse para proteger as¨ª a las mujeres, evitar la prostituci¨®n coactiva y erradicar las mafias; y quienes sostienen que la prostituci¨®n nunca es algo elegido libremente sino algo a lo que las mujeres llegan obligadas, bien por las mafias o bien empujadas por la desigualdad y la pobreza. Y que los clientes contribuyen a esa esclavitud. ¡°Desde luego contribuyen a enriquecer un negocio criminal¡±, afirma el comisario Per Englud, que desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas persigue a los proxenetas y tratantes en Estocolmo. En Suecia, hay unas 600 condenas al a?o por pagar por sexo; ninguna a c¨¢rcel.
En Francia, m¨¢s de 800 hombres han sido apercibidos por contratar servicios sexuales desde que hace un a?o entr¨® en vigor la ley que dispone multas de hasta 3.500 euros. Y desde entonces, el debate no ha cesado. Hace 10 d¨ªas, decenas de prostitutas salieron a la calle en Par¨ªs para exigir la despenalizaci¨®n de los clientes. Aseguran que la nueva regulaci¨®n no les da m¨¢s derechos sino que las aboca a la clandestinidad y la inseguridad. ¡°No ayuda a combatir las redes criminales y da?a a las mujeres m¨¢s marginadas¡±, sostiene Kate McGrew, coordinadora de la Alianza de Trabajadoras Sexuales de Irlanda (SWAI), que afirma adem¨¢s que la nueva regulaci¨®n no tiene pr¨¢cticamente efecto en la llamada prostituci¨®n de alto nivel.
McGrew es m¨¢s partidarias del modelo holand¨¦s. O el de Alemania, un pa¨ªs considerado uno de los mayores prost¨ªbulos de Europa, donde entre 150.000 y 700.000 mujeres venden servicios sexuales ¡ªaunque pocas en realidad se han registrado¡ª y hay entre 3.000 y 3.500 burdeles, seg¨²n la patronal de esta industria, que mueve 14.500 millones de euros anuales. All¨ª la prostituci¨®n es una actividad regulada desde 2002. Y en unos meses se aplicar¨¢n nuevas normas, como el uso obligatorio del cond¨®n o el veto a las llamadas gang bangs.
¡°Pero que est¨¦ regulado no significa que no haya mujeres explotadas o v¨ªctimas de trata. S¨®lo es m¨¢s dif¨ªcil pillar a quienes abusan de ellas porque se esconden detr¨¢s de toda una arquitectura legal¡±, dice la activista Laura Lessig, a la que tampoco convence del todo el llamado modelo sueco. ¡°Hay menos prostituci¨®n, pero la que hay est¨¢ escondida y eso no ayuda a que las mujeres denuncien a las mafias¡±, dice.
En Noruega, Islandia o Suecia ¡ªdonde se ha reducido m¨¢s de la mitad¡ª sigue habiendo prostituci¨®n. Sin embargo, mientras que en la calle se ha convertido en algo residual, se ha incrementado el n¨²mero de acompa?antes. Adem¨¢s, la actividad se ha trasladado de las aceras a pisos ¡ªuna investigaci¨®n policial ha detectado recientemente el uso de apartamentos de alquiler tur¨ªstico de plataformas como AirBnb¡ª. Y los contactos que antes se hac¨ªan en las aceras ahora son en Internet donde tambi¨¦n hay proxenetas y mafias. A perseguirles en La Red, y tambi¨¦n a los clientes, se dedican ahora equipos especializados de la polic¨ªa sueca. ¡°Si los compradores son capaces de encontrarlos, nosotros tambi¨¦n¡±, dice el comisario Englud.
Modelos legales
Alegalidad. Espa?a, Italia. En Espa?a, la prostituci¨®n es alegal. Sin embargo, la ley mordaza y algunas ordenanzas municipales ¡ª52, seg¨²n un estudio de la profesora Carmen Meneses, de la Universidad de Comillas¡ª s¨ª la proh¨ªben en algunos lugares (fundamentalmente p¨²blicos) e imponen multas tanto para los clientes como para las prostitutas (sobre todo por exhibicionismo). Es el caso de Barcelona, aunque la mayor¨ªa de las multas impuestas ha sido para los compradores de sexo.
Nuevo abolicionismo. En 1999, Suecia aprob¨® una ley que penalizaba la compra de servicios sexuales. Una regulaci¨®n pionera que impone multas e incluso con penas de c¨¢rcel al cliente y tambi¨¦n a los proxenetas, est¨¢ en expansi¨®n. Es el modelo que han adoptado tambi¨¦n Noruega e Islandia; por eso algunos lo llaman modelo sueco o modelo n¨®rdico. Francia, Irlanda, Irlanda del Norte, Canad¨¢, Singapur y Corea del Sur tambi¨¦n han adoptado modelos similares. Grecia y Escocia estudian regulaciones en este sentido.
Legalista. Holanda, Alemania, Dinamarca. En Holanda la prostituci¨®n est¨¢ regulada como un trabajo desde el a?o 2000. La ley obliga a los propietarios de los burdeles y clubes a pagar la Seguridad Social y los impuestos de las prostitutas. Ellas deben tener una licencia municipal y tienen derechos a cobrar el paro y otras prestaciones por cotizar a la Seguridad Social. En Dinamarca, donde las prostitutas tambi¨¦n tienen que registrarse y pagar impuestos no cotizan ni tienen paro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Igualdad oportunidades
- Esclavitud
- Suecia
- Holanda
- Desigualdad social
- Prostituci¨®n
- Escandinavia
- Explotaci¨®n sexual
- Alemania
- Violencia g¨¦nero
- Tr¨¢fico personas
- Delitos sexuales
- Centroeuropa
- Europa occidental
- Violencia
- Trata de seres humanos
- Relaciones g¨¦nero
- Sucesos
- Europa
- Delitos
- Problemas sociales
- Justicia
- Sociedad
- Trata de mujeres
- Esclavos en Espa?a en el siglo XXI