Barcelona respondi¨® con acierto al terrorismo etarra
La ciudad conoce bien el terrorismo: sufri¨® el mayor atentado de la historia de ETA, el de Hipercor que dej¨® 21 muertos y medio centenar de heridos
Barcelona conoce bien el terrorismo. Sufri¨® el mayor atentado de la historia de ETA, el de Hipercor que dej¨® 21 muertos y medio centenar de heridos. La huella que ETA dej¨® en Catalu?a, en su historia, asciende a m¨¢s de 50 muertos. En junio recordamos la matanza del Hipercor de Barcelona al cumplirse su 25 aniversario y c¨®mo a ETA no le sali¨® gratis. El aldabonazo del Hipercor, con su brutal indiscriminaci¨®n y su impacto ciudadano, gener¨® los pactos antiterroristas de Madrid y Ajuria Enea, la unidad de todos los dem¨®cratas, nacionalistas y no nacionalistas, contra ETA. A su amparo creci¨® el aislamiento de la banda; tom¨® impulso la movilizaci¨®n social contra ella; aument¨® el respaldo pol¨ªtico y social a las Fuerzas de Seguridad en Euskadi que reforzaron su eficacia y se produjeron las primeras disensiones importantes en Batasuna.
ETA volvi¨® a atacar en Barcelona y provincia con la cercan¨ªa de los Juegos Ol¨ªmpicos de 1992. En mayo de 1991 consum¨® otra de sus matanzas al estallar un coche-bomba en el cuartel de la Guardia Civil de Vic (Barcelona), con 10 muertos. A los pocos d¨ªas, las Fuerzas de Seguridad desarticularon el comando y poco despu¨¦s, en marzo de 1992, detuvieron a la c¨²pula de ETA en Bidart (Francia) lo que impidi¨® a la banda actuar contra las Olimpiadas, que se celebraron pac¨ªficamente. ETA volvi¨® a perder.
Pero Barcelona marc¨® un tercer hito contra ETA. Fue con su respuesta ciudadana, tras el asesinato del exministro socialista Ernest Lluch en la capital catalana en octubre de 2000. En enero de ese a?o, ETA hab¨ªa iniciado una campa?a terrorista muy intensa, tras la ruptura de su tregua de 1998-99. Adem¨¢s de matar a polic¨ªas y militares, como ven¨ªa haciendo, intensific¨® su ataque a concejales y pol¨ªticos no nacionalistas. La unidad de los partidos contra ETA estaba debilitada como consecuencia del pacto de Lizarra de 1998 entre PNV y Batasuna.
En esa situaci¨®n, el PSOE -con Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y Alfredo P¨¦rez Rubalcaba- intent¨® reforzar la unidad antiterrorista con un nuevo pacto en el verano de 2000. El presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, se mostraba reacio. En ese momento, ETA asesin¨® a Lluch. La conmoci¨®n del asesinato ech¨® a Barcelona a la calle y registr¨® una de las grandes movilizaciones de su historia. Adem¨¢s del rechazo al terrorismo etarra, los barceloneses pidieron a los partidos que dialogaran y se unieran. All¨ª estaban Aznar, Zapatero, Jordi Pujol y los dem¨¢s. Al mes se acord¨® el Pacto Antiterrorista que promovi¨® la ilegalizaci¨®n de Batasuna y la potenciaci¨®n de la Ley de V¨ªctimas que supuso, en aquellas circunstancias, un claro avance en el fin de ETA. Aquel llamamiento de los barceloneses a la unidad de los pol¨ªticos y sus instituciones, con resultados tan fruct¨ªferos, hoy, con otro terrorismo global y m¨¢s complejo, se vuelve a repetir -ah¨ª est¨¢n todos sus gestos solidarios- y mantiene todo su sentido.
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