El SOS de Iglesias
El l¨ªder de Podemos pide ayuda al PSOE para encubrir su fracaso, mientras ?balos se estrena como un portavoz l¨²cido e implacable
![El l¨ªder de Podemos, Pablo Iglesias, durante una de sus intervenciones en el debate de la moci¨®n de censura.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/OABNNEZN4RDWOYAIU4TZRYBQDM.jpg?auth=fc0ff26b75bf1e78911a012e411bfe90316e541cd5f4c297983d35742456f5b2&width=414)
Enternec¨ªa la condescendencia de Pablo Iglesias hacia el PSOE. Sorprend¨ªa incluso el esmero con que vo-ca-li-za-ba. Parec¨ªa la versi¨®n masculina de Siri. Y se hubiera agradecido un ambiente a media luz, acaso m¨¢s propicio a la intimidad de teatrillo que el l¨ªder de Podemos quer¨ªa conceder a su obscena estrategia de seducci¨®n.
Iglesias mantiene o cultiva una relaci¨®n patol¨®gica hacia el Partido Socialista. Lo ha maltratado siempre en la dial¨¦ctica de la marea. Y lo hizo m¨¢s que nunca cuando frustr¨® la investidura de S¨¢nchez en marzo de 2016, de forma que la ¨²nica raz¨®n para tender la mano ahora radica en la angustia del n¨¢ufrago y en el aislamiento que remarca el gatillazo de la moci¨®n de censura. Pablo Iglesias est¨¢ solo. O mal acompa?ado, pues la adhesi¨®n de ERC y Bildu representa el lastre de una embarcaci¨®n a la deriva. Y refleja la v¨ªa de agua que el portavoz ?balos aprovech¨® para recelar del acercamiento de Iglesias, convertido Iglesias en sirena y en murmullo de naufragio.
El l¨ªder de Podemos necesita al PSOE para encubrir el fracaso de la moci¨®n de censura, incluso pretende someterlo o constre?irlo a un ejercicio de amnesia. No ya por las antiguas cuitas en la hegemon¨ªa de la izquierda, sino por la estrategia de las ¨²ltimas semanas. La moci¨®n misma hab¨ªa sido dise?ada contra los socialistas. Pensando que Susana D¨ªez ganar¨ªa las primarias y restreg¨¢ndoles el apoyo impl¨ªcito al Gobierno de Rajoy en el nombre de la diab¨®lica triple alianza (PP, PSOE, Ciudadanos).
El cambio de escenario les sorprendi¨® a contrapi¨¦ y requiri¨® una improvisaci¨®n t¨¢ctica. La mencion¨® el propio ?balos en su intervenci¨®n, tray¨¦ndose a la tribuna de oradores el documento "clandestino" donde se Podemos reflejaba la amenaza de Pedro S¨¢nchez y la necesidad, la emergencia, de neutralizarlo como enemigo electoral.
Esa es la mano que ofrece Pablo Iglesias. Y esa es su credibilidad como aliado en la deflagraci¨®n del marianismo. Iglesias no busca un acuerdo con el PSOE, ni siquiera un armisticio. La propia parodia de la moci¨®n de censura aspiraba a consolidarle como l¨ªder de la oposici¨®n. No ya aprovechando la ausencia de S¨¢nchez y el papel de figura extraparlamentaria en que se encuentra el l¨ªder socialista, sino prolongando cu¨¢ntas horas hiciera falta el antagonismo perfecto con Mariano Rajoy.
Por mucho que Iglesias se remangue la camisa -lo hizo en la jornada del mi¨¦rcoles-, no puede disimular los trucos de tah¨²r decadente. Hasta resultaba embarazoso su timbre melifluo y su prosa edulcorada, sentimental. Porque el cinismo se le escapaba entre las s¨ªlabas. Y porque Iglesias no ofrec¨ªa una mano. Ped¨ªa ayuda, la necesitaba, le urg¨ªa que el PSOE acudiera a rescatarlo en nombre de una emergencia nacional.
No cay¨® en la trampa Jos¨¦ Luis ?balos. Y se destap¨® como un portavoz ameno, c¨¢lido, veros¨ªmil, l¨²cido. Sent¨ªa lo que dec¨ªa. Y se distanciaba del embaucador. No s¨®lo cuestionando su modelo de Estado y el sindi¨®s de la plurinacionalidad, sino record¨¢ndole que el monstruo de Rajoy bien pudo haber sido desahuciado hace un a?o, cuando Iglesias hablaba italiano en la superstici¨®n del sorpasso.
"A veces abstenerse no es tan malo". Parec¨ªa referirse ?balos al camino neutral que Iglesias no emprendi¨® en marzo de 2016, pero el enigma tiene otras lecturas. La abstenci¨®n del PSOE a la investidura de Rajoy. O la abstenci¨®n del grupo socialista a la moci¨®n de censura que Iglesias ha convertido en un fracaso pol¨ªtico en propia meta.
As¨ª queda reflejado en el recuento de los votos para gloria del marianismo en la balcanizaci¨®n de los rivales. El aislamiento aritm¨¦tico de Podemos es tan significativo como la hostilidad que su jefe ha encontrado o inducido entre casi todas las fuerzas parlamentarias. Herido Iglesias, el PSOE no tiene razones para socorrerlo, sino motivos para desenmascararlo.
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