ELA-STV contra todos
El sindicato de Adolfo Mu?oz declara la guerra al PNV por pactar con el PP y demoniza a los no nacionalistas
O se est¨¢ con ellos o contra ellos. Para el sindicato ELA-STV ya no basta ser soberanista, no se puede pactar con quienes no lo son. El sindicato que el PNV auspici¨® all¨¢ por 1911 para reducir el poder que UGT ten¨ªa en todas las zonas industriales de Bizkaia, le ha declarado la guerra al partido centenario. Si la discrepancia ha sido m¨¢s o menos continuada desde que el partido de Andoni Ortuzar se hizo con el control y se desmarc¨® de la estrategia soberanista de Juan Jos¨¦ Ibarretxe, el acuerdo de Gobierno en Euskadi con el PSE y la firma en Madrid con Mariano Rajoy para las cuentas de 2017, han elevado la tensi¨®n hasta un techo desconocido.
ELA quiere condicionar al PNV y EH Bildu en busca de un frente pol¨ªtico social que, marginando a partidos como PSOE y PP y a sindicatos como CC OO y UGT, relance un desaf¨ªo soberanista hacia el Estado vasco sobre la base de la movilizaci¨®n social. Una v¨ªa que el PNV, cada vez m¨¢s pragm¨¢tico y con mayor peso pol¨ªtico, no solo en Espa?a, sino en la UE tras la cita con el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jean Claude Junker, rechaza.
"No me parece normal" que el PNV pueda acabar dando su apoyo al PP, un partido que act¨²a "cual mafia" con una "corrupci¨®n sist¨¦mica" y que pretende seguir dando continuidad a pol¨ªticas "neoliberales de ajuste", adem¨¢s de "negar el derecho a decidir de nuestro pueblo" critic¨® hace unos d¨ªas su secretario general, Adolfo Mu?oz. Para entonces,?el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, (afiliado a ELA) para quien la central tiene una ¡°obsesi¨®n casi enfermiza con el PNV¡±, ya hab¨ªa declarado: ¡°ELA quiere cargarse al PNV¡±. El sindicato nacionalista no critica, sin embargo, ni a la CUP ni a Ezkerra Republicana por pactar y apoyar a PdeCat, los herederos de Convergencia, que tienen en los tribunales un buen n¨²mero de causas por corrupci¨®n.
Hist¨®ricos como el expresidente Xabier Arzalluz o I?aki Anasagasti han planteado que hay que darle un nuevo enfoque a la relaci¨®n con la central sindical, y dejado caer que quiz¨¢s procede una ruptura de relaciones oficiales. Aunque todav¨ªa no se ha producido nada de eso, muchos miembros del PNV, que mantienen la doble afiliaci¨®n, empiezan a plantearse si ELA les representa y si merece la pena seguir pagando la cuota en ese contexto. El debate ha llegado a algunas asambleas municipales nacionalistas.
Con una dial¨¦ctica que sit¨²a en el mismo plano la dimensi¨®n nacional y la social, la pol¨ªtica y la sindical, ELA no quiere saber nada de concertaci¨®n social, se ha autoexcluido de los ¨®rganos de di¨¢logo social, ha dinamitado todos los puentes con la patronal vasca -salvo un pacto en enero para preservar los convenios vascos que luego ha congelado- y no se relaciona ni acuerda con los sindicatos de implantaci¨®n nacional como UGT y CC OO, pero tampoco con los partidos como el PSE-EE o el PP. Son l¨ªneas rojas que ellos no van a traspasar y que reprochan al PNV que s¨ª lo haga.
La central soberanista cuestiona frontalmente a Ortuzar y Urkullu por elegir el pragmatismo y practicar la transversalidad y el pacto entre diferentes cuando deber¨ªan sumar sus esca?os? y los de EH Bildu a los de la mayor¨ªa sindical de ELA y del sindicato de la izquierda abertzale LAB, para iniciar un cambio de ciclo que conduzca a Euskadi, a trav¨¦s de la confrontaci¨®n con el Estado, como en Catalu?a, a la soberan¨ªa pol¨ªtica y econ¨®mica. Un modelo de acumulaci¨®n de fuerzas nacionalistas que ya ensayaron con el exlehendakari, Juan Jos¨¦ Ibarretxe, en el Pacto de Lizarra. Aquella ¨¦poca tension¨® la sociedad vasca y acab¨® con el PNV en la oposici¨®n pese a ganar las elecciones. El anterior secretario general del sindicato, Joxe Elorrieta, hab¨ªa declarado en 1997, poco antes del inicio y despu¨¦s fracaso de aquel frente: ¡°El Estatuto est¨¢ muerto¡±.
Densidad de afiliados
El caso es que la capacidad de influencia de ELA es cada vez mayor en el bando soberanista debido a su densidad de afiliados, con algo menos de 100.000 en Pa¨ªs Vasco y Navarra, seg¨²n los ¨²ltimos datos y el 40% de los delegados en Euskadi. El PNV acus¨® recientemente a los dirigentes de ELA de chantajear ¡°secuestrar¡± y ¡°coaccionar¡± a la coalici¨®n EH Bildu para evitar que se sumara al pacto PNV-PSE-PP para los presupuestos vascos, aunque los ¨¢nimos estaban muy caldeados desde que el sindicato independentista decidi¨® convocar movilizaciones contra el Gobierno de Urkullu en plena campa?a electoral para su reelecci¨®n, el pasado a?o. A Urkullu le convocaron una huelga general en 2013, cinco meses despu¨¦s de llegar al poder. Una actividad sindical todav¨ªa muy lejos de las cuatro huelgas generales que le organizaron al socialista Patxi L¨®pez durante su estancia en la lehendakaritza.
El sindicato acusa al Gobierno vasco y al PNV de impulsar pol¨ªticas ¡°neoliberales¡± en materia fiscal, de utilizar el Concierto en favor de las rentas del capital, y le critica por identificarse con las pol¨ªticas de austeridad y los ¡°recortes sistem¨¢ticos del gasto p¨²blico¡±. En el plano nacional le descalifica por defender el Estatuto de Gernika y reivindicar su pleno desarrollo siempre dentro de una negociaci¨®n tranquila, sin confrontaci¨®n, primero entre partidos vascos y despu¨¦s entre las instituciones auton¨®micas y del Estado.
Una guerra que, lejos de suavizarse en negociaciones para lograr treguas y espacios de acuerdo, previsiblemente se va a radicalizar a partir del pr¨®ximo mes de junio, cuando ELA tiene previsto celebrar el congreso que mantendr¨¢ al frente de la secretar¨ªa general a Mu?oz y que ratificar¨¢ las l¨ªneas pol¨ªticas y sindicales.
Pero si su modelo pol¨ªtico pasa por marginar al diferente, su modelo sindical es, en opini¨®n de UGT y de CC OO, terriblemente insolidario.? ELA no est¨¢ comprometida con la negociaci¨®n sectorial, la que de verdad llega a m¨¢s del 85% de los trabajadores vascos empleados en micropymes sin comit¨¦s de empresa. ELA pelea en el ¨¢mbito de la empresa, donde rentabiliza su potente caja de resistencia que le permite afrontar largas huelgas y favorece la afiliaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.