Londres y Barcelona salvan el curso m¨¢s diplom¨¢tico del Rey
La representaci¨®n internacional se convierte en el principal activo de Felipe VI durante la estabilidad


El respaldo de Isabel II en Londres y su presencia en un momento pol¨ªtico sensible en Barcelona en el 25? aniversario de los Juegos Ol¨ªmpicos han sido decisivos para cerrar en positivo el curso de Felipe VI. Tras un a?o no exento de dificultades pol¨ªticas y judiciales, estaba previsto que el Rey finalizara el per¨ªodo previo a las vacaciones con dos acontecimientos muy potentes: la sesi¨®n solemne de las Cortes por el 40? aniversario de las primeras elecciones democr¨¢ticas y el viaje a Londres. Sin embargo, el rengl¨®n se torci¨® por un error interno doble que puso en riesgo el resultado esperado.
La ausencia de Juan Carlos I en un acto parlamentario de reconocimiento a los actores de la democracia que ¨¦l mismo favoreci¨® y la propagaci¨®n de su malestar desde su entorno atenuaron buena parte del brillo esperado en ese acontecimiento y crearon una turbulencia innecesaria a la Corona. Una muestra de debilidad que, en una instituci¨®n no restablecida totalmente del da?o de sus equivocaciones, no ha sido desaprovechada por sus detractores.
Con todo, el apoyo obtenido en Londres por la Monarqu¨ªa parlamentaria m¨¢s afianzada del mundo, evapor¨® el malestar que hab¨ªa en La Zarzuela por las repercusiones de ese episodio. La visita del Rey ten¨ªa objetivos pol¨ªticos y econ¨®micos de primera magnitud para los que se han sentado s¨®lidas bases de desarrollo. Y esa misi¨®n, reforzada con su intervenci¨®n en el Parlamento de Westminster, con gui?os al di¨¢logo sobre Gibraltar, a la integraci¨®n europea y al respeto a la soberan¨ªa nacional y la ley, soseg¨® el tr¨¢nsito hacia Marivent.
Una sensaci¨®n que ha intensificado la visita a Barcelona del pasado martes con motivo de la conmemoraci¨®n de las Olimpiadas de 1992, pero, sobre todo, para poner el foco en el ¨¦xito del trabajo conjunto de todas las Administraciones en un contexto de beligerancia total entre la Moncloa y la Pla?a de Sant Jaume tras el fracaso de las reivindicaciones catalanas en la v¨ªa pol¨ªtica y el envite extremo de un refer¨¦ndum independentista fuera de la ley.
Con el ejemplo del ¨¦xito de los Juegos como resultado de un momento de gran sinton¨ªa entre Madrid y Barcelona, el Rey ha destacado su condici¨®n de s¨ªmbolo de unidad y permanencia del Estado mediante sus llamadas a la uni¨®n y a las ventajas de sumar esfuerzos, sin intimidaciones y por encima de la trinchera en la que se parapeta el Gobierno.
La actividad exterior que ha podido desarrollar el Rey sobre la precaria estabilidad pol¨ªtica ha contribuido, asimismo, a fortalecer su imagen tras un curso que empez¨® marcado por la ¡°coyuntura compleja¡± y la incertidumbre de la quinta ronda de consultas (despu¨¦s de que Mariano Rajoy aceptara la propuesta de la investidura sin aclarar si se someter¨ªa a ella).
La representaci¨®n internacional se ha convertido en los ¨²ltimos meses en el principal activo del Rey. Si la estancia en Buckingham ha dejado el terreno abonado para que, tras el acuerdo gen¨¦rico entre Bruselas y Londres, Espa?a y Reino Unido puedan componer unas relaciones bilaterales que minimicen el impacto del Brexit, la visita de Estado que realiz¨® a Tokio en abril tambi¨¦n aport¨® un balance esperanzador.
En este desplazamiento, los Gobiernos de Espa?a y Jap¨®n firmaron siete acuerdos bilaterales en materia de turismo, cooperaci¨®n econ¨®mica e industrial, inversi¨®n o terceros mercados. Un adelanto que, tras el acuerdo de libre comercio entre Bruselas y Tokio, permitir¨¢ intensificar las relaciones entre Espa?a y Jap¨®n. Ambas naciones comparten, adem¨¢s, intereses complementarios que la visita dej¨® encauzados: Espa?a para fortalecer la relaci¨®n en el corredor mar¨ªtimo Indo-Pac¨ªfico a trav¨¦s de Jap¨®n y Jap¨®n para acceder a Iberoam¨¦rica de la mano de Espa?a.
Pero en este per¨ªodo Felipe VI no ha tenido que representar a Espa?a solo en situaciones m¨¢s o menos confortables. Tambi¨¦n ha tenido que afrontar una visita inc¨®moda con estridentes repercusiones pol¨ªticas en Espa?a: la que hizo en enero a Arabia Saud¨ª, un pa¨ªs en el que los derechos humanos cotizan a la baja. El objetivo, desatascar un contrato entre Riad y la empresa espa?ola Navantia de m¨¢s de 2.000 millones de euros que garantiza empleos a dos millares de personas durante cinco a?os.
M¨¢s all¨¢ de los logros diplom¨¢ticos, con asignaturas todav¨ªa pendientes como la de Cuba, la actividad exterior ha permitido al Rey, adem¨¢s, componer un perfil de defensor de la integraci¨®n europea y el multilateralismo frente al movimiento proteccionista y desglobalizador desencadenado con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y el Brexit.
El compromiso con la Uni¨®n Europea, sus beneficios, la reivindicaci¨®n de un mayor impulso pol¨ªtico y la defensa del libre comercio han centrado sus mensajes en foros internacionales, hasta el punto de ser uno de los jefes de Estado que m¨¢s ha abogado por la cohesi¨®n comunitaria en los ¨²ltimos 12 meses.
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