Puerto de Bilbao: la conexi¨®n albanesa hacia el Reino Unido
M¨¢s de 1.765 polizones intentaron colarse en el ferri hasta julio, cinco veces m¨¢s que los 370 de todo 2016
A las diez de la ma?ana la temperatura en Zierbena, Bizkaia es de 26 grados. Dentro del remolque aparcado en el recinto portuario de Bilbao, sube a 40. ¡°Aqu¨ª hay uno¡±, dice un agente de la Guardia Civil del puerto. Un sensor de CO2 ha detectado que hay material org¨¢nico. Podr¨ªa no ser una persona, pero detr¨¢s de unas piezas de hierro se acurruca un joven con una mochila y un tel¨¦fono m¨®vil. Quer¨ªa colarse en el ferri a Portsmouth que sale tres veces por semana hacia el Reino Unido. El lunes fueron 26 los polizones que pill¨® la Guardia Civil. En lo que va de a?o lo han intentado 1.765, cinco veces m¨¢s que en todo el a?o pasado, la mayor¨ªa j¨®venes albanes. El desmantelamiento de la Jungla de Calais, est¨¢ convirtiendo al Puerto de Bilbao y en menor medida al de Santander en v¨ªas alternativas para intentar entrar de forma ilegal a las islas brit¨¢nicas.
A escasos trescientos metros de la zona de embarque del ferri, en el puerto deportivo de Zierbena, viven en tiendas de campa?a un centenar de j¨®venes, la mayor¨ªa de Albania. No hay subsaharianos, y apenas se han detectado sirios o afganos. Algunos tienen aspecto de ser menores, como mucho 18 a?os. No quieren hablar, no quieren fotos, solo saltar la valla e intentar adentrarse por barco en el Golfo de Bizkaia. ¡°No queremos ir a Inglaterra, vivimos aqu¨ª¡±, mienten, con la esperanza de lograrlo. Cuatro miembros de ese grupo vigilan a la Guardia Civil desde la calle elevada que bordea las instalaciones portuarias. El per¨ªmetro del Puerto de Bilbao ronda los once kil¨®metros. Observan a trav¨¦s de un prism¨¢tico qu¨¦ remolques est¨¢n revisando los agentes. Entre los polizones y los que dirigen desde fuera sus movimientos se mandan mensajes. Parece un juego. A veces saludan a los polic¨ªas. Se vigilan mutuamente y todos se saben vigilados.
Conscientes de que entrar a la zona del puerto no es un delito, solo una sanci¨®n administrativa que casi nunca se cursa, lo vuelven a intentar hasta que se cansan o lo logran. ¡°A veces se cuelan en los remolques dos veces en el mismo d¨ªa¡±, asegura el teniente jefe de la Secci¨®n Fiscal de la Guardia Civil del puerto. ¡°Hemos incrementado la vigilancia y los controles para que este paso est¨¦ cerrado para todo el que no pague su pasaje. Aqu¨ª hay mucho trabajo, cada vez m¨¢s¡±, explica. Los controles son exahustivos. Los coches, maleteros, caravanas y los camiones se analizan por separado de las personas. A los remolques se les da el tratamiento especial con el sensor de CO2, todos los d¨ªas, varias veces cada jornada.
¡°Este tipo de emigrante de Albania es diferente al refugiado, vienen con dinero y tel¨¦fonos para aguantar semanas, y funcionan de otra manera¡±, aclara el responsable del operativo policial.? La locura por colarse en el barco llega a extremos dif¨ªciles de entender. El pasado julio una pareja de rumanos intent¨® pasar a ocho personas debajo de un cargamento de pl¨¢tanos, en una furgoneta de alquiler y sin refrigeraci¨®n. ¡°Eso s¨ª es delito¡±, describe el responsable de la unidad de la Guardia Civil. Adem¨¢s de los tres transbordadores de turistas semanales de la compa?¨ªa Brittany Ferries, en su mayor¨ªa brit¨¢nicos que vuelven con sus coches y caravanas, en cada barco entran un buen n¨²mero de camiones, autobuses y remolques sin cabezas tractoras.
De forma adicional, una vez a la semana, otro buque de la misma compa?¨ªa, el Pelican, engulle hasta 110 remolques cargados hasta las cartolas y a veces pre?ados de migrantes que aspiran a una nueva vida en la otra orilla. Desde que el pasado oto?o se cerr¨® la jungla de Calais, donde miles de personas esperaban su oportunidad, el Puerto de Bilbao se ha convertido en objetivo de algunas mafias. La Agencia Nacional del Crimen brit¨¢nica (NCA) diferencia entre los albaneses que oficial y legalmente viven en la isla, unos 20.000, y quienes, una vez dentro, optan por escapar al control administrativo para incorporarse a los crecientes negocios, no siempre legales, que cada vez m¨¢s regentan ciudadanos albaneses en Londres y en el resto de las grandes ciudades del Reino Unido.
La NCA explica en un an¨¢lisis que hizo p¨²blico el pasado junio, y dejando muy claro que no se puede generalizar ni criminalizar a los inmigrantes por su nacionalidad, que, una minor¨ªa de albaneses tiene un control creciente sobre negocios vinculados al tr¨¢fico de sustancias ilegales, principalmente en Londres. Fuentes policiales que prefieren no identificarse coinciden en que puede ser una de las explicaciones, aunque no la ¨²nica, para que los perfiles de quienes intentan colarse en los barcos sea similar, es decir, j¨®venes de 15 a 30 a?os y de forma abrumadoramente mayoritaria, albaneses. Si les pillan en Portsmouth no piden asilo.?
En Bilbao la tasa de ¨¦xito de los polizones es baja, coinciden la Guardia Civil y la compa?¨ªa naviera, pese a que la presi¨®n de los inmigrantes es cada vez mayor. De los 1.765 que lo han intentado hasta julio -en todo el a?o pasado fueron 370-, ¡°exactamente 66 se colaron y pisaron suelo brit¨¢nico, pero all¨ª les detuvieron¡±, asegura el director adjunto de Brittany Ferries, Roberto Castilla. ¡°35 han sido devueltos hasta hoy, el resto eran menores o personas que proced¨ªan de zonas de guerra y solicitaron asilo¡± asegura. Castilla lleva la cuenta perfectamente porque el Gobierno brit¨¢nico les multa por cada poliz¨®n que llega a la isla, y adem¨¢s la compa?¨ªa tiene que costear el vuelo y los dos escoltas que obligatoriamente acompa?an al migrante en su viaje de vuelta. De los que tienen ¨¦xito y escapan a los controles, tambi¨¦n en Reino Unido, no hay cifras.
Las chimeneas del buque a Southampton echan humo. El barco, con centenares de personas asomadas en sus barandillas y ventanas, se aleja de Bilbao. Algunos se despiden a gritos de sus familiares o amigos que se quedan en el puerto. No son los ¨²nicos que gritan. Alguien m¨¢s lo hace, pero desde el aparcamiento de remolques. Pide ayuda desde el interior de una de las cargas que se ha quedado en tierra. No hace falta el detector de CO2. Se trata de un ser humano, "un poliz¨®n, seguro", comentan los agentes de camino hacia la trasera del cami¨®n. Dos j¨®venes salieron de su escondite cuando el guardiacivil desprecint¨® el cami¨®n. Saludaron sin demasiados gestos de preocupaci¨®n y se fueron. Dos horas despu¨¦s, como mucho, ya estaban en libertad, descansando o vigilando, depende del turno. Ma?ana ser¨¢ otro d¨ªa para intentarlo.
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