El esqueleto viral de la abuela Dominga

¡ª ?Mam¨¢, ven a ver esto del whatsapp!

¡ª Pero... ?Qu¨¦ hace mi abuela en el m¨®vil!

Maribel Vallejo recuerda perfectamente el di¨¢logo que mantuvo con su hijo cuando este le ense?¨® la imagen que acababa de recibir en el tel¨¦fono. "No me pod¨ªa creer lo que ve¨ªa. Era el esqueleto de mi abuela Dominga apoyado en un ¨¢rbol. Me acuerdo que grit¨¦: '?Pero qu¨¦ hace ah¨ª?", exclama esta vecina de Alcaudete, sentada en el sal¨®n de la casa de su hermana Carmen. A sus espaldas, el rostro de un enorme Cristo preside la habitaci¨®n, mientras las dos tratan de describir la "rabia" e "impotencia" que les corroe todav¨ªa el cuerpo. "Es una injusticia", repiten, una y otra vez, al hablar de la sentencia que ha puesto punto final a su batalla en los tribunales. Una pelea que arranc¨® cuando el cad¨¢ver de su antepasado, muerto en 1987 a los 87 a?os, se hizo viral. En octubre de 2014, un joven le sac¨® una fotograf¨ªa despu¨¦s de que lo sacaran del ata¨²d y lo colocaran erguido en mitad del camposanto. A continuaci¨®n, se la envi¨® a un amigo. Y, en apenas unos d¨ªas, ya circulaba por los smartphones de este municipio jienense, de apenas 10.000 habitantes.

"Pero burlarse de los muertos sale muy barato", afirma indignada Carmen, de 53 a?os. La juez de lo Penal n¨²mero 3 de Ja¨¦n ha considerado al joven que tom¨® la foto, Antonio Jes¨²s L¨®pez, culpable de un delito de falta de respeto a la memoria de los difuntos. "Esa conducta fue una deshonra o menosprecio hacia el cad¨¢ver", escribi¨® la magistrada en su fallo, fechado el pasado 26 de mayo, donde condena al procesado a pagar una multa de 1.600 euros y a abonar una indemnizaci¨®n de 3.000 euros a los descendientes. Aunque esa sentencia suena a "broma" en casa de las Vallejo. "?Ese es todo el castigo por sacar a fallecidos de sus nichos y re¨ªrse de ellos?", interviene Maribel: "Ni siquiera le han condenado a c¨¢rcel". Su abogado ped¨ªa una pena de cuatro meses de prisi¨®n.

Todo ello, por una historia que empieza en el tercer mejor cementerio de Espa?a ¡ªseg¨²n la revista Adi¨®s, especializada en el sector funerario¡ª, donde una placa reza a la entrada: "La casa de la mortalidad para las cenizas y los huesos de los fieles que han de revivir". Aqu¨ª, seg¨²n relata el fallo judicial, L¨®pez fotografi¨® el cad¨¢ver de Dominga el 27 de octubre de 2014. "Hac¨ªa tres o cuatro d¨ªas que hab¨ªa muerto mi madre y ella siempre nos hab¨ªa dicho que quer¨ªa que la pusieran con mi abuela", rememora Carmen. Entonces, seg¨²n explic¨® el sepulturero Ram¨®n P., ¨¦l mismo la desenterr¨® para colocar juntos a los familiares: "Como el suelo estaba h¨²medo, la apoy¨¦ en una pared y debi¨® ser ese el momento en el que Antonio realiz¨® las fotos". De hecho, el joven ya ten¨ªa pr¨¢ctica. Solo tres d¨ªas antes hab¨ªa hecho exactamente lo mismo con otro cad¨¢ver.

Pero, ?c¨®mo llegaron los esqueletos hasta el ¨¢rbol? Es una inc¨®gnita judicial: "Los enterradores dicen que ellos no los pusieron all¨ª", subrayan las hermanas Vallejo; L¨®pez tambi¨¦n neg¨® que ¨¦l lo hiciese; y "no ha quedado acreditado que el acusado los moviese y colocase [all¨ª]", afirma la juez en su sentencia, donde rechaza todas las explicaciones con las que trat¨® de defenderse el procesado, que sumaba 27 a?os cuando tom¨® las instant¨¢neas y cuenta con antecedentes penales. Los sepultureros explicaron que, en aquel octubre de 2014, estaba haciendo trabajos sociales de limpieza en el camposanto como "cumplimiento de una pena". El joven asegur¨®, en cambio, que estaba contratado como alba?il por el Ayuntamiento.

¡°Me asust¨¦ mucho¡±

"Yo no hice [las fotos] por faltar al respeto. Me encontr¨¦ los cad¨¢veres y me asuste mucho... Tom¨¦ las im¨¢genes por el susto. [Despu¨¦s], un amigo me pregunt¨® qu¨¦ tal en el trabajo y se las envi¨¦ para qu¨¦ viera d¨®nde estaba empleado", dijo L¨®pez durante el juicio. Una versi¨®n que desmont¨® la magistrada: "Si realmente estaba asustado cuando se encontr¨® con el cad¨¢ver, no resulta razonable que procediese a sacar el m¨®vil y efectuar una fotograf¨ªa. Habiendo realizado, adem¨¢s, esta conducta en dos ocasiones y en d¨ªas diferentes". EL PA?S ha contactado con el abogado del condenado para recabar, sin ¨¦xito, su versi¨®n.

Dominga Panzuela era muy delgada y trabajadora, recuerdan sus nietas. Tuvo tres hijos y se qued¨® viuda "pronto". "Entre otros oficios, estuvo lavando la ropa al Ej¨¦rcito", apuntan las hermanas Vallejo, que explican c¨®mo reconocieron a su antepasado en aquella fotograf¨ªa viral: "Cuando fuimos a enterrar a mi madre, pedimos al sepulturero ver a la abuela. Nos fijamos en el vestido, porque est¨¢ igualito que cuando falleci¨®". Esa misma indumentaria destaca en la instant¨¢nea que vieron cientos de ojos del pueblo. "Yo no la quiero ni mirar ya", admite Carmen, mientras la muestra en el m¨®vil. "No hemos recurrido la sentencia porque no podemos. No tenemos dinero para afrontar las costas", remacha la mayor de las hermanas, que muestran satisfacci¨®n por haber dado, al menos, algo de batalla: "Ella no pod¨ªa defenderse, as¨ª que ten¨ªamos que hacerlo nosotras".