El calor es m¨¢s devastador que los huracanes
Cuando el verano se aproxima, el aumento de las temperaturas puede ser un enemigo mortal
Los medios de comunicaci¨®n ya han alertado que este fin de semana la pen¨ªnsula Ib¨¦rica ser¨¢ golpeada por la primera ola de calor del a?o, d¨ªas antes de la llegada oficial del verano. Sin embargo, la predicci¨®n oficial de la Agencia Espa?ola de Meteorolog¨ªa (AEMET) solo habla de temperaturas significativamente altas. Aunque ambos conceptos parecen similares, en realidad no lo son.
La terminolog¨ªa cient¨ªfica siempre da un halo de verosimilitud a cualquier comentario relacionado con el tiempo. Si adem¨¢s se a?ade un punto extra de impacto medi¨¢tico, resulta perfecto para que se popularice como titular. As¨ª ha pasado, y pasar¨¢, con expresiones como olas de calor, la no menos famosa ciclog¨¦nesis explosiva o la m¨¢s tradicional gota fr¨ªa, que rara vez son usados de la forma m¨¢s acertada.
No obstante, m¨¢s all¨¢ de si t¨¦cnicamente los profesionales considerar¨¢n que el aumento de temperaturas que se avecina es una ola de calor, s¨ª es importante alertar de este cambio de tiempo para lograr minimizar los efectos perniciosos de este tipo de fen¨®menos meteorol¨®gicos. Quiz¨¢, en Espa?a, un pa¨ªs habituado a que los term¨®metros se disparen al alza en verano, no se asocia de forma inmediata el calor con la mortalidad. Pero las temperaturas anormalmente altas pueden resultar m¨¢s catastr¨®ficas que otros fen¨®menos meteorol¨®gicos aparentemente m¨¢s destructivos como tornado o huracanes.
Un claro ejemplo de la capacidad tan da?ina de las temperaturas extremas fue la ola de calor que vivimos en Europa en el verano de 2003. Seg¨²n estimaciones de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), entre 22.000 y 35.000 muertes se produjeron por los efectos asociados al calor. Durante las dos primeras semanas de agosto, coincidiendo con los picos m¨¢s altos de calor, la tasa de mortalidad en Francia se increment¨® en un 54%. Si a esto unimos las p¨¦rdidas econ¨®micas que caus¨® en la agricultura, cuantificadas en 11.000 millones de euros, y los graves incendios forestales en Portugal, este fen¨®meno meteorol¨®gico es uno de los m¨¢s devastadores que han afectado recientemente al viejo continente.
Pese a que la ola de calor del 2003 tuvo lugar en agosto, no se puede descartar que se produzcan condiciones meteorol¨®gicas extremas similares en otras ¨¦pocas pr¨®ximas al verano dada la tendencia al aumento de la temperatura global.
Este fin de semana sufriremos el primer envite de un verano que parece que no va a darnos tregua. De ser as¨ª, continuar¨ªamos con la tendencia de veranos anormalmente c¨¢lidos desde el a?o 1992, donde oficialmente se produjeron 16 olas de calor en la Pen¨ªnsula y Baleares, y 25 en Canarias. El cambio clim¨¢tico parece llevarnos a un escenario donde aumentar¨¢n la frecuencia e intensidad de estas olas de calor. Este nuevo estado del clima puede acarrear un ascenso de la mortalidad en el verano y puede llevar a grandes p¨¦rdidas econ¨®micas que solo pueden ser paliadas frenando el calentamiento global. As¨ª pues, cuando el presidente Donald Trump decide sacar a Estados Unidos del Acuerdo de Par¨ªs, igual caemos en la cuenta que su decisi¨®n nos conduce a tener que encender el aire acondicionado m¨¢s de lo habitual simplemente para poder sobrevivir.
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