Una tragicomedia sin salida
El teatro sustituye al Parlamento en una deriva que explora los l¨ªmites de la farsa
¡°Tan triste... no es serio.
Tan c¨®mico... no es divertido¡±
(Fernando Arrabal,
Arrabalescos).
Tuvo sentido que la tragicomedia secesionista se escenificara el martes en un teatro. Y no cualquiera, sino el Nacional de Catalu?a, cuyo escenario en penumbra tanto proporcionaba a Carles Puigdemont la dramaturgia sentimental del chansonier, del cantautor, del rapsoda independentista, como ocultaba a los espectadores all¨ª reunidos los hilos con que lo maneja Oriol Junqueras en el papel cenital de gran maestro titiritero.
La monja Ferrusola
No es f¨¢cil reconocer el episodio m¨¢s grotesco de la farsa soberanista, pero hay pocos que re¨²nan m¨¢s razones que el lenguaje criptogr¨¢fico con el que Marta Ferrusola, esposa del patriarca Pujol, alud¨ªa a la intendencia financiera. Ning¨²n disfraz mejor para reclamar los dineros que el de monja. Y no el de monja rasa, sino el de madre superiora, jerarqu¨ªa desde la cual reclamaba ¡°dos misales¡± con destino a ¡°nuestra biblioteca de capell¨¢n de la parroquia¡±.
Descodific¨® la polic¨ªa el enigma. No solo para identificar a los misales con los millones, sino para desenmascarar a Pujol como el capell¨¢n, siguiendo as¨ª la pista del dinero que iba y ven¨ªa de los bancos andorranos. Y retratando la parodia de una familia democristiana que ha encontrado en la causa superior de la independencia, de la patria nueva, la mejor coartada para encubrir la corrupci¨®n, las comisiones, la fuga de capitales y la financiaci¨®n ilegal.
El Parlament se ha convertido en un teatro con las actuaciones impagables y al mismo tiempo remuneradas de los ultras cuperos, mientras que el teatro se ha transformado en un espacio legislativo a expensas de la inversi¨®n de papeles. Sucedi¨® el pasado 4 de julio en la gran parodia que anunciaba y detallaba la ley del refer¨¦ndum. Puigdemont subordinaba la tribuna parlamentaria a la tarima y al ca?¨®n de luz, naturalmente para precaverse de las represalias judiciales, pero tambi¨¦n para recrear una farsa sin frenos que otorga al president el papel del maquinista de La General en el prosaico gui¨®n choque de trenes.
Y no tiene gracia la versi¨®n burguesa-posmoderna de la pel¨ªcula de Buster Keaton, pero al mismo tiempo es delirantemente divertida, en su perspectiva m¨¢s c¨ªnica ¡ªencubrir con la estelada los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n¡ª, en sus expresiones m¨¢s grotescas ¡ªla Constituci¨®n franquista-bolivariana¡ª y en la adhesi¨®n involuntaria al teatro del absurdo. Igual que la cantante calva se peina siempre igual en la obra de Ionesco, el refer¨¦ndum independentista tiene fecha, pero no tiene urnas, toda vez que ha quedado desierto el concurso al que deb¨ªan presentarse las empresas de log¨ªstica electoral.
No hay urnas, no hay censo y no cooperan los requisitos elementales de un plebiscito, pero el refer¨¦ndum ha logrado arraigar una inercia y una fecha: el 1 de octubre. ?Qu¨¦ pasar¨¢ despu¨¦s? ¡°Pues despu¨¦s del 1 de octubre, vendr¨¢ el 2 de octubre¡±. La reflexi¨®n en clave de perogrullada parece de Mariano Rajoy, pero la pronunci¨® Miquel Iceta el pasado martes en Onda Cero y a?ade el pintoresquismo que el propio PSC ha decidido aportar al sainete soberanista. No ya porque N¨²ria Parlon, miembro de la ejecutiva de Pedro S¨¢nchez, hiciera un llamamiento a la comunidad internacional si el Gobierno osaba convocar el art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n ¡ª?habr¨ªa que desplegar cascos azules al otro lado del Ebro?¡ª, sino porque el alcalde socialista de Blanes, Miquel Lupi¨¢?ez, oriundo de La Alpujarra, prometi¨® adherirse al refer¨¦ndum y sostuvo que Catalu?a es al resto de Espa?a lo que Dinamarca es al Magreb.
No contribuye a serenar esta trama de vodevil la precipitaci¨®n con que la ministra de Defensa, Mar¨ªa Dolores de Cospedal, atribuy¨® a Carles Puigdemont un comportamiento golpista y le amenaz¨® con alinear el Ej¨¦rcito, proporcionando as¨ª al discurso victimista del patriarca Artur Mas el sue?o h¨²medo de los tanques atravesando la Diagonal. De hecho, el vuelo m¨¢s o menos rasante de unos F-18 en maniobras se interpret¨® ya en 2012 como una operaci¨®n de intimidaci¨®n preventiva, un ensayo general anexionista.
Las siete y media
La escalada no se ha concedido un momento de respiro. Se dir¨ªa que Mariano Rajoy y Carles Puigdemont juegan a las siete y media, como dec¨ªa hace unos d¨ªas off the record un diputado del PDeCAT. Es un buen ejemplo el de la partida entre tah¨²res, sobre todo si evocamos los versos y los ripios de La venganza de don Mendo en el contexto del gran esperpento estelado: ¡°Y un juego vil / que no hay que jugarlo a ciegas, pues juegas cien veces, mil, / y de las mil, ves febril / Que o te pasas o no llegas. Y el no llegar da dolor, / pues indica que mal tasas / y eres del otro deudor. Mas ?ay de ti si te pasas! / ?Si te pasas es peor!¡±
Igual que Rajoy nunca llega, Puigdemont se ha pasado. No ya por haberlo secuestrado los trotskistas de la CUP, que aspiran a la expropiaci¨®n de la catedral de Barcelona y que reivindican la abolici¨®n de la propiedad privada, sino por el embarazo y el rid¨ªculo que suscita su campa?a de concienciaci¨®n internacional. No ha encontrado mayores apoyos que un ministro camboyano ¡ªVong Sauth¡ª, un lobby anticastrista y una sala de manualidades en el campus de Harvard ¡ªnada que ver con la instituci¨®n universitaria¡ª, quiz¨¢ por los recelos a la naturaleza cambiante, arbitraria y hasta caprichosa del proc¨¦s.
Lleg¨® a hablarse de la Commonwealth ib¨¦rica. Se valor¨® la adopci¨®n del linaje borb¨®nico. Y ahora se predica una rep¨²blica de urgencia ¡ªpuede proclamarse en 48 horas, de acuerdo con la ley del refer¨¦ndum¡ª que Llu¨ªs Llach sermonea en su propio proceso de involuci¨®n totalitaria: de cantar L¡¯estaca a sacudir con ella cualquier atisbo de espa?olismo o de discrepancia doctrinal. Ya admiti¨® el propio cantautor que se hab¨ªan organizado cursillos entre psic¨®logos para trabajarse la resistencia al mensaje soberanista en los barrios de Girona y de Figueras, acaso recurriendo al electroshock o a la sobrexposici¨®n del pensamiento ¨²nico.
Lo inculca la televisi¨®n p¨²blica catalana desde la deriva propagand¨ªstica que ha impuesto Puigdemont y que ha legitimado el Parlamento, pues ha sido el teatro del soberanismo donde acaba de acordarse restringir las subvenciones a los medios informativos que colaboren en la causa del refer¨¦ndum independentista.
Ya solo le falta al molt honorable president crear el ministerio del tiempo y el ministerio de la verdad. Porque la ignorancia es la fuerza.
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